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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

La violencia policial y la ciberrespuesta ciudadana en África Occidental a las medidas anti covid-19

El toque de queda que comenzó a funcionar en varios países a finales de marzo se ha saldado hasta hoy con denuncias, canciones y memes

Ángeles Jurado
Las Palmas de Gran Canaria -
Una mujer luce una mascarilla preventiva frente al coronavirus mientras vende pan cerca de Abiyán.
Una mujer luce una mascarilla preventiva frente al coronavirus mientras vende pan cerca de Abiyán. ISSOUF SANOGO (AFP)
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El presidente de Costa de Marfil, Alassane Ouattara, instauró oficialmente el toque de queda para combatir el coronavirus en su país el pasado 24 de marzo. Anuncios de un gran evento, un gigaconcierto patrocinado por la Gendarmería Nacional, el Ministerio de Defensa y el propio Gobierno, inundaban casi al tiempo las redes sociales del país. En el cartel, en el que se incluían los hashtag de rigor en la lucha contra el coronavirus (#StopCovid19Civ, #RestezChezVous), se señalaba que el concierto se extendería desde las 21.00 horas hasta las 5.00 de la madrugada: precisamente el horario del toque de queda. Era la forma en que un país que empezaba a vivir una pandemia se preparaba, una vez más, para reírse de sus desgracias y denunciarlas públicamente.

En cuestión de horas, las redes sociales se llenaron de imágenes de ciudadanos a los que desnudaban, pegaban, insultaban y humillaban en las calles a oscuras de Abiyán, Buaké y otras localidades marfileñas. Quienes perpetraron los abusos fueron también los que grabaron y difundieron los vídeos: las propias Fuerzas de Seguridad encargadas de garantizar que se respetara el toque de queda. Pronto se les unieron testigos desde ventanas y balcones, que contribuyeron a crear un repositorio de horrores. El hashtag de esa noche y las siguientes fue #couvrefeu (toque de queda en francés), aunque en Twitter se desplegaron variantes en otros idiomas, incluido el español #ToquedequedaAbiyanCI.

En Senegal, el presidente Macky Sall decretó el toque de queda el 23 de marzo. Roch Kaboré, en Burkina Faso, les había precedido el 21 y Malí les siguió el 25. En todos esos países, el gigaconcierto de la Gendarmería citado se convirtió en tendencia en las redes sociales y se replicaron imágenes similares a las de Costa de Marfil en Whatsapp, Facebook y Twitter, que se difundieron masivamente por todo África occidental. Otra coincidencia: las opiniones de ciudadanos y periodistas se dividían entre quienes defendían ferozmente los castigos corporales como la única forma de domar la indisciplina ciudadana y quienes clamaron contra el abuso y denunciaron torturas y vejaciones.

"Respetar el toque de queda no justifica en ningún caso ciertas violaciones de derechos observadas como golpear a la gente sin preguntarles siquiera si tienen permiso para circular", afirma la africtivista y periodista Aisha Dabo desde Senegal. Dabo también asegura por Whatsapp que la reacción de las redes sociales contribuyó a que se detuvieran estas prácticas. Al menos, en Senegal. Numerosos medios de comunicación senegaleses se hicieron eco de los abusos desde el primer momento y figuras como Alioune Tine, ex director de Amnistía Internacional para África occidental y central y fundador del think tank Afrikajom Center, exigieron el respeto a los Derechos Humanos y el cese de las humillaciones públicas."La población se indignó con la violencia del primer día y la Policía hizo público un comunicado para decir que se sancionó a los que pegaron a la gente", señala. Su compañero Cheikh Fall retuiteó el mensaje de disculpas al que ella se refiere.

El ciberactivista marfileño Cyriac Gbogou usó su muro de Facebook desde el inicio del toque de queda para recopilar y compartir testimonios de la brutalidad policial en su país. Organizadas bajo el hashtag #CivSocial, aparecen imágenes en las que se golpea a vendedoras callejeras, taxistas extraídos a la fuerza de sus vehículos, motoristas a los que descabalga de un golpe del vehículo, personas sin hogar y hasta perros, ciudadanos que no tienen letrina en casa, guardianes de seguridad o un policía local. Las fuerzas del orden obligaron a desnudarse y bailar a gente sorprendida en la calle durante el toque de queda y llegaron a forzar a dos hombres a besarse, colgando las imágenes en redes sociales en un contexto relativamente homófobo y donde las muestras de afecto público no son habituales, lo que convierte este vídeo en una pieza casi pornográfica y muy chocante para una gran parte de la población marfileña.

La velocidad de reacción de los uniformados marfileños no estuvo a la altura de la de los senegaleses: tardaron dos días en darse por aludidos e intentar calmar a la población. Sin embargo, el mismo jueves en que se disculpaban, el ministro de Seguridad, Vagondo Diomandé, aseguró durante una comparecencia del Gobierno en directo en Facebook que las imágenes de brutalidad policial se habían grabado en otros países y la Radio Televisión Marfileña (televisión pública del país) emitió un reportaje de las fuerzas del orden desalojando “gentilmente” de la vía pública a los infractores.Ese mismo día se conoció la condena a 62 de esos infractores a tres meses de prisión y una multa de 200.000 francos CFA (unos 300 euros). El número de personas que se saltan el toque de queda ha ido descendiendo paulatinamente durante estos días y las imágenes de violencia policial han cesado de colarse en las redes sociales, coincidiendo con una relativa relajación de la medida.

El sentido del humor marfileño ya es legendario y se ha fogueado en golpes de Estado, crisis recurrentes y guerras. Los memes no tardaron en unirse a las denuncias: aparecieron de forma casi inmediata en las redes sociales imágenes de fugitivos que driblaban a varios gendarmes con el fondo de la retransmisión de un partido de Messi, quedadas en el concierto o ritmos pegadizos para medio rapear el intercambio entre el policía y el infractor que, harto de golpes, intenta sobornarle para que pare. También se grabaron imágenes de jóvenes que provocaban a la Policía en algunos barrios y se transformó el concierto de la Gendarmería en un imaginario partido de Champions que enfrentaba a chicos en cangrejeras con agentes de la ley en botas. En el colmo de la ironía, una de las personas que aparecía en los vídeos bailando ha sido contratada como imagen publicitaria de una bebida energética.

El toque de queda es, por el momento, indefinido y no se entiende bien entre una parte de la población, que ha visto cómo, según algunos medios, viajeros llegados de Europa se habrían saltado la cuarentena y extendido el contagio. Según el historiador e investigador marfileño de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Dagauh Komenan, "la brutalidad de una policía conocida por su corrupción podría haber generado más descontentos y convertir a los infractores en héroes en un contexto en que la economía informal en la calle es mayoritaria y se vive prácticamente al día".

Lo sucedido en Costa de Marfil no es un caso aislado en el contexto de la lucha contra el coronavirus en África en general ni África Occidental en concreto. La violencia policial ha sido noticia especialmente en Sudáfrica o Kenia, donde se han denunciado muertes de civiles, pero los países de la región más próxima a España, desde Nigeria hasta Canarias, no se libran de la lacra. Un ejemplo reciente es que la Comisión Nacinal de Derechos Humanos de Nigeria denunció la semana pasada que las fuerzas de seguridad nigerianas han matado al menos a 18 personas en el despliegue para hacer cumplir las restricciones de movimiento en el país.

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Malí y Burkina Faso

Ángeles Jurado

El caso de Malí también ha revolucionado las redes. Medios como la cadena de televisión Mali Infos 2020 se quejaban en Facebook de que no se había sensibilizado entre la población y se recurrió directamente a la represión y la humillación de los ciudadanos que estaban en la calle entre las 19.00 y las 05.00 horas. Burkina no escapa a la tendencia: Radio Omega recogió la noticia de que el procurador Harouna Yoda seguía de cerca las informaciones que se vertían en redes sociales en este sentido y avisaba a las Fuerzas de Defensa y Seguridad del país de que la tortura y el maltrato se penan en el artículo 512 y siguientes del Código Penal. "Ninguna circunstancia excepcional, cualquiera que sea, puede invocarse para justificar actos de tortura o prácticas similares", precisó Yoda.

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Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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