Va a ser que no...
“Reflexionar profundamente sobre lo que hemos experimentado y mejorar drásticamente la educación y la sociedad” (Andy Hargreaves)
El impacto social de la COVID-19 y sus consecuencias en los sistemas formales de educación plantean muchos interrogantes sobre la reapertura de los centros. El sistema sanitario, el de cuidados (residencias de ancianos, entre otros) y el propio sistema educativo se han visto superados en esta pandemia.
Ahora, cuando nos encontramos en una fase de desescalada, de vuelta a la ‘nueva normalidad’, se abre la oportunidad de hacer de los sistemas públicos una red de atención y promoción cada vez más justa, equitativa y para todos. Con este propósito, y haciendo referencia al sistema educativo, hemos elaborado estas reflexiones.
Abrir los ojos y los oídos a los relatos de docentes, familias, estudiantes y de otros profesionales sobre sus vivencias durante el reciente periodo de enseñanza ‘confinada’ se hace necesario si queremos pensar en cualquier reconstrucción. Desde esta lógica, continuamos nuestro análisis anterior sobre el “diario visual” de un profesor. Las viñetas que incorpora ilustran el significado de una enseñanza a distancia dirigida a estudiantes ’confinados’ y en diálogo con familias y entorno mediático.
Acercar este diario de viñetas y comentarlas nos proporcionará claves sobre la complejidad que ha supuesto desplegar una modalidad de enseñanza ‘virtual’ y la que puede significar la reapertura de un sistema escolar muy ‘tensionado’.
Una enseñanza ‘confinada’ y una frágil ‘reapertura’
En esta desescalada tendríamos que debatir y diseñar una vuelta escolar a una ‘nueva normalidad’ mucho más prometedora
En este periodo de confinamiento hemos tenido la ocasión de observar las nuevas habilidades profesionales desplegadas en la construcción de distintos formatos de respuesta. El docente ‘confinado’, a pesar de las circunstancias, ha querido mantener una relación emocional positiva con sus estudiantes, sin la cual difícilmente hay aprendizaje. “En esta crisis, lo esencial ha sido su capacidad de trasladar, adaptar y reinventar en un entorno casi exclusivamente virtual lo que antes era sólo o abrumadoramente presencial, cada cual por sí mismo o en colaboración” (Fernández Enguita, 2020).
Este esfuerzo por dotar de sentido los nuevos formatos de enseñanza no ha obtenido el reconocimiento necesario por parte de las administraciones, más allá de las consabidas ‘buenas palabras’; cuando ha exigido asumir un rápido cambio de funciones, tareas... de fuerte impacto en la vida laboral y personal de los docentes. Sin embargo, sí ha comenzado a apreciarse por las familias.
En esta línea de nuevas evidencias, la crisis del coronavirus ha destapado, también, toda una serie de brechas sistémicas de nuestra sociedad que, ‘instalada’ en el llamado ‘estado de bienestar’, ha permitido que la desigualdad y la injusticia transiten con toda impudicia.
En educación, la repercusión de la llamada ‘brecha digital’ (hardware, software y, sobre todo, habilidades de uso y navegación en entornos virtuales) ha sido un hecho, si bien, sólo ha sido uno de los hándicaps sufridos, entre otros muchos, aún más relevantes.
Han faltado respuestas estructurales a situaciones de pobreza, los impedimentos de muchas familias a realizar el apoyo educativo que se esperaba (la capacidad de respuesta de los entornos familiares ha sido significativamente distinta, según recursos culturales, disponibilidad de tiempo y características económicas), la falta de expectativas laborales, condiciones de habitabilidad, diferencias en el acceso a estudiantes y familias, algo que ha sido extremadamente difícil en grupos sociales debilitados. A lo que unir el grave problema orgánico, previo a la pandemia... ‘la segregación escolar socioeconómica es uno de los principales problemas del sistema educativo español’ (Save the Children, 2018).
Estas circunstancias nos llevan a pensar que la vuelta a las aulas no puede ser para hacer ‘más de lo mismo’, para seguir fortaleciendo rutinas y prácticas que impidan afrontar nuevas emergencias y hacer frente a las carencias sistémicas detectadas. Ahora “nuestro reto debería ser no continuar exactamente igual que antes, sino reflexionar profundamente sobre lo que hemos experimentado y mejorar drásticamente la educación y la sociedad” (Hargreaves, 2020).
Tendríamos que estar debatiendo y diseñando la vuelta a una ‘nueva normalidad’ escolar, mucho más prometedora que la de antes. Sin embargo, no es ésta nuestra realidad,nos encontramos con burocráticas instrucciones administrativas de reapertura para el mes de junio y con acuerdos genéricos para septiembre, como el de la Conferencia Sectorial de Educación, asumidos por las CCAA de manera desigual, atiborrado de ‘buenas palabras’ y sin garantías de implantación en los centros.
Las 15 CCAA que han suscrito el acuerdo sectorial lo han hecho desde una circunspecta buena voluntad’: “... realizarán todos los esfuerzos necesarios para asegurar la modalidad presencial en todas las enseñanzas, niveles y etapas educativas”, nada alejada del hecho de poder desplegarse formalmente casi a ‘coste cero’. La Federación de Enseñanza de CCOO manifiesta a este respecto ... ‘se prima el ahorro sobre el derecho a una educación de calidad y la seguridad de los distintos sectores de la comunidad educativa’.
Nos tememos que al final, como ha sido habitual en el periodo de confinamiento, la responsabilidad recaerá en los centros escolares con el consiguiente aumento de estrés laboral para equipos directivos y profesionales de la enseñanza.
Estas regulaciones, marcos, enunciados... administrativos poco o nada dialogados y alejados de las exigencias que plantea cualquier desarrollo real en los centros, son la causa de la posición crítica mantenida por muchos profesionales de la enseñanza. Una postura que se ha pretendido debilitar con algunos enunciados públicos que la han calificado de ‘resistencia de parte de los profesores para no volver a los centros docentes’, dirigiendo la mirada a una supuesta falta de compromiso profesional, que se contradice con las abundantes muestras de esfuerzo desarrollado por el profesorado durante el confinamiento.
A lo largo de estos primeros días de junio hemos comprobado que ni las escuelas, ni los docentes, ni los estudiantes, ni las familias y, ni mucho menos, las administraciones educativas están en condiciones de iniciar una reapertura hacia una escuela mínimamente reconstruida, justa y equitativa. En estas escaramuzas de reapertura se asumen sin ‘parpadear’ los déficits anteriores, no se adoptan medidas reales de mejora y se robustecen las disfunciones detectadas.
Las instrucciones administrativas de vuelta a las aulas no deben contemplar sólo medidas de cuidado, necesarias e imprescindibles, de las condiciones físicas y de salud de sus habitantes (por otra parte, extremadamente desafiantes para las escuelas). Tendrían que dar más cabida, y con la misma rotundidad, a otros aspectos más emocionales, de seguridad y bienestar, de acogida, de complicidad relacional, organizacionales, curriculares y de desarrollo profesional (“el bienestar no es una alternativa al éxito. Es una condición previa esencial para el éxito, especialmente en los grupos de estudiantes más vulnerables”. Hargreaves, 2020).
Quizá ahora más que nunca sea necesario atender las necesidades de una enseñanza justa, un aprendizaje en profundidad y un desarrollo curricular de éxito para todos los estudiantes. Hemos de reconsiderar el valor y el sentido de la escolarización y transformar los mecanismos burocráticos de respuesta inmediata y los rápidos análisis políticos y de los medios de comunicación, por otros modos de trabajo más reflexivos y centrados en aspectos sustanciales del aprendizaje.
Las respuestas de emergencia a las necesidades de la enseñanza y la escolarización no deberían considerarse lo único que puede esperarse de las actuaciones administrativas y de la profusión de declaraciones de opinión (COVID-19: ¿Por qué todos llevamos un tertuliano dentro?).
Lo que muchos docentes, denominados ‘resistentes’, reclaman no es otra cosa que utilizar la desescalada para que, en colaboración, comunidades educativas y administraciones, dialoguen y responden a la pregunta de... ¿Qué condiciones son necesarias para que los estudiantes aprendan con sentido y los maestros enseñen en entornos de inclusión educativa, y qué responsabilidad deben asumir las administraciones y los recursos de apoyo en el establecimiento de estas condiciones?
Una pregunta que exige respuestas en torno a... ¿Qué papel debe asumir la tecnología en la nueva realidad escolar? ¿Qué formatos de aprendizaje a distancia, combinados... son viables, necesarios y justos? ¿Qué alumnado requiere, en todo caso, una enseñanza presencial?
¿Cuál debe ser el sentido de la socialización que realizan los establecimientos escolares? ¿Qué aprendizajes y cómo organizarlos de acuerdo con los principios de inclusión y justica escolar? ¿Qué formas de evaluación serían las adecuadas en estas circunstancias? ¿Cómo reducir la deserción escolar y empezar a recuperar el aprendizaje perdido?
¿Cómo organizar comunidades de aprendizaje en los barrios que participan de los apoyos comunitarios? y un largo etcétera.
De estas cuestiones tratan las vivencias recogidas en las viñetas del ‘Diario Visual’ de Ramón Besonías, profesor de Educación Secundaria, del IES ‘San José’ de Badajoz; algunas de ellas, laspresentamos y comentamos a continuación.
Diario ‘visual’ de una enseñanza ‘confinada’
El puzzle imposible de un escenario distópico
Un diario es un relato de incertidumbres, que recompone a través de piezas deslavazadas lo que la memoria le devuelve de forma difusa, evocando las ruinas de lo vivido. Si a esto añadimos que nos toca vivir tiempos de miedo, recluidos en casa —también en nuestro diálogo interior— sin certezas ni planes a largo plazo con los que dar una dirección a nuestras esperanzas, todo se vuelve más confuso, y a través de emociones contrariadas, retazos que unimos a trasmano, uno hila como buenamente puede el puzle imposible de este escenario distópico.
Quizá por eso, este diario es un diálogo abierto, porque no hay certezas que lo sean, sin el arbitrio de voluntades compartidas. Un diario es una manera como otras de no conformarse, de adoptar una postura incómoda que nos impele a buscar respuestas, no ahora, eso seguro, quizá cuando nos miremos a la cara y juntos reconstruyamos lo perdido.
En la entrada anterior comenzábamos este dialogo y lo dejamos en los días 1 y 2 de mayo con la enseñanza de que... “En tiempos de incertidumbre, a la saya se le ve el refajo”, aludiendo a las pocas expectativas que se abrían, ya por entonces, de que las administraciones cubrieran las necesidades de un sistema escolar que, en esos momentos, hacía aguas.
5 y 6 de mayo de 2020
Corremos el riesgo de precarizar el sistema educativo bajo el espejismo de las TIC
Tras más de dos meses de enseñanza confinada se iba confirmando lo que ya intuimos en un principio. Docentes, alumnos y familias se fueron adaptando a las circunstancias como buenamente se pudo, pero esto no es lo deseable, pese a que haya quien se entusiasme, imaginando las virtudes de una enseñanza online, o se frote las manos ante lo que intuye un negocio en alza. Ningún docente desea honestamente enseñar así.
» Es imposible que exijan más horas de trabajo...
Este escenario educativo es distópico, forzado y está generando en la comunidad educativa unos preocupantes niveles de estrés y ansiedad, sin tiempo para asimilar, sin espacios compartidos en los que serenar lo vivido y reconstruir lo que vendrá.
La narrativa pirotécnica de los vendedores irredentos de la innovación tecnológica debe plegarse a la realidad. No ha funcionado, y no lo ha hecho porque tan solo hemos usado la tecnología a modo de kit temporal de supervivencia, sin formación sólida y continuada, sin planificación previa, sin el necesario soporte de la enseñanza presencial.
Esto no significa que no haya sido una enseñanza digna. Familias y docentes hemos puesto todo nuestro ingenio, voluntad y empatía al servicio de nuestros hijos y alumnos, pero no es ésta la educación que necesitamos, menos aún bajo el escenario que nos espera tras el verano, en el que deberemos afrontar grandes retos, recomponiendo emociones, apoyando a los alumnos más vulnerables, dialogando con las familias, trabajando los docentes como comunidad, no como kamikazes, cada cual en su aula.
» ¡A la rica píldora educativa!
7 y 8 de mayo de 2020
La dermoestética
Una institución es un armatoste pesado y lento, pero en situación de emergencia debiera poseer flexibilidad y responsabilidad para responder no solo a demandas inmediatas, también adelantarse a lo que vendrá. Es lo mínimo que le exigimos a quien debe liderar un sistema educativo.
Sin embargo, ni el Ministerio de Educación ni las consejerías han sabido prever y actuar a tiempo; ni siquiera, cuando tenían la urgencia ante sus ojos y la comunidad educativa se lo estaba reclamando, han tenido la audacia de asumir ese reto.
Han pecado de cortoplacismo, a expensas de las órdenes de intendencia, sin establecer planes contundentes de prevención y apoyo a la comunidad educativa. Y cuando ya era tarde, se limitaron a una mera dermoestética, recurriendo a la deshonesta estrategia de Pilatos, delegando responsabilidades en los equipos directivos, sin garantías jurídicas ni sanitarias. Y en ésas estamos, hasta que junio marque el fin de un curso que hace tiempo debió acabar para pensar juntos en los centros lo que realmente importa. La desescalada educativa ha sido más bien un descalabro.
» ¡Paso, no quiero hacer más tareas!
9 y 10 de mayo de 2020
Los docentes solo supimos de palacio que debíamos buscarnos la vida
Viendo que junio estaba a vuelta de la esquina, el dilema se centró en decidir a toda prisa si se abrían los centros y en qué condiciones.
Todo ello bajo un escenario sin medios previstos con tiempo y sin planificar con antelación el proceso. La improvisación ha marcado la agenda ministerial y de las consejerías.
Desde el 13 de marzo, los docentes solo supimos de palacio que debíamos buscarnos la vida y esperar nueva orden, orden que llegó tarde y forzada, cuando ya alumnos, familias y docentes estábamos cansados de la letanía impenitente de tareas —en su mayoría absurdas y repetitivas— y era evidente desde un inicio que el trimestre no se podía recuperar y que nuestros esfuerzos debían centrarse en ayudar, acompañar y ser sensibles a la situación que estaban viviendo nuestros estudiantes y sus familias.
» ¡Corremos el riesgo de llegar a septiembre improvisando de nuevo!
11 de mayo de 2020
Cacarear que tienen orejas, pero no escuchar
Ni siquiera ahora que ya el curso está finiquitado los gestores educativos se ponen manos a la obra para establecer protocolos de cara a septiembre.
Salvar las apariencias ha sido el mayor esfuerzo de ministerios y consejerías. Hoy — ¡A buenas horas, mangas verdes! — en Extremadura la Consejería de Educación ha escrito a los docentes para pedirles opinión, con la flagrante intención de dejar constancia escrita de que la opinión fue solicitada, de que ellos escuchan a sus docentes. Así funciona el teatro político. ‘Cacarear que tienen orejas, pero no escuchar’.
Todos y cada uno de los sindicatos aconsejaron no abrir los centros. Ninguno se sintió escuchado por la Consejería. No hay docente que no empatice con esa sensación de ninguneo.
» ¡No a la improvisación y al cortoplacismo!
14 de mayo de 2020
Ofrecer un cierre de curso digno, indeseable pero digno.
La comunidad educativa sabe que está sola en este proceso. No puede esperar a que desde arriba se decida qué hacer.
— Ramón Besonías: “La prioridad es asegurar la salud de todos y ofrecer como hasta ahora un cierre de curso digno, indeseable pero digno. No aconsejar de ningún modo que nuestros alumnos vuelvan a los centros y ponerse manos a la obra en planificar septiembre, que será sin duda el gran reto a asumir.”
Cerrar los centros en marzo fue una decisión sabia; no volverlos a abrir hasta septiembre es más lo sensato. Dar por terminado un curso en el que sin duda la mayor enseñanza es saber vivir en una incertidumbre sobrevenida, apoyándonos mutuamente.
» ¡Gobierno dimisión...! ¡Libertad!... /////// » ¡Pan, trabajo...!
15 de mayo de 2020
No podemos pensar como docentes en ir a fichar al centro y ya está
Tenemos retos importantes que emprender. No confundir importancia con urgencia. Poner en marcha septiembre con garantías sanitarias y de dotación será nuestro problema más nimio.
Nos espera un escenario de familias precarizadas, cuando no en situación de pobreza. La escuela no puede cerrar los ojos a esa situación, pretendiendo que su intervención se reduzca a la mera instrucción: pórtate bien, estudia y aprueba.
Todas estas distopías sociales y económicas afectan a la escuela, y es nuestra responsabilidad no solo profesional, también ética, responder a ellas. No podemos como docentes ir a fichar al centro y ya está. Los centros deben ser no solo espacios de conocimiento, también de empoderamiento comunitario y acción compartida que transformen el entorno de nuestros alumnos. El aprendizaje-servicio debiera ser el objetivo primordial de la escuela pública en tiempos de posCOVID.
» ¡Pórtate bien, estudia y aprueba!
19 y 20 de mayo de 2020
La tentación de adoptar modelos presupuestarios débiles, maquillados de reformismo
Varias amenazas requerirán de nuestro arbitrio y voluntad. No son nuevas, ya antes del confinamiento estaban ahí, esperando una solución aún irresuelta. La crisis sanitaria y económica no ha hecho sino ponerlas aún más de relieve.
Por un lado, aumentar la inversión en educación, y no solo en infraestructura tecnológica, sino también en docentes, repensando el actual estado de las ratios, infladas sin pudor, impidiendo una enseñanza de calidad. Sin duda, en septiembre existirá la tentación de adoptar modelos presupuestarios débiles, maquillados de supuesto reformismo, pero que intentarán mantener o subir ratios, eliminar líneas y adelgazar plantillas. Madrid y Cataluña son ejemplos de esta inquietante tendencia.
» El marrón para los centros
21, 22 y 25, 26 de mayo de 2020
Una profunda transformación del sistema educativo. No basta con remiendos
Otro reto será la inclusión educativa, que ya antes de esta distopía estaba amenazada, basculando hacia el modelo de centro a la carta, sin valentía por parte del Ministerio de Educación de revisar los criterios de elección de centro, ajustándose a principios de inclusión, no solo de libertad.
La crisis económica que dejará este escenario no alienta mejoras al respecto. Si la educación pública no se convierte en prioridad para el ejecutivo, no haremos sino agravar la brecha social, impidiendo una efectiva igualdad de oportunidades para los alumnos más vulnerables a esta crisis. Comunidades autónomas especialmente sensibles como Extremadura, ya tienen tasas de abandono y de paro suficientemente graves como para que la falta de visión de futuro aumente las dificultades de los que menos tienen.
» En cuanto me salga algo, lo dejo
Necesitamos una profunda transformación del sistema educativo. No basta con remiendos, tapones temporales con los que achicar agua en el océano y que retrasen un naufragio ya anunciado. Hay que poner la educación en el centro del debate político, recuperando la confianza en que sea un espacio real de transformación social y futuro laboral.
La sospecha es que las administraciones, esos armatostes pesados y lentos, sigan funcionando de forma cortoplacista y a expensas de la agenda electoral, impidiendo un cambio sustancial. Necesariamente hay que parar, serenarse, tener voluntad de consenso y reconstruir lo perdido. Sin dietas de verano. Sin dejar a nadie fuera.
» ¡Es hora de arremangarse juntos!
Epílogo
Este diario de vida docente queda iniciado, pero falta aún mucho que aprender y compartir del modo cómo docentes y estudiantes se han ‘adaptado’, por supervivencia, de manera poco deseable, a un escenario de carencias institucionales. Os animaos a seguir profundizando y, al tiempo, disfrutar de su contenido en el... Diario de Campaña de Ramón Besonías.
(*) Versión para profesionales en ResearchGate (Descargar en pdf).
(**) Ramón Besonías Román es docente de Filosofía en el IES San José de Badajoz y coordinador TIC del centro. Un profesional proactivo en rrss y colaborador en numerosos proyectos de trabajo colectivo y de innovación educativa, principalmente relacionados con el uso del pensamiento visual, la radio y los audiovisuales, como Radio San José (proyecto de radio), Filosofía por un tubo (proyecto de Visual Thinking en el aula de Filosofía), ocaSTEM (proyecto colaborativo de ciencia inclusiva y robótica), Dibújamelas (proyecto colaborativo sobre Visual Thinking), Diario de campaña (diario visual durante el confinamiento), Dibucedario 2020 (reto: crear una ilustración cada día de enero), History of art... all art (diseño gráfico sobre mujeres pintoras), Frenteal coronavirus, actúa (infografías), Dibucedario 2019 (reto: crear un marcapáginas cada día de enero), Historia de Pepa y Pepe (diseño gráfico de la escalera de la violencia de género), ¡Cuídate, mujer!(diseño gráfico en lectura fácil de guía contra la violencia de género), Zona libre de acoso (proyecto educativo con estudiantes de ESO), Historia de mi móvil (reto educativo con estudiantes de ESO), En mi verso soy libre (ilustraciones del concurso de relatos Aulas Hospitalarias), Buzones rojos (proyecto radiofónico de educación afectivo-sexual), Ficcionario (proyecto colaborativo internacional de palabras inventadas), eduKacine (ciclo de cine y educación, proyección y elaboración de materiales). Colabora en talleres formativos para docentes y ha colaborado en ‘Escuelas en red’, con el post: Yo no me meto! ¡No sea que...! ¡Yo no he visto nada!...
(***) Agradecemos a estudiantes, docentes y familias de la comunidad educativa del IES ‘San José’ de Badajoz el apoyo a esta concepción, modo de analizar y ejercer la enseñanza.
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