El minuto en el que Karma, una joven de 15 años, descubrió la libertad de estar confinada
Una estudiante de Sevilla gana el primer premio de un certamen internacional de cortos sobre el confinamiento
El tiempo encapsulado entre cuatro paredes. A eso se ha reducido la vida cotidiana de la mayoría de los ciudadanos durante los meses en los que se han visto obligados a guardar confinamiento por la covid-19. Para muchos ese enclaustramiento impuesto ha supuesto una quiebra de sus perspectivas del futuro; para Karma Saad, una estudiante de Sevilla de 15 años, se ha convertido en una oportunidad para ampliar sus horizontes. Su corto Confined, que narra esa dicotomía espacio-tiempo, se ha alzado con el primer premio de un concurso internacional organizado por las escuelas Spartan de Michigan, Estados Unidos, en el que han participado alumnos de entre 12 y 18 años de 76 países.
“Hasta la crisis del coronavirus tenía la sensación de que mi vida era algo lineal y planeado: el colegio, la familia, la universidad, el trabajo… Existía una presión por hacerlo todo y hacerlo rápido, pero eso ha desaparecido. Con el confinamiento pensé que todo era posible”, explica Karma. Lo que para muchos ha supuesto asomarse al abismo de la incertidumbre por las consecuencias de un cambio abrupto en una rutina que se daba por descontada, para esta estudiante del colegio San Francisco de Paula, se ha tornado en una ventana de nuevas posibilidades.
Precisamente es la vista al exterior desde la ventana de su casa lo que centra el corto de Karma. Un plano fijo bordeado por una planta trepadora, en el que el transcurrir del día atraviesa el de cielo que asoma sobre la azotea de enfrente, aderezado con la banda sonora de los ruidos cotidianos: el enjuague de dientes, el eco de los pasos sobre los adoquines sevillanos, el motor de los coches, una canción que no se sabe si procede de su propia casa o de una vecina…. 24 horas acotadas en apenas un minuto con la técnica del timelapse. “Quise representar ese cisma entre el espacio y el tiempo a través de mi ventana, porque era el único lugar por el que iba a poder ver y con la técnica del timelapse busqué reducir el tiempo de la vida cotidiana, que para algunos ya se ha terminado tal y como la conocían”, explica.
Karma ha sentido el confinamiento como “un garabato”. “El principio de una búsqueda de un nuevo futuro que no va a ser tan lineal como el que nos habían vendido”, asegura. Aunque es consciente de que la profundidad de sus reflexiones la alejan del estereotipo superficial y desenfadado que rodea a los adolescentes de su edad, ella asegura que sus pensamientos son compartidos por buena parte de sus compañeros de estudio. “Nuestra generación estaba yendo hacia atrás y esto nos ha dado una oportunidad para cambiar, para ser disruptores, y esa sensación la tienen mis amigos”, asegura.
Karma no es ajena a esas disrupciones de las que habla. Ellas han protagonizado buena parte de la vida de su familia. En 2007, un año después de venir al mundo, su familia tuvo que huir de Líbano, inmerso en su peor lucha interna desde su guerra civil. Primero vivieron en Londres, luego en Barcelona y desde hace 10 años residen en Sevilla. “Yo me siento absolutamente sevillana”, asegura. “Mi familia y también mi colegio me han impulsado siempre a buscar otras vías, a desviarme de un camino aparentemente trazado”, comenta.
Hasta grabar su corto, la única relación de Karma con las cámaras era a través de la fotografía. “Soy fotógrafa”, afirma con soltura y sin pudor. También había hecho cursos de interpretación en Francia, pero no había pensado en dirigir. En su búsqueda de nuevas alternativas se decidió a encapsular en forma de pequeña película su experiencia confinada. Su ventana -por la que se atrapa y se escapa el tiempo- es la protagonista de Confined. Una perspectiva que puede parecer pequeña, pero que encierra la amplitud de los horizontes con los que sueña Karma y que el Covid-19, lejos de empequeñecer, han ampliado.
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