Detrás de la ‘mascarilla’
La pandemia le ha sacado los colores al sistema escolar
Solemos escuchar y leer con frecuencia que esta pandemia está sacando lo mejor de nosotros, y seguramente, es cierto. Nos tememos que también lo menos noble. Esta afirmación tiene su particular expresión en el ámbito de la enseñanza.
El relato que iniciamos trata de eso, de ilustrar algunas vivencias de un profesor ‘en confinamiento’, que intenta continuar sus tareas profesionales en un escenario muy diferente. El temor global a la propagación de la enfermedad, el dolor por la pérdida de familiares, la incertidumbre y la debilidad de la respuesta del ‘aparato’ escolar han sido algunas de sus constantes.
En esta ocasión nos vamos a servir de las viñetas de un ‘Diario Visual’. Cada estampa gráfica representa un análisis de los claroscuros de este periodo de ‘ficción de educación a distancia’. La secuencia cronológica de las imágenes nos permite seguir la evolución de los sentimientos, deseos, frustraciones y aspiraciones de un docente ‘confinado’.
El docente es Ramón Besonías, profesor de Educación Secundaria, del Instituto Público de Educación Secundaria ‘San José’ de Badajoz, y los protagonistas de las viñetas son sus estudiantes, las familias, la opinión pública, el propio Ramón y su entorno más próximo, que incluye a su hijo, un estudiante de tercero de ESO. Toda la colección de ilustraciones está alojada en un espacio virtual, al que Ramón ha denominado... ‘Diario de Campaña’.
El confinamiento general que hemos sufrido ha tenido su especificidad en el ámbito educativo, tal como destapa cada viñeta del ‘Diario’. Se representa el interés del docente que, tras jornadas maratonianas de horas y horas de preparación y esfuerzo, se afana por convertir momentos de interacción online en tiempos de escucha y acogida.
Aparece el trabajo y la imaginación del profesorado que trata de emular ‘en confinamiento’ una relación educativa personal, organizando un entorno de aprendizaje online en el que sea posible conocer y sentir. Se intenta configurar un espacio a resguardo de la abundancia de partes de infectados y muertes, de las preocupaciones familiares sobre el futuro laboral y del ‘efecto adormidera’ cultivado por las florecientes plataformas online de entretenimiento.
Este ‘ruido’ es incompatible con cualquier aprendizaje y se amplifica al trabajar con los estudiantes que presentan más necesidades. De Sousa Santos nos hace caer en la cuenta de que el riesgo de precariedad, expulsión, violencia o enfermedad, también muerte, nunca han actuado para todos por igual; y en ‘confinamiento’, es evidente que mucho menos.
También hemos sido testigos en las redes sociales, de profesoras y profesores que han puesto a libre disposición sus materiales de trabajo, se han prestado a mantener debates con otros colegas, los han acompañado en el uso de las tecnologías, mostrando, además, cómo crear entornos virtuales de relación.
En muchos portales de Internet y en la prensa, han proliferado las reflexiones sobre el valor de la educación en el desarrollo personal, se ha rechazado una dominante concepción burocrática más preocupada más por ‘guardar las apariencias’ (el aprendizaje de los estudiantes esta atendido desde la modalidad de ‘Teleenseñanza’, afirman algunos responsables de la administración), y se ha denunciado el irresponsable olvido de los estudiantes más vulnerables.
Lo anteriormente apuntado sería una muestra de lo mejor de nosotros, para la vuelta a la presencialidad de la enseñanza. Sin embargo, paralelamente han existido otros comportamientos menos prometedores, que han tenido su reflejo en las viñetas de nuestro ‘Diario’. Se han consolidado actitudes y rutinas de enseñanza poco plausibles. Durante el confinamiento se ha abusado de las tareas académicas, de los deberes al uso... y se ha encontrado coartada en la función más amedrentadora y selectiva de la calificación escolar (si es que, si les digo que las tareas no entran en el examen, no me las hacen...).
Hemos sido testigos de las quejas de muchos enseñantes por el desánimo de sus estudiantes y por su poca o nula participación en las conferencias grupales online, sin tomar mucha conciencia del entorno familiar carencial en el que podrían encontrarse. También hemos sufrido el ‘desaforado’ desembarco de apps, gadgets, redes... que ‘gratuitamente’ se han facilitado desde las tiendas online, los portales y los repositorios de las mayores empresas tecnológicas, interesadas en el mercado de la educación y que han añadido más simplicidad y confusión al proceso de aprendizaje.
En estas circunstancias y con esta mochila de ilusiones y desencantos nos enfrentamos esperanzados a la vuelta, a las clases presenciales, a los centros escolares abiertos. Es momento de hacer recuento de lo mejor y lo peor, de lo bueno y lo menos bueno, de lo ocurrido y experimentado en esta etapa de ‘docencia confinada’. Se dice que la humanidad no suele aprender bien y rápido de sus errores y es probable que la nueva normalidad tenga mucho de calco de la vieja, para bien y para mal, pero peor sería no intentarlo.
En nuestro recuerdo van a estar presentes, durante mucho tiempo, algunas expresiones, comentarios e imágenes de este periodo en confinamiento. Nuestro deseo sería que sirvieran de ayuda en la definición de esa nueva normalidad educativa. Se necesita convicción y no olvidarse de lo sucedido. No basta la presencialidad para asegurar que las instituciones escolares cumplan sus funciones esenciales; siendo ésta muy importante e incluso, en ocasiones imprescindible, no es suficiente. La investigación y el conocimiento pedagógico ya nos informan de que la presencia escolar en demasiadas ocasiones está orientada a “docilitar los cuerpos, a disciplinar las mentes, a escindir alma y razón”, (Aina Tarabini, 2020).
Viernes 13 de marzo
Último día de clase presencial
El mismo viernes que se anunció el confinamiento, Ramón tenía preparada en su centro una infografía gigante que serviría para que los estudiantes distinguieran entre hechos y fakes.
Existía una cierta cautela, pero no tenían aún sensación de riesgo. A lo sumo un ‘aléjate un metro’, unas risas ignorando lo que estaba por venir, y en las alumnas y los alumnos no poco regocijo por lo que intuían iba a ser una oportunidad para perder unos días de clase. De hecho, ya ese viernes muchos se quedaron en casa.
Nadie preveía que la cosa iba para rato; a lo sumo dieron unas breves instrucciones, mezcla de lo que se sabía y un tanto de intuición. No dio tiempo a más. Se fueron a casa con lo puesto, menos aún estaba la cosa para un abrazo, esos que hoy tanto se añoran.
Sábado 14 de marzo
Diario de Campaña
La infografía fue premonitoria. Desde ese día Ramón no ha dejado de garabatear lo que ve. Según él, emociones e ideas hiladas al vuelo. Como decía Dickens, “cuando lo hayas encontrado, anótalo”.
Declarado el estado de alarma, se cierran los centros escolares y comienza otra modalidad de enseñanza, una escuela ‘vaciada’ de ritos y rutinas, con presencias virtuales, con otros significantes y otro significado.
La confusión se adueña del estado de ánimo de profesorado y alumnado, y la preocupación primordial es preparar las tareas académicas y que los estudiantes estén ocupados. En estos primeros días, no hay lugar para otros cometidos esenciales y específicos de cualquier escuela pública, común, obligatoria y gratuita, la de ser instrumento de igualación social (Gimeno Sacristán, 2000). Sin embargo, es ésta una función que sólo la puede sustentar la escuela como institución social, más allá de las muchas limitaciones, sesgos... y de las múltiples formas de exclusión.
20 y 21, 27 y 28 de marzo
La ficción de educar a distancia
Recientemente en la literatura especializada hemos encontrado algún trabajo que, a nuestro juicio, acertadamente ha denominado a esta modalidad de enseñanza confinada... “la ficción de educar a distancia” (Rogero, 2020).
Esta ficción viene sustentada en una serie de presupuestos ideológicos, que tienen su reflejo en las viñetas de este ‘Diario’.
Por ejemplo, se piensa sin reparo, que “pueden enseñarse contenidos esenciales a distancia”, sin advertir la necesidad de interacción presencial para el aprendizaje, la dificultad de trabajar y evaluar el trabajo en equipo o la participación democrática, la gestión de las emociones, la resolución de conflictos y un largo etcétera.
Otro de los presupuestos, consiste en creer que “la madre o el padre tienen el tiempo y las capacidades para sustituir al docente”; una opción que sería sólo parcialmente posible en “familias con condiciones materiales, tiempo y formación suficiente como para llevarla a cabo”, más allá de la necesaria disponibilidad de habilidades pedagógicas para el desempeño de las tareas de enseñanza.
La idea también de que “el hogar puede sustituir a la escuela”, cuando sabemos que cuatro de cada diez niños y niñas viven en hogares sin condiciones adecuadas, agravadas de forma pronunciada cuando hay bajos ingresos: “El 62 % del alumnado que vive en los hogares del quintil más pobre tiene alguno de estos problemas, por el 16 % de quienes viven en el quintil más rico” (Rogero, 2020; sobre microdatos de la Encuesta de Condiciones de Vida 2016).
Se instaura también la creencia de que “el sistema educativo está preparado para enseñar a distancia”, otro presupuesto desmentido por la evidencia; o se considera que “la emergencia sanitaria no afecta emocionalmente al alumnado”, es decir, que los miles de personas que han necesitado hospitalización o que han muerto durante la pandemia, han sido una circunstancia irrelevante.
31 de marzo, 1 y 2 de abril
No lo duden, el curso ha acabado
— Ramón Besonías: “Aún me pasa. Menos, pero me pasa, esa sensación de estar molestando a mis estudiantes con tareas —pocas, aisladas, motivadoras... Podéis elegir el calificativo que deseéis.
.... imagina uno de estos alumnos cuando llegó a casa al decretarse el confinamiento. Sin apoyo familiar, sin ambiente de trabajo en casa, sin hábitos, sin medios y con numerosos problemas serios que le comen el ánimo al más pintado. La educación no deja de ser el menor de los problemas para estas familias. Me temo que en septiembre seguirá siendo así...”
Los alumnos y las alumnas de ESO, en estos momentos, apenas responden. Han intuido sabiamente que el curso ya ha acabado, que enseñar se enseña en un aula, que ¡vale, es guay eso de las Tics!, pero en clase, cara a cara.
Muchos no tenían medios digitales, pero no es ésa la causa principal de ausentarse, de no estar en el ‘meet’ (encuentro virtual), de esquivarse unos y otros; los estudiantes no acaban de entender eso de aprender si no es con un profesor o una profesora cerca. Para estudiantes, docentes y familias la institución educativa vuelve a recobrar su relevancia educativa como entorno esencial de socialización.
En el fondo es de alabar esa rebeldía inconsciente y su desaire a aquellos que creyeron ver en este confinamiento una oportunidad para demostrar que enseñar online de forma masiva es posible e innovador, sin el arbitrio de la mirada. Dejémosles sanar las heridas que de seguro está dejando, dejará esta distopía, y esperemos que juntos, si puede ser a menos de dos metros, podamos compartirlas.
¡Después de mucho móvil y mucha ‘plei’, lo que aflora en el fondo son emociones de soledad, de necesidad de risa, afecto, libertad... y de ver a los amigos!
14 y 15 de abril
Amazon agota sus existencias de impresoras
La investigación pedagógica insiste en afirmar que la competencia digital docente y el uso de las tecnologías no está en conocer el último gadget tecnológico, sino en el uso pertinente, centrado en el estudiante y en el tipo y grado de aprendizaje que se desea promover.
Las tecnologías al servicio de un planteamiento pedagógico con sentido necesitan estar disponibles para todos, en su acceso y dominio, plantearse desde un uso crítico y consciente y alimentar el placer de aprender y enseñar. Nada que ver con imprimir apuntes y deberes para enviar por correo postal o electrónico.
No parece que estas recomendaciones de la investigación hayan inspirado el uso dominante que se ha hecho de las tecnologías durante esta pandemia.
— Ramón Besonías: “Los alumnos de la ESO recibieron tarde los portátiles y aun así la mayoría no se han sumado a las tareas del profesorado, y no solo por la falta de medios. Los alumnos más vulnerables están menos preparados para adaptarse a un entorno de aprendizaje ‘online’.”
Es esta desigualdad de oportunidades y de condiciones para el aprendizaje la que ha quedado expuesta, en toda su crudeza, durante este periodo de ‘escuela confinada’. La pandemia le ha ‘sacado los colores’ al sistema escolar.
La situación de cierre de la escuela presencial a la que nos hemos visto sometidos brinda una oportunidad única para probar a quién le ha perjudicado más esta situación. Seguro que nos adelantamos respondiendo que…a los de siempre. Es verdad que en estas circunstancias la respuesta se ha hecho evidente. Tengamos en cuenta que además de la llamada brecha digital, han existido diferentes activaciones del capital cultural y social de unas familias y de otras y diferentes acciones desplegadas por los distintos tipos de centros que ahondan esa desigualdad.
El sueño de las TIC produce monstruos.
21 de abril
‘Anoche tuve un sueño muy malo... que esto se alargaba’
Han transcurridos los días y Ramón comienza a tomar conciencia de que las experiencias que se estaban viviendo y lo que estaban aprendiendo sus alumnos y alumnas durante este confinamiento no estaban recogidas en los currículos oficiales, ni podían cifrarse en una herramienta de evaluación como la rúbrica.
Algunos docentes y estudiantes pueden pensar que estas semanas han sido una excelente oportunidad para aprender online. Sin embargo, a la luz de las reflexiones de los estudiantes, no parece ser cierto.
Este modelo de enseñanza improvisado, a trasmano, más interesado por mantener una irreal sensación de normalidad educativa que por honesta voluntad de servicio, ha generado en estudiantes y docentes un estrés añadido al que ya de por sí supone el confinamiento.
No hicieron falta muchos días para que el profesorado descubriera que su principal objetivo no iba a ser facilitar una continuidad, del todo innecesaria y altamente disruptiva. Más bien se trataría de no agravar la situación del alumnado, hacerles el camino más llevadero, acompañarlos, cuidarlos. En eso se iba a convertir la razón de su tarea. Simplemente en estar ahí, que lo supieran, sin apenas molestar.
En estos momentos, la preocupación ya no era esencialmente curricular, ni mucho menos, se trataba de aprovechar las oportunidades que brinda la relación telemática para sacar fuera de sí lo que sentían y pensaban en este tiempo de educación confinada.
En definitiva, lo mismo que hacía Ramón al volcar sus sensaciones, reflexiones y comentarios en el diario visual. La incertidumbre les igualaba, la frontera impostada entre estudiantes y docentes se diluía por momentos, y una sana necesidad de compartir parecía crecer en todos.
26 de abril
La escuela seguirá necesitando no solo dos capas de pintura, sino vigas nuevas que la sostengan
— Ramón Besonías: “Quiero ser optimista y pensar que el cambio que provocó en nosotros la necesidad de ofrecer respuestas, cuando acabe esto, sin sentir ya la obligación, sea la voluntad quien lo haga posible. Pero sé que somos animales de costumbres, que por mecánica clásica un cuerpo no se mueve si no hay otro cuerpo que lo mueva o una fuerza interna que lo haga posible."
Ramón sigue comentando estas singulares circunstancias y con cierto temor manifiesta... “lo más probable es que el docente que tenía miedo a no terminar el temario siga obsesionado con ello, y el que disfrutaba innovando, siga practicando, haya coronavirus o no. O puede, quién sabe, que esté equivocado, y a la sombra de este infortunio, heridos de incertidumbre, hayamos aprendido algo, a ser más empáticos, a escuchar, a valorar eso de que a un niño lo educa toda la tribu, que ir cada docente a lo suyo en su aula, con sus asignaturas, libros y costumbres quizá sea cómodo, pero con el tiempo nos aleja de las necesidades reales de nuestros alumnos”.
Es posible que cuando se enfríen los afectos, libres de temor, cada mochuelo volverá a su olivo, feliz en su rutina. Pero la escuela, no lo duden, seguirá necesitando no solo dos capas de pintura, sino vigas nuevas que la sostengan. Y braceros que se atrevan con esa empresa ¿Te apuntas?
1 y 2 de mayo
En tiempos de incertidumbre, ‘a la saya se le ve el refajo’
Se quejan con razón y sin remedio los trabajadores de la cultura — actrices y actores, escritores y escritoras, libreras y libreros...— de que se les ningunea, no se les considera ‘esenciales’. Suele pasar lo mismo con la educación.
En tiempos de incertidumbre, a la saya se le ve el refajo. Somos una sociedad de bar, playa y cemento. Lo demás, está bien, pero no tanto, de asueto vale, pero cuando hablamos de la faltriquera, sobran maestros.
La escuela sigue siendo un lugar apacible donde resguardar infantes y tener a los padres tranquilos y hacendosos.
— Ramón Besonías: “No importa qué se hace dentro si el niño me aprueba y el maestro no llama a casa. ¿Innovar?, ¡que innoven otros!, como diría el maestro Unamuno. A la escuela se viene a estudiar y a aprobar la selectividad. Lo demás es literatura, peor, poesía. Vano afán. ¡Ains, ya me puse en plan Echanove! Un segundo más y mento a la ministra Celaá.”
Día 1 de mayo ¡Feliz día del trabajo!
Epílogo
Este diario de vida docente se ha iniciado, pero nos queda aún mucho que aprender y compartir de cómo docentes y estudiantes se han ‘adaptado’, por supervivencia, de manera poco deseable, a este escenario de carencias institucionales. Constatar cómo las administraciones educativas han pecado de cortoplacismo y han liderado a expensas de órdenes de intendencia, sin planes efectivos de prevención y apoyo efectivo. De cómo la urgencia del cuidado ha quedado eclipsada por la instrucción mecánica, la letanía de la tarea, el registro, la acumulación de burocracia, de informes que aseguren de cara a la galería una normalidad a todas luces anormal y dantesca.
Lecturas
Propuestas para impulsar el derecho a la educación durante la emergencia. Frenar el virus, no la educación. UNICEF España. Abril, 2020.
Francisco Imbernón, Rodrigo Juan García, Javier Esteban Marrero y Julio Rogero. Vivencias de un profesorado en confinamiento. Blog 'Por Otra Política Educariva' en El Diario de la educación. 25 mayo, 2020.
Repensar el actual estado de dotaciones de nuestro sistema escolar, las ratios infladas sin pudor y la tentación de adoptar modelos presupuestarios débiles, maquillados de supuesto reformismo, pero que intentarán eliminar líneas, adelgazar plantillas y privatizar servicios públicos... De todo esto hablaremos en el siguiente post.
Continuará...
(*) Versión para profesionales en ResearchGate (Descargar en pdf).(**) Ramón Besonías Román es docente de Filosofía en el IES San José de Badajoz y coordinador TIC del centro. Un profesional proactivo en rrss y colaborador en numerosos proyectos de trabajo colectivo y de innovación educativa, principalmente relacionados con el uso del pensamiento visual, la radio y los audiovisuales, como Radio San José (proyecto de radio), Filosofía por un tubo (proyecto de Visual Thinking en el aula de Filosofía), ocaSTEM (proyecto colaborativo de ciencia inclusiva y robótica), Dibújamelas (proyecto colaborativo sobre Visual Thinking), Diario de campaña (diario visual durante el confinamiento), Dibucedario 2020 (reto: crear una ilustración cada día de enero), History of art... all art (diseño gráfico sobre mujeres pintoras), Frenteal coronavirus, actúa (infografías), Dibucedario 2019 (reto: crear un marcapáginas cada día de enero), Historia de Pepa y Pepe (diseño gráfico de la escalera de la violencia de género), ¡Cuídate, mujer!(diseño gráfico en lectura fácil de guía contra la violencia de género), Zona libre de acoso (proyecto educativo con estudiantes de ESO), Historia de mi móvil (reto educativo con estudiantes de ESO), En mi verso soy libre (ilustraciones del concurso de relatos Aulas Hospitalarias), Buzones rojos (proyecto radiofónico de educación afectivo-sexual), Ficcionario (proyecto colaborativo internacional de palabras inventadas), eduKacine (ciclo de cine y educación, proyección y elaboración de materiales). Colabora en talleres formativos para docentes y ha colaborado en ‘Escuelas en red’, con el post: Yo no me meto! ¡No sea que...! ¡Yo no he visto nada!...(***) Agradecemos a estudiantes, docentes y familias de la comunidad educativa del IES ‘San José’ de Badajoz el apoyo a esta concepción, modo de analizar y ejercer la enseñanza.
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