Contra los trajes, cárdigan gris y camisa de lino: la erótica del funcionario llega a la política
Justo cuando pensábamos que los políticos tenían que ser elegantes, llega una camada de expertos con camisas de manga corta y trajes anchotes que parecen decir: “Tranquilos, no somos nuevos en esto”
A principios de mayo, Fernando Simón, el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, salió a hablar con una camisa de lino blanca bastante arrugada y España supo que había llegado la hora de hacer el cambio de armarios. Hasta entonces, todas sus prendas de entretiempo se habían hecho famosas: el cárdigan gris de cremallera, el beis de punto ligero, también con cremallera, y los dos jerséis que tiene con el cuello a la caja, uno en azul marino y otro en verde claro. Fijo que se trata del mismo modelo, porque los señores como Simón son muy dados a comprarse cada invierno el mismo jersey y los mismos pantalones de pana en distintos tonos.
Él y varios de sus homólogos internacionales, que son casi todos hombres, han revalorizado durante la pandemia el estilo del funcionario, una forma de antimoda que tiene un efecto instantáneamente tranquilizador. Ahí está Anders Tegnell, el epidemiólogo sueco, un incólume defensor de la combinación polo+jersey de cuello redondo. A sus bien llevados 64, y a pesar de su controvertida estrategia, genera locas pasiones: hay quien se ha tatuado su cara con gafitas redondas de arquitecto. El estilo del experto no se consigue solo llevando ropa sport. Puede lograrse en traje: uno anchote, no especialmente bien cortado y de color genérico, como los que lleva el doctor Anthony Fauci, a quien Brad Pitt homenajeó imitándole en Saturday Night Live.
Como señalaba Robert Armstrong en el Financial Times, el epidemiólogo, de 79 años, no pretende engañar a nadie. “La estoica profesionalidad de Fauci se ve en sus cuellos de camisa con botón. Te dicen: "Soy un hombre con poco tiempo. Abrocharé el cuello y ahí se quedará hasta que mi trabajo esté terminado”. También ayuda su reloj digital barato. Dice la hora, ¿hace falta más? No es casual que su aspecto sea opuesto al de Jared Kushner, el hombre que representa lo contrario que él en la Administración Trump: sobrado de arrogancia y nada preparado para su puesto. A Kushner y a su camarilla de treintañeros con MBA les llaman en la Casa Blanca “la cuadrilla del traje estrecho”. Un uniforme que en Europa han defendido, con variantes, Emmanuel Macron y Albert Rivera. El ya expolítico, que hasta en su tiempo libre lleva cazadora motera ajustada, nunca podría llevar un suéter aburrido como los que luce Simón.
Este artículo pertenece al nuevo número de ICON, gratis mañana sábado 6 de junio con EL PAÍS.
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