¿Qué mascarilla debo llevar si tengo alergia al polen?
Elegirla bien disminuye los síntomas, el consumo de medicamentos y las visitas a urgencias. Esto es lo que hay que saber para acertar
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Hace tres décadas que se utilizan las mascarillas para evitar la exposición al polen y frenar los síntomas de la alergia. Este sencillo mecanismo ahorra más de una visita a urgencias y reduce el consumo de medicamentos de rescate, entre los que destacan los broncoldilatadores como el Ventolín y los antihistamínicos. Pero los alérgicos no las han utilizado por miedo a que los tomen por personas enfermas, dice el presidente del comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología en Inmunología Clínica, Ángel Moral. Ahora que son obligatorias y las pueden llevar sin miedo a que se fijen en ellos, el especialista advierte de que no vale cualquier mascarilla; solo hay dos que reduzcan los síntomas de la alergia al polen, y de ellas únicamente una es recomendable en el contexto actual.
El médico descarta las mascarillas higiénicas porque "no hay seguridad de que protejan de infecciones por virus o de los pólenes, ni al que la lleva ni al resto". Eso deja dos opciones a los interesados en poner coto a los estornudos, picores y la secreción nasalque aguantan cada primavera: las mascarillas quirúrgicas y las de protección, más conocidas como FFP. Las primeras sirven para bloquear las gotas que expulsa quien las lleva al toser y estornudar —en las que viajan virus como el SARS-CoV-2— y no filtran partículas del exterior menores de 1 micra. Es suficiente para bloquear los pólenes alergénicos porque sus tamaños oscilan entre las 15 micras de la parietaria y las 35 micras de la arizónica —el polen de las gramíneas, el plátano de sombra y el olivo tiene un tamaño intermedio, de unas 25 micras—. Pero cuando uno pretende interponer una barrera a estos molestos granos volantes, las mascarillas quirúrgicas no son la elección correcta.
Moral asegura que "no son válidas para los alérgicos aunque atrapen los pólenes porque no se ajustan adecuadamente a la cara, por lo que los dejan pasar por los bordes hasta la nariz y la boca". Para que eso no suceda, señala como única opción las mascarillas FFP, que bloquean el polen con sus microfibras de polipropileno y sellan cualquier resquicio gracias a su pinza nasal y su forma ergonómica. Usar una mascarilla FFP1, que atrapa un 80% de las partículas de más de 0,3 micras, es suficiente para reducir la exposición, "aunque las FFP2 y las FFP3 son más eficaces" (filtran el 92% y el 98%, respectivamente).
Un detalle decisivo a la hora de protegerse a uno mismo y a los demás es que las mascarillas FFP pueden venir con válvula de exhalación o sin ella. Las que la incorporan permiten llevarla más tiempo porque evitan que la humedad y el calor aumenten en el interior. "Se ha comprobado que la temperatura con estas válvulas disminuye unos cuatro grados", argumenta Moral. Además, hacen más llevadero combinar el uso de mascarilla con el de las gafas, ya que, al eliminar la humedad, la válvula ayuda a que no se condense en los cristales y se empañen. Sin embargo, cuando la distancia de seguridad de dos metros no esté garantizada, usar mascarillas con válvula es arriesgado: "La válvula no van a impedir que el usuario de la mascarilla contagie al exhalar aire contaminado a través de ella".
Las mascarillas FFP sin válvula sí protegen a los demás en el caso de que una persona infectada tosa o estornude con ellas puestas, dice el alergólogo. Como existe la posibilidad de que una persona tenga el nuevo coronavirus y sea asintomática, las mascarillas FFP sin válvula son las más adecuadas para el contexto actual. Además, usar de otro tipo tiene un inconveniente añadido. "La utilización de mascarillas higiénicas o quirúrgicas en los pacientes con alergia a pólenes van a producir una falsa sensación de protección debido a su ineficacia para atraparlos, lo que puede ocasionar una crisis de asma", concluye el especialista. Y subraya: "Las mascarillas que deben utilizar los pacientes que sí están infectados por covid-19 son las quirúrgicas".
Lo que los alérgicos deben al confinamiento
Las personas que se han confinado en sus casas durante las últimas semanas no solo han hecho una contribución decisiva para frenar la pandemia de coronavirus. También se han beneficiado de una menor exposición al polen primaveral, que ha comenzado a flotar en el ambiente conforme avanzaba el estado de alarma. "Los pólenes que se producen durante la primavera en España, dependiendo de las diferentes zonas geográficas, son el del plátano de sombra, en la segunda quincena de marzo [el confinamiento comenzó en 15 del mismo mes] y la primera de abril: el del abedul, en abril y mayo; y el de las gramíneas y el olivo, desde abril hasta junio", explica el especialista en alergología e inmunología clínica.
Si Moral está en lo cierto, el horario establecido para dar los paseos también ha contribuido para minimizar los síntomas entre los adultos. Se suele decir que los momentos del día con mayor concentración de polen son las primeras y las últimas horas de la jornada. Concretamente, de 5.00 a 10.00 y de 19.00 a 22.00, unas franjas horarias que se corresponden bastante bien con los momentos dedicados a los paseos de los adultos y las personas mayores. Sin embargo, Moral asegura que lleva tiempo buscando sin éxito la referencia que justifique esta información. "No está referenciado en ningún lado, pero hay documentos que dicen todo lo contrario", asegura, contrariado. "Yo personalmente mido concentraciones de pólenes todos los días" sin obtener esos datos.
"Lo que se ha demostrado es que las horas con mayores concentraciones de pólenes en la atmósfera son entre las doce de la mañana y las cinco de la tarde, coincidiendo con los momentos de mayor temperatura y luz, que favorecen la salida del polen desde las flores". Según la literatura científica, esto es especialmente cierto en los pólenes de olivo y gramínea, los más estudiados y que más alergias producen, dice Moral. Y añade una excepción a esta circunstancia: "Uno de los grupos de edad más vulnerables a las alergias por pólenes son los niños, y precisamente se les permite salir al exterior en las franjas horarias de más calor, que son las horas en las que hay mayor cantidad de pólenes en la atmósfera".
Aparte de los horarios, hay otros factores que han contribuido a hacer la primavera más llevadera a los alérgicos, como la restricción de la movilidad, ya que el polen se aglutina en torno a las partículas contaminantes: "Junto a las lluvias, ha limpiado la atmósfera de pólenes como el del plátano de sombra, con lo que se ha reducido la sintomatología hasta ahora". En adelante, ya se verá. Las últimas lluvias han favorecido el crecimiento de las gramíneas, lo que previsiblemente hará que la presencia de su polen y el del olivo sea mayor en mayo y junio. Y la interrupción de las labores de mantenimiento de los parques y jardines ha ocasionado un crecimiento de las malas hierbas que también acabarán notando los alérgicos.
Con todo, "las concentraciones de pólenes de gramíneas van a depender de la temperatura y de las lluvias que se produzcan estos días. Si lloviera abundantemente se reducirían por el efecto de limpieza de la lluvia. Además, si las temperaturas fueran elevadas las gramíneas se secarían antes de tiempo". Y muerta la planta se acabó la alergia. El tiempo dirá cuánto agradecerán los alérgicos haber elegido la mejor mascarilla.
Siete hábitos que contienen los síntomas
Gracias al uso de las mascarillas adecuadas, las personas con alergia al polen previsiblemente tendrán menos síntomas esta primavera. Sin embargo, solo es una de una larga lista de precauciones que se pueden tomar para hacer que la estación de las flores sea más llevadera. Estas son las que no se pueden dejar de lado.
- Consultar los niveles de polen, lo que se puede hacer a través de una página web de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica o aplicaciones avaladas por la entidad.
- Evitar las salidas al campo y las actividades al aire libre en días de alta polinización. No cortar el césped ni podar árboles.
- Cerrar las ventanas de la casa. Ventilar la vivienda durante las primeras horas del día o por la noche, y durante poco tiempo.
- En el exterior, utilizar gafas de sol y mascarilla que cubra la nariz y boca en días de alta polinización. También se pueden utilizar tapones nasales.
- Ducharse y cambiar de ropa al llegar a casa, ya que podemos llevar los pólenes en la ropa o en el cabello.
- No tender la ropa en el exterior los días de viento porque recogerá pólenes.
- Viajar con las ventillas del coche subidas y usar filtro antipolen en los vehículos.
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