Sí, existo
Un bulo convierte al coronavirus en un engaño mediático y a un periodista de EL PAÍS en una invención del actor Sacha Baron Cohen
El periodismo es la labor de buscar la verdad, concedido. Lo que nunca pensó uno, periodista, es que llegaría el día en que debería enfrentar la ardua tarea de demostrar que, en efecto, existe. Son barrios peligrosos las redes sociales: empiezas viendo bailar a Ester Expósito y acabas arrinconado en un oscuro recodo cartesiano con la navaja de un bulo contra el cuello. Me explico.
Me envían el enlace a un largo, larguísimo, artículo de un “novelista superventas, investigador, bloguero y librepensador” canadiense a quien dejaremos, muy a su pesar, en el anonimato. En él expone su particular teoría de la conspiración: el coronavirus es una farsa creada por los medios de comunicación. El texto data del 28 de enero, por lo que es posible que el firmante haya tenido la oportunidad de cambiar de opinión a estas alturas. Por desgracia, en este preciso instante la pandemia ya deja en su país al menos 1.010 víctimas mortales y 28.253 personas infectadas.
El virus, por otro lado, está ligado con la muerte de Kobe Bryant de un modo que se me escapa porque me he saltado esos párrafos. Lo que está claro es que aquí entra en juego la industria farmacéutica, tal y como indica cualquier estudio cuidadoso de la numerología del helicóptero en el que se estrelló la leyenda de la NBA.
A raíz de una aparición en la CBC, la televisión pública canadiense, realizada por aquellas fechas desde mi habitación de hotel en Wuhan, el autor advierte de que este humilde plumilla también desempeña un papel en la conspiración global. Y él lo ha descifrado.
No es solo que lo que se ve a mis espaldas sea una recreación digital, asegura, o que “cada poco incline la cabeza para seguir las líneas del guion en el teleprónter”. A estas alturas eso ya casi se da por sentado. La clave, incide, es el “periodista”. “Jaime Santirso” —ambas comillas son suyas— no es quien dice ser.
Y prosigue: “Escuchando con atención empezarás a darte cuenta de que su acento español está muy estudiado. Hay un buen motivo para ello. Jaime Santirso es un conocido actor y comediante [Hasta aquí un supuesto erróneo pero halagador, creo] que una vez interpretó los personajes de Ali G o Borat”. Es entonces cuando la estrella de la televisión kazaja que habita en mí exclama: “¿Tú bromas?”.
No. No bromea. Habla muy en serio. De hecho, asegura, la ciencia lo respalda. “La biometría auricular, el reconocimiento facial y el análisis de comparación de imágenes confirman que el periodista identificado como Jaime Santirso es un papel del laureado actor y cómico Sacha Baron Cohen”.
Imagina uno que el autor ha recurrido a la misma ciencia sobre la que Ali G invitaba a debatir a cuatro atónitos académicos. “Ciencia. ¿De qué va eso? Tecmología. ¿De qué va eso otro? ¿Es bueno o es un rollo? Hay un tío de mi barrio que se llama Jeremy Arcoíris que rechaza todo lo que tenga que ver con la ciencia. Se pasa el día tirado en el sofá, fumando lo que cultiva y, no os estoy vacilando, no tiene tele”. “Pero vive en una casa, una casa es producto de la tecnología”, le rebatían. “No, no tiene nada de tecmología, puedes verlo en su página web”.
Sacha Baron Cohen saltó a la fama gracias a su álter ego Ali G, un rapero frustrado que entrevistaba a personalidades en su programa de televisión sin que estas supieran que se trataba de un personaje satírico. Entre sus víctimas se cuenta el ahora presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a quien propuso una idea de negocio: unos guantes para mantener las manos calientes y a salvo de goterones a la hora de comer helados. “¿Estás dentro o estás dentro?”, le lanzó al empresario. “Suena como una buena idea y espero que hagas mucho dinero”, contestó Trump antes de salir corriendo.
Ahora bien. Todo esto lo sé porque lo he visto en vídeos. No porque yo sea Sacha Baron Cohen. Ni al revés. Aunque, claro, eso es precisamente lo que diría si lo fuera. Pero abstengámonos de entrar en esas maquinaciones. Desde las hojas de este periódico le garantizo que “Jaime Santirso” existe. Tiene mi palabra de periodista.
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