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“Cuando eres negro te pasas toda la vida esperando este momento”: hablan los veinteañeros que movilizaron a miles en dos semanas

Son jóvenes, carismáticos y nunca se imaginaron que iban a movilizar a miles de personas contra el racismo. No tienen un solo líder, sino muchos, muy motivados y dispuestos a no abandonar hasta provocar el cambio

Los jóvenes que se han organizado con el objetivo de vencer la narrativa de la violencia y forzar cambios legislativos a golpe de protesta pacífica.
Los jóvenes que se han organizado con el objetivo de vencer la narrativa de la violencia y forzar cambios legislativos a golpe de protesta pacífica.Foto: Jeremy Cohen

Es domingo 31 de mayo de 2020. Son las cuatro de la tarde en Union Square (Nueva York), uno de los epicentros de las protestas contra la violencia racial que comienzan a extenderse por Estados Unidos. Han pasado seis días desde la muerte del afroamericano George Floyd a manos de tres policías blancos en Mineápolis. Un grupo de 30 jóvenes, casi adolescentes, corea las últimas palabras del fallecido: “No puedo respirar”. Es el lema del movimiento “las vidas negras importan”. Los transeúntes miran y graban en la distancia. La pandemia de la covid-19, que se ha cobrado ya más de 21.000 vidas en la ciudad, sigue presente.

“Me llamo a mí misma activista porque es un término común, pero solo soy una persona negra que está cansada del sistema”, confiesa Livia Rose Johnson, de padre nigeriano y madre afroamericana e irlandesa

De repente, dos chicas negras se sitúan en primera fila. Una de ellas, vestida de oscuro, se encara con el público de mayoría blanca: “Os gusta nuestra cultura, nuestra música, pero no protestáis, no podéis hacer eso por mí, por todos nosotros”. Su compañera, trenzas infinitas, vaqueros anchos, top negro y la cara pintada para dificultar el reconocimiento facial recoge el guante e increpa a los espectadores: “Os agradezco que grabéis, que difundáis el mensaje, pero uníos a nosotros, uníos a nosotros”. Son Kiarah Brown Christie y Livia Rose Johnson, ambas de 20 años. Están a punto de convertirse en dos de las caras más visibles de unas movilizaciones masivas contra el racismo jamás vistas en la Gran Manzana. Ellas todavía no son conscientes de lo que va a suceder.

Esa misma noche comienzan los primeros saqueos que durante cuatro días arrasarán los comercios más lujosos de la isla. Manifestantes violentos queman varios coches de la policía. A la mañana siguiente, el alcalde, Bill di Blasio impone el toque de queda en la ciudad de primera vez en los últimos 75 años.

Imagen de los manifestantes camino de Manhattan.
Imagen de los manifestantes camino de Manhattan.Espe Balaguer

En la trastienda del caos, Brown, Johnson y una decena de jóvenes comienzan a organizarse con el objetivo de vencer la narrativa de la violencia y forzar cambios legislativos a golpe de protesta pacífica. Dos semanas después, sus rostros recorren las televisiones, han creado el colectivo Warriors in the Garden (guerreras en el jardín), suman ya más de 11.400 seguidores en Instagram y continúan arrastrando cada día a miles de jóvenes a las calles de Nueva York. Son la nueva hornada de activistas. No tenían planeado estar donde están. No se conocían entre ellos.

“Me autodeomino activista porque es un término común, pero solo soy una persona negra que está cansada del sistema”, confiesa Johnson, modelo y estudiante de neuromarketing, de padre nigeriano y madre afroamericana e irlandesa. Conoció a Brown en una protesta pacífica en el Barclays Center de Brooklyn. Entrada la noche, cuatro policías se abalanzaron sobre ella y la detuvieron. “Ver eso cambió la reglas del juego para mí”, cuenta.

Livia Rose Johnson, una de las caras más visibles de las movilizaciones masivas contra el racismo.
Livia Rose Johnson, una de las caras más visibles de las movilizaciones masivas contra el racismo.Foto: Jeremy Cohen

El arresto resultó crucial también para Brown. “Fue traumático”, reconoce. Natural de Costa Rica, mezcla africana e indígena, tras una década en EEUU nunca había sufrido la violencia policial. Quiere dejar claro que ese no es su motivo, sino el racismo y la desigualdad que afecta también “a muchas personas en Latinoamérica y en Europa”. En las próximas elecciones votará por primera vez.

La muerte de Floyd ha supuesto un punto de inflexión para estos jóvenes que ven cómo la política dominada por hombres blancos no les representa. Sienten que no han tenido otra opción que arriesgar su salud y salir a la calle. Todos se identifican como parte del movimiento Black Lives Matter, pero no tienen relación con ninguno de sus líderes. Integran otras luchas como el feminismo, los derechos LGTBI y buscan una justicia económica con el boicot a las grandes compañías que apoyan a Donald Trump y explotan a los suyos con sueldos bajos. También buscan promocionar los negocios de origen afroamericano.

La naturaleza descentralizada de las protestas, que se reparten por diferentes puntos de la ciudad, ha dado lugar a un nuevo tipo de resistencia. “Cuando eres negro, te pasas toda la vida esperando este momento”, dice Cindy Kamtchoum, estudiante de asuntos de Paz y Justicia de 20 años. Ha trabajado para la ONU y Amnistía Internacional. Es una fuerza de la naturaleza cuando coge el megáfono. Su especialidad es azotar conciencias blancas. “El velo que oculta la realidad se acaba de levantar para mucha gente”, apunta.

Por primera vez en la historia de EEUU, los aliados blancos, como ellos los llaman, están realmente de su lado. Tras la muerte de Floyd, el apoyo de los votantes al movimiento Black Lives Matter ha aumentado casi tanto como lo había hecho en los últimos dos años, según datos de Civiqs. Pero avisan. “Esto no es Coachella”, repite insistentemente Johnson, en referencia al famoso festival de música que se iba a celebrar en abril en California. Aquí se viene a luchar. No a por fotos para subir a las redes.

La naturaleza descentralizada de las protestas, se reparten por diferentes puntos de la ciudad, ha dado lugar a una resistencia inusual. “Cuando eres negro, te pasas toda la vida esperando este momento”, dice Cindy Kamtchoum, estudiante de asuntos de Paz y Justicia de 20 años

Necesitan gente como Joseph Martínez, el primer aliado miembro fundador de los Warriors. Otro veinteñero de padre puertorriqueño y madre nicaragüense, responsable de un restaurante en paro por la pandemia. Exige cambios legislativos. “Vamos a seguir protestando y cuestionando a nuestros representantes en sus políticas”, declara. Fue el encargado de presentar las propuestas en una puesta en escena esta semana ante la sede de ONU.

Entre ellas está la polémica reclamación de recortar el presupuesto del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD, por sus siglas en inglés), actualmente en 5.600 millones de dólares anuales, para redirigir fondos a vivienda, trabajo y educación de los más desfavorecidos. Di Blasio ha anunciado que lo apoyará, sin determinar la cuantía.

La presión llevó el viernes al gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, a aprobar una histórica reforma de los departamentos de policía que incluye la derogación de la ley 50-a, que ha permitido durante décadas mantener en secreto los registros disciplinarios y personales de los agentes, y la prohibición del uso del estrangulamiento.

Pero en el horizonte está conseguir que se detenga y se procese a los agentes que dispararon a la joven de 26 años Breonna Taylor, en su casa de Louisville (Kentucky) el pasado 13 de marzo de 2020. Y que detrás de ella, se investiguen los demás casos. Hace ahora una semana que ganaron la batalla a los violentos y a la policía con una gran marcha pacífica que recorrió los cinco barrios de Nueva York. Al día siguiente, se levantó el toque de queda y empezaron las reformas. La protestas funcionan. Y no van a parar.

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