Sexo, peleas y ’cannabis’: ¿qué llevó a todos estos famosos a tener su propia ficha policial?
Estas doce celebridades vieron como su detención daba la vuelta al mundo y se adscribía para siempre a su historia. En ICON te contamos cómo todos salieron de esa comisaría más estrellas de lo que entraron
Una detención puede arruinarle la vida a una estrella, pero también agrandar su leyenda. Su delito pondrá a prueba el criterio moral de sus fans y los segundos previos al flash pondrán a prueba su fotogenia. David Bowie salió en la suya más sexy que cualquier otro ser humano con todos los filtros posibles. Justin Bieber irritó a todo el planeta cuando posó sonriente y luego aseguró con un hashtag de Instagram que, aunque se alegraba de haber sido arrestado con un pelo estupendo, “#LaCárcelNoEsUnSitioGuay”. Y estas doce celebridades vieron como su ficha policial daba la vuelta al mundo y se adscribía para siempre a su historia. Todos salieron de esa comisaría más estrellas de lo que entraron.
Jane Fonda (1970)
De qué se le acusaba. De traficar con drogas. Cuando regresaba de unas charlas contra la guerra de Vietnam en Canadá, la policía encontró varias pastillas en su maleta. A pesar de insistir en que eran vitaminas, la actriz y activista fue arrestada porque el presidente Nixon se había propuesto arruinar su reputación. Spoiler: no lo consiguió.
Por qué su foto es icónica. Un puño en alto, una expresión desafiante y un corte de pelo que todas las peluquerías de América imitarían hasta popularizarse como “flequillo de chica mala”. “En aquel momento las mujeres solo debían aparecer en público maquilladas, vestidas respetablemente y con faja y de repente aquella foto policial parecía decir 'puedes ser distinta a lo que la sociedad te ha dicho que debes ser", analiza la catedrática de Estudios de la mujer Kirsten Swinth.
Cuál fue la condena. Ninguna, porque efectivamente eran vitaminas. Lejos de hundir su imagen, el arresto inmortalizó a Fonda como una mujer luchadora, implacable y rebelde. Al año siguiente ganó el Oscar por Klute (donde llevaba el mismo peinado, que definiría la estética femenina de los 70 hasta que llegó Farrah Fawcett) y hoy la actriz vende merchandising con la fotografía a través de su web oficial: camisetas, sudaderas y tazas cuyos beneficios van para una asociación de adolescentes marginales.
Nick Nolte (2002)
De qué se le acusaba. De conducir bajo la influencia de sustancias. Un agente de tráfico lo detuvo por ir por el carril contrario haciendo eses y descubrió que el actor iba babeando al volante. Nolte confesaría después que había tomado GHB, una droga que causa euforia y que había sido ilegalizada solo dos años antes. Él mismo contó que llevaba tomándola cuatro años para rendir mejor en sus entrenamientos en el gimnasio. Aquel día, al darse cuenta de que se había pasado con la dosis optó por asistir a una reunión de adictos anónimos, pero cuando aparcó tampoco se vio en condiciones de interactuar con gente así que regresó hacia su casa. Fue entonces cuando lo detuvieron.
Por qué su foto es icónica. Conducir bajo la influencia es, con diferencia, el delito más frecuente entre las estrellas de Hollywood. Y de hecho Nolte tenía una historia más rocambolesca en sus antecedentes: en 1965, con 24 años, vendió documentos falsificados y le condenaron a 45 años de cárcel; la pena fue suspendida pero le impidió combatir en Vietnam y él ha arrastrado el trauma de no sentirse un hombre completo desde entonces. Pero su arresto en 2002 causó sensación en las redes sociales por la estampa del detenido, que él mismo describió así: “Fui nombrado el hombre más sexy de 1992 por People pero diez años después reaparecí como un psicópata: el pelo salvaje, la expresión perturbadora y ese aspecto de ser un paciente de un manicomio que ha salido a fumarse un cigarro”. La historia del retrato es, en realidad, un acto de generosidad: un policía le pidió hacerle una foto y Nolte accedió pero solo si el agente prometía compartir el dinero que ganase vendiéndola con el resto de sus compañeros en la comisaría.
Cuál fue la condena. Someterse a un tratamiento de rehabilitación, lo cual Nolte aceptó encantado porque, aunque había sufrido adicciones antes (al alcohol, la cocaína y los alucinógenos), comprendió que no debía tomarse el GHB a la ligera. Esa droga puede tener un efecto paralizador que la convierte en un narcótico habitual en las agresiones sexuales, así que Nolte sintió la necesidad de aclarar que “yo la tomé durante cuatro años y a mí nunca me violaron”. Hace un par de años el actor apareció con la misma camisa de flores que llevaba el día de su arresto. ¿Cuántas personas pueden decir que tienen una prenda de ropa que es historia de la cultura pop?
Michael Jackson (2003)
De qué se le acusaba. De abusos sexuales hacia un menor. Al ser la segunda demanda por este delito (en 1993 había llegado a un acuerdo extrajudicial), esta vez Jackson no pudo evitar ir a juicio.
Por qué su foto es icónica. En su último disco publicado en vida, Unbreakable (2001), el aspecto de Jackson aparecía retocado en las fotos y disimulado con trucos de luz, sombreros y maquillaje en los videoclips. En sus apariciones públicas se ocultaba detrás de mascarillas, pelucas y gafas de sol. Pero en su ficha policial no había lugar donde esconderse: su rostro dio la vuelta al mundo con una expresión vulnerable de terror que solo añadió sordidez a un caso ya de por sí espeluznante.
Cuál fue la condena. Un jurado popular lo declaró no culpable. Varios testigos que habían dormido con Jackson (Macaulay Culkin, Wade Robson) aseguraron no haber sufrido ningún tipo de tocamientos. La madre de Gavin Arvizo, el niño de 13 años por cuyo supuesto abuso se estaba juzgando al cantante, se mostró irritable en su testimonio chasqueándole los dedos al jurado, no fue capaz de explicar por qué los Arvizo se habían quedado en Neverland y fue procesada por fraude. La balanza se decantó por la inocencia de Michael Jackson, pero el año pasado el documental Leaving Neverland reflotó las acusaciones. El propio Wade Robson aseguró que sí había sido víctima de abusos sexuales por parte del cantante.
Frank Sinatra (1938)
De qué se le acusaba. De seducción. En aquella época se consideraba un delito contra la moral y Sinatra, que tenía 22 años, fue arrestado porque “el día 2 y el día 9 de noviembre mantuvo coitos sexuales, bajo promesa de matrimonio, con la denunciante, que hasta entonces era una mujer soltera y de buena reputación”.
Por qué su foto es icónica. Porque Sinatra no solo sedujo a aquella “mujer soltera y de buena reputación”, también sedujo a la cámara. Una década antes de cautivar a toda América con su voz y su encanto ya exhibía una fotogenia sobrenatural: posó como un galán glamouroso cuyos ojos casi parecían aún más azules en blanco y negro que en color. Y el delito no podría pegar más con su imagen de dandy canalla. Todo lo que convertiría a Sinatra en un mito, excepto su voz, ya estaba en esa ficha policial.
Cuál fue la condena. Una multa de 1.500 dólares (al cambio, unos 2.4000 euros actuales). Pero en un giro de guión digno de un noir de la época, semanas después se reveló que la denunciante estaba casada, con tan mala suerte que eso también era delito así que Sinatra fue acusado de adulterio y su multa reducida un tercio. Los cargos fueron finalmente desestimados, pero la seducción de Sinatra solo acababa de empezar.
Jeremy Meeks (2014)
De qué se le acusaba. Se trata de un caso inverso al del resto: un tipo anónimo que se hizo famoso gracias a su foto policial. Meeks fue detenido, junto a su banda criminal, por posesión de armas y hurto mayor.
Por qué su foto es icónica. Cuando la página de Facebook de la policía de Stockton (California) la publicó, recibió 100.000 me gustas e internet cayó rendida a esas facciones exóticas, esos tatuajes de chico malo y esa vida al margen de la ley. Meeks se popularizó con el apodo de “delincuente macizo”. Internet ha creado nuevos formatos para la fama, denominados post-celebridad, y la historia de Meeks (con su lotería genética sumada a su relato de superación y a las ganas de guasa que siempre hay en las redes sociales) es el mejor ejemplo de ello. Durante su estancia en la cárcel en 2015 recibía 300 cartas de fans al día, algunas con dinero.
Cuál fue la condena. Tal fue el furor que despertó Meeks que el juez redujo su condena de 63 meses a 27 para que pudiera aprovechar su popularidad y reintegrarse en la sociedad. Y vaya si lo hizo. Al salir Meeks se reintegró en la semana de la moda de Nueva York, en Vogue y en campañas de Tommy Hilfiger, Phillipp Plein o Carolina Lemke. Meeks ha contado su problemática infancia, con una madre adicta al crack (él es uno de los “bebés del crack” que nacieron adictos por culpa de la epidemia de consumo que asoló los barrios más pobres de Estados Unidos en los 80) y un padre que asesinó brutalmente a la mejor amiga de su mujer por no decirle dónde se escondía con el pequeño Jeremy. A los 15 años entró en un correccional recibió cinco disparos y una paliza con un bate al salir. Hoy vive con Chloe Green, la heredera del imperio Top Shop, con quien tiene un hijo de dos años. En 2019 Meeks firmó un acuerdo de colaboración con la empresa alemana Fashion Concepto GmbH que le reportó 13,6 millones de euros. Ya le gustaría a Cenicienta.
Robert Downey Jr (1999)
De qué se le acusaba. De saltarse su libertad condicional al no presentarse a su test de narcóticos periódico. Tres años antes Downey Jr, llamado a ser uno de los mejores actores de su generación, había sido arrestado conduciendo colocado de la que él mismo describiría después como “la mejor cocaína que había probado desde la que me metía con mi padre y Jack Nicholson”. En el coche llevaba además heroína y un revólver. Un mes después protagonizó una versión de Ricitos de oro cuando se equivocó de casa, se metió en la de unos vecinos y se echó a dormir en la cama del hijo. La prensa publicó la llamada de la dueña de la casa, en la que se escuchaban los ronquidos de Downey Jr de fondo. Este delito le condenó a una libertad condicional vigilada que se saltó en 1999.
Por qué su foto es icónica. Por la sonrisa. Algunos medios de comunicación y parte del público se tomaban su espiral de autodestrucción como un entretenimiento esperpéntico y esa ficha policial dejó claro que el propio Downey Jr también lo veía así.
Cuál fue la condena. El actor no sonrió tanto cuando el juez le condenó a tres años. Downey Jr le suplicó que no le mandase a la cárcel, pero allí pasó casi un año rebautizado como “reo P50522”. La estrella de Hollywood se dedicaba a raspar bandejas de pizza por 8 céntimos la hora y, aunque ha asegurado que jamás contará las peores cosas que le ocurrieron allí dentro, se sabe que su cara necesitó cirugía estética tras una paliza. Al salir fichó por Ally McBeal, cuya audiencia aumentó un 11%, pero de nuevo le arrestaron tras haber consumido cocaína acurrucado en un callejón. El actor le suplicó a los agentes que no le detuvieran porque le iban a arruinar la vida, pero al salir se rehabilitó, reconstruyó su carrera y gracias a Marvel acabó siendo el actor mejor pagado del mundo. Estas cosas solo pasan en las películas de Hollywood y, a veces, también en los callejones de Hollywood.
Mick Jagger (1967)
De qué se le acusaba. Tras una llamada anónima la policía hizo una redada en la casa del guitarrista de los Rolling Stones, Keith Richards. Allí encontraron a ocho hombres y una mujer consumiendo cannabis y, al registrar a Jagger, le detuvieron por posesión de unas metanfetaminas que había comprado en Italia.
Por qué su foto es icónica. Porque nadie ha posado con más estilo ante una cámara, policial o no. Los diversos encontronazos de Jagger con la ley por posesión y consumo de drogas impulsaron su imagen de icono de la contracultura, la libertad y la rebeldía contra el sistema de los años 60 y 70.
Cuál fue la condena. Tres meses de prisión. La pena despertó controversias en la prensa, que acusó al juez de ensañarse con Jagger por ser una figura pública para intimidar a los jóvenes hippies. Incluso el conservador William Rees-Mogg escribió un editorial en The Times en el que criticaba la dureza de la condena. Tras una apelación todos los cargos fueron retirados, así que Jagger solo tuvo que pasar una noche en la cárcel. Seguro que salió a la mañana siguiente salió con un aspecto estupendo.
Paris Hilton (2010)
De qué se le acusaba. Posesión de drogas. Un policía de Las Vegas detuvo el coche en el que Hilton y su entonces novio, Cy Waits, conducían porque las ventanillas desprendían olor a marihuana. Cuando el gente les acompañó a su hotel, Hilton agarró su bolso para coger un brillo de labios y al abrirlo cayó una bolsita con 0,8 gramos de cocaína. Su reacción fue asegurar que el bolso no era suyo, porque era de una marca comercial que no estaba a la altura de sus estándares, pero finalmente admitió que la droga era para consumo propio y, tras tomarle declaración en comisaría, tuiteó a las tres de la mañana que estaba a salvo en su casa viendo Padre de familia.
Por qué su foto es icónica. Porque Hilton acertó a posar con el ángulo perfecto, dando su lado bueno a la cámara (el derecho) y bajando la barbilla para que la iluminación favoreciese sus facciones como si se tratase de un selfie. La media sonrisa pícara hacía que Hilton pareciese estar en una alfombra roja en vez de en una comisaría, porque para ella el mundo entero es una alfombra roja. La foto creó escuela y, cuando la también socialité Khloé Kardashian fue arrestada por conducir ebria en 2007, posó con una expresión parecida y con el mismo ángulo de selfie. A pesar de ser condenada a 30 días en prisión, Kardashian salió por la puerta el mismo día en el que entró porque había overbooking en la cárcel. La aventura fue la trama central de un capítulo del reality show de su familia, Keeping Up with the Kardashians.
Cuál fue la condena. Un año de libertad condicional, 200 horas de servicios a la comunidad y una multa de 1.700 euros, gracias a que se declaró culpable para evitar ir a la cárcel por seguna vez. En 2007 Hilton ya había pasado 23 días en prisión (de los 45 a los que fue condenada) por conducir con el carné suspendido. (Un juez le había prohibido conducir tras ser arrestada yendo a una hamburguesería en estado de embriaguez, a pesar de que ella se justificó explicando que se había tomado un margarita con el estómago vacío y precisamente iba a cenar para recuperarse). Las imágenes de Paris Hilton, que había intentado declarar por videoconferecia, siendo obligada a acudir al juzgado entre lágrimas dieron la vuelta al mundo. Lo mismo ocurrió con su reacción cuando la condenaron a 45 días de prisión: gritó “¡no es justo! ¡mamá!”. Desde aquel nuevo traspiés en 2010, Hilton no ha tenido ningún problema con la justicia.
Shia LaBeouf (2014)
De qué se le acusaba. A la estrella de Transformers le cuesta irse de los sitios. En 2007 entró borracho en un Wallgreens (una de esas franquicias farmacéuticas en las que los americanos comprar medicamentos por kilos) y se negó a abandonarlo cuando llegó la policía. En 2017 se lió a gritos en un bar de Savannah, Georgia, porque nadie le daba un cigarro y también se resistió a irse cuando se lo pidieron. En el caso de esta foto policial, el arresto se debió a que fue a ver Cabaret en Nueva York, protagonizado por Michelle Williams, y se encendió un cigarro durante el primer acto. A continuación se paseó entre el patio de butacas, le metió a una espectadora una fresa en la boca y le dio una propina al acomodador. Cuando le llamaron la atención se puso a increpar a los actores a gritos. Mientras le sacaban del teatro esposado, LaBeouf escupió a los agentes y les gritó “que os jodan, esto es una puta mierda, ¿es que sabéis algo de mi vida? ¿Sabéis quién coño soy?”. Dos mujeres del público declararon a CNN que pensaron que el numerito era parte del show. “Estuvo brillante, pensamos que estaba trabajando en algún papel”, explicaron.
Por qué su foto es icónica. Porque todavía lleva la camiseta rota con la que irrumpió en la función de Cabaret y su expresión apareció en todos los medios de comunicación: con 28 años, el chaval de Transformers ya tenía el aspecto de un hombre que estaba tocando fondo.
Cuál fue la condena. Comprometerse a una cura de desintoxicación. Meses antes del incidente, LaBeouf había protagonizado una acción artística titulada #IAMSORRY (lo siento) en la que se disculpaba por sus arranques de ira en público y los asistentes podían sentarse con él durante unos segundos y decirle lo que quisieran. Pero por mucho que lo sintiera, ha seguido liándola con cierta regularidad.
Matthew McConaughey (1999)
De qué se le acusaba. Unos vecinos llamaron a la policía porque el actor estaba tocando los bongos en su casa en plena madrugada. Cuando los agentes llegaron se encontraron a McConaughey fumando marihuana y bailando con un pañuelo de la universidad de Texas como único atuendo. Mientras lo arrestaban y él se negaba a ponerse pantalones, un tipo que había estado disfrutando de la percusión desde la calle le aplaudía y le animaba a que siguiera dándole a los bongos.
Por qué su foto es icónica. Por la sonrisa con la que posa, quizá fruto de lo ridículo de su arresto o quizá fruto de la marihuana, y porque la nunca favorecedora iluminación de la comisaría (ni siquiera las mayores estrellas de cine saben encontrar su foco como Paris Hilton) inmortalizó para la posteridad las entradas de McConaughey. Con el paso de los años esas entradas han desaparecido, pero su sonrisa no.
Cuál fue la condena. Una multa de 45 euros. En 2016 el actor habló sobre el incidente en Playboy: “Vi los ojos del policía cuando me identificó, se pusieron en plan 'anda, mira a quién tenemos aquí'. Mi primera llamada fue a mi madre. Me sentía culpable porque no me educaron para acabar en la cárcel. ¿Pero qué hay de malo en tocar los bongos como Dios te trajo al mundo? No me arrepiento de los motivos por los que acabé ahí. ¿Y qué lección aprendí? Que hay que cerrar la ventana, por mucho que entre un hermoso aroma a jazmín a través de ella, porque quizá a las dos de la madrugada despiertes a tu vecino”.
Marilyn Manson (2001)
De qué se le acusaba. Asalto, agresión y conducta sexual criminal contra uno de sus guardaespaldas. Durante un concierto en Detroit, Manson caminó hacia Joshua Keasler, uno de los guardas de seguridad colocados entre el público y el escenario. El cantante utilizó la cabeza de Keasler como una barra de striptease, le escupió en la calva y le rodeó el cuello con la pierna. A continuación restregó su entrepierna (Manson llevaba un tanga) contra la nuca del guardaespaldas. Los fans jalearon entusiasmados el número creyendo que era parte del show, pero Keasler denunció al cantante en cuanto se lo quitó de encima. La acusación de asalto y conducta sexual criminal podría haber llevado a Manson dos años a la cárcel. “Su conducta fue sin duda ofensiva”, explicó el fiscal David Gorcyca. “Una cosa es impactar al público y otra incluir a un participante involuntario que estaba ahí para protegerlo. Es una exhibición repugnante que no debe pasar desapercibida porque excedió toda libertad de expresión o licencia artística”.
Por qué la foto es icónica. Como Marilyn Manson se había hecho famoso con maquillajes, pelucas y prótesis, el gran público no conocía el verdadero aspecto de Brian Wagner. Y aquella foto policial reveló lo que más podría haber ultrajado a una estrella del rock: que el mundo descubra que, al margen de su ausencia de cejas, era una persona normal y corriente. Internet coincidió en que lo más extravagante de aquella estampa era lo mal que se conservaba Manson para tener 32 años.
Cuál fue la condena. El juez redujo el delito de asalto sexual a desorden público al considerar que Manson no había disfrutado sexualmente de la situación. A saber. El cantante tuvo que pagar una multa de 3.600 euros y llegar a un acuerdo económico con Keasler, cuyas condiciones no se hicieron públicas, para evitar ir a juicio. En 2016 Manson regresó a Detroit y detuvo el concierto para recordar el incidente. “Casi, casi, casi acabé en la cárcel en esta bonita ciudad de Detroit por tener relaciones sexuales con la cabeza de un hombre. Vale que llevo maquillaje, ¿pero tengo pinta de ser de los que follaría con una cabeza?”, preguntó. Cuando el público le gritó al unísono que sí, Manson se dirigió a uno de los guardaespaldas que estaban en el foso: “¿Tú crees que quiero tener sexo con tu cabeza?”. Esta vez el guarda de seguridad sonrió y negó con la cabeza. Habría que ver si sonreía tanto si Manson le acercase la entrepierna a la nuca.
Reese Witherspoon (2013)
De qué se le acusaba. De resistencia a la autoridad. Tras ganar el Oscar en 2006 por En la cuerda floja, Witherspoon quedó atrapada en una ristra de películas llenas de tópicos que fracasaron en taquilla e hicieron que poco a poco el público se fuese olvidando de la estrella de Una rubia muy legal. Pero todos los conocimientos de derecho que pudiese haber adquirido en aquel rodaje se le olvidaron la noche que un policía paró a su marido por conducir ebrio. La actriz salió del coche gritando frases tan cliché que parecían sacadas de cualquiera de sus películas de segunda: “¿Es que tú no sabes quién soy yo? Pues vas a descubrir quién soy. Vas a salir en las noticias. No me creo que seas un policía de verdad. ¿Sabes cómo me llamo? No me voy a quedar en el coche, soy una ciudadana americana y tengo derecho a estar en suelo americano”.
Por qué su foto es icónica. Su expresión avergonzada, el color de pelo natural con el que el público no la asociaba y los ojos cerrados hacían que Witherspoon pareciese una niña arrepentida. Pero también se filtró el vídeo del arresto, un documento a medio camino entre el melodrama y la comedia de enredo en el que la actriz demostraba por qué es una estrella de verdad: tiene un sentido cinematográfico de la realidad y, hasta mientras un policía la detenía, resultaba tremendamente carismática. A su marido, bastante más mundano, se le escucha decir: “Lo siento agente, yo no tengo nada que ver con esto”.
Cuál fue la condena. Una multa de 200 euros. Witherspoon emitió un comunicado de disculpa en el que confesaba “haber bebido más de la cuenta” y sentirse “profundamente avergonzada” por haber reaccionado así ante el pánico que sintió al ver a su marido metido en problemas. “Le falté el respeto a un agente que solo estaba haciendo su trabajo”, lamentaba para a continuación reírse de sí misma y de las “locuras” que gritó durante el arresto: “Le dije que estaba embarazada. ¡No estoy embarazada! Me río porque no sabía ni qué decir y lo lamento mucho. Hay muchos policías en mi familia”. Años después ella misma reconoció que en aquel momento el público se dio cuenta de que Reese Witherspoon no era como se la habían imaginado: “Supongo que todos definimos a las personas por cómo la prensa las presenta y en aquel momento yo mostré una complejidad que mucha gente desconocía. Es parte de la naturaleza humana. Cometí un error, como todos lo hacemos. Lo mejor que puedes hacer es disculparte, aprender de ello y seguir adelante”. El año siguiente Witherspoon fundó su productora para promover proyectos con mejores papeles femeninos, empezando por Perdida y Alma salvaje, que también protagonizó y le dio una nominación al Oscar. Desde entonces no ha dejado de triunfar produciendo y protagonizando las series Big Little Lies y The Morning Show y el programa de entrevistas Shine On with Reese (Brilla con Reese). Porque si alguien sabe cómo brillar es ella, incluso en los momentos más oscuros.
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