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Columna
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Hora de compromisos

A más conflicto, intereses contrapuestos y visiones polarizadas, mayor necesidad de acuerdos viables

Xavier Vidal-Folch
Banderas de las comunidades autónomas.
Banderas de las comunidades autónomas. uly martin

A más conflicto, intereses contrapuestos y visiones polarizadas, mayor necesidad de compromisos viables. Ahora mismo, con la pandemia y la recesión cabalgando mañana, tarde y noche, eso es más verdad que nunca.

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En el ámbito moral —la honestidad y la corrupción—, los conflictos de interés aluden a que la visión del interés y la integridad propios suele mediatizarla un interés ajeno, muchas veces económico. Para regular esos conflictos se inventaron los regímenes de compatibilidad: los distintos intereses a los que es legítimo servir a un tiempo. Y, pues, los esquemas sancionadores de las incompatibilidades. Su base mínima se asienta en la transparencia —a caballo entre la voluntariedad y la obligación—, de modo que el conocimiento público de que un personaje ostenta otros intereses modere su ambición de procurarlos.

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El conflicto impera en el mundo del derecho. Este no consiste al cabo en otra cosa que en una caja de herramientas para dirimir situaciones litigiosas, empezando por las entabladas entre derechos fundamentales, el propio y el ajeno. Entre la libre circulación y el derecho de manifestación, entre la libertad de expresión y la privacidad. La cuestión radica siempre en ponderar el límite, el derecho prioritario y los requisitos en que deba desarrollarse para no cercenar completamente el otro.

En economía menudean desde siempre las contradicciones entre distintas u opuestas prioridades: legítimas. Los anglosajones inventaron para resolverlas la idea del trade-off (intercambio), la renuncia a un beneficio para alcanzar otro, la cesión inmediata para obtener ventaja a plazo, los paquetes de medidas que atienden fines contrapuestos. Como salir de una crisis con políticas muy activas y costosas (aumentar el déficit) y al tiempo mantener cierta estabilidad (no desbocar la deuda). Como la tradicional opción entre empleo e inflación. O entre eficiencia y redistribución. Ojo: hay muchas zonas grises y matices.

“Probablemente, esa economía del trade-off se haga más tensa y acaso dramática en los próximos años”, profetizaron Xosé Carlos Arias y Antón Costas en un libro señero sobre la Gran Recesión (La torre de la arrogancia, Ariel, 2011). Trade-off implica —es— compromiso. Las relaciones entre salud y economía; entre protección de lo sano y atención a lo infectado; entre rapidez de la decisión y siembra del consenso; entre derecho a la vida y derecho a la vida... se han vuelto, sí, más tensas. Y por eso exigen de todos mayor disposición a las renuncias. Al compromiso.

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