Épica de la ceguera
Como en todas las grandes crisis, Europa tiene por delante la oportunidad de salir reforzada en lo que representa o de perder su sentido en el curso de la historia
Harían bien los líderes europeos en recordar la fábula de Pedro y el lobo. Tras el mantra de que Europa se ha forjado en sus crisis, se han acostumbrado a salvar el pellejo justo al límite; pero ahora están a punto de pasarse de frenada. Con estupor seguimos los europeos —sobre todo los del sur— los debates sobre la respuesta a la pandemia. Cuando muchos confiábamos en una reacción (cuasi) unánime y decidida, nos topamos con discusiones técnicas argumentadas a menudo sobre los estereotipos más rancios.
Para ser justos, la Unión Europea ha movilizado ya una importante cantidad de recursos para facilitar liquidez, respaldar planes de estímulo, relajar normas a los Estados miembros y apoyar a quienes están perdiendo sus empleos, además del programa de compra de deuda pública por valor de 750.000 millones de euros del BCE. Pero son decisiones que, pese a su importancia, apenas llegan al gran público. En la pelea mediática entre la presidenta de la Comisión y los respectivos líderes nacionales van a ganar siempre estos últimos. Al fin y al cabo, juegan en casa (cada uno en la suya, claro).
Lo que sí llega es un permanente mensaje de división, de falta de solidaridad, que genera una renovada frustración ante la incapacidad de remar todos en la misma dirección. Atrapados en su particular épica de la ceguera, algunos líderes no quieren ver más allá de sus fronteras, de su próximo escenario electoral, de un sistema de valores que parecía comunitario, pero no tanto.
Una ceguera que impide ver que la alternativa es más que negra. Que Francia y Alemania hayan entrado en recesión en el primer trimestre es un primer aviso. Otros seguirán. Ya no es solo cuestión de altruismo, sino de interés propio. Si no se ponen medios suficientes, unos arrastrarán a otros y el populismo volverá a encontrar un caldo de cultivo apropiado… y abonado. Preocupa sobre todo en Italia. También en España.
Se reabren otras brechas: según una reciente encuesta citada por Politico, más de la mitad de los alemanes considera que los problemas provocados por la pandemia en Italia y en España se deben a una mala gobernanza —aunque también se declaran partidarios de ayudar a ambos países para superar la situación económica—.
Muchos han dado la voz de alarma; los que ven en este momento el de ahora o nunca. Una de las más recientes y contundentes, la de Der Spiegel, la revista de más prestigio de Alemania, que en un editorial publicado en cinco idiomas, incluido el español, afirma: “Europa atraviesa actualmente una crisis existencial. En una situación así, dárselas de guardián presupuestario de las virtudes es mezquino y sórdido”.
Como en todas las grandes crisis, Europa tiene por delante la oportunidad de salir reforzada en lo que representa o de perder su sentido en el curso de la historia. Solo necesita visión política. No debería ser tan difícil.
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