Frente al coronavirus: colaborar
En suma, aparcar la diferencias y unirnos para defendernos. Quizás descubriremos, además, el significado del término nación, hoy tan discutido
Hace apenas unos pocos días el tema que ocupaba las primeras páginas de los periódicos era el controvertido proyecto de ley de libertad sexual, una materia ciertamente difícil de regular. Hoy no cabe duda que solo un tema está en las portadas: el coronavirus. Comentemos dos hechos derivados de esta extraña gripe.
En primer lugar, se trata de una pandemia de alcance mundial debido a la globalización. Este fenómeno quedó al quebrar en 2007 una pequeña caja de ahorros del Estados Unidos rural. Ahí empezaron a saltar las primeras alarmas de que estaba en ciernes una gravísima crisis económica. ¿El vuelo de una mariposa al otro lado del mundo nos puede afectar? En ciertas materias sí, esto es la globalización, el mundo está interconectado y el mal de unos repercute en todos.
Ha habido muchas pandemias mundiales. Quizás la más contundente y conocida fue la gripe de 1918, en la que murieron millones de personas en el mundo —las cifras oscilan entre 50 y 100 millones, vayan a saber— y se calcula unas 300.000 en España. Personalidades como Gustav Klimt, Egon Schiele, Guillaume Apollinaire, Edmond Rostand o Max Weber fallecieron por esta causa. ¿Estaba ya entonces globalizado el mundo? En parte sí, desde hacía tiempo, pero la rapidez del contagio no era la misma, ni tampoco la preparación para hacerle frente, ni el estado de salud de las personas. Hoy tenemos más y mejores armas que en 1918 para combatir un virus desconocido. La globalización actual tiene sus peligros, también sus ventajas.
¿Qué podemos y debemos hacer en España? Sólo una palabra como respuesta: colaborar. El Estado con las comunidades autónomas, los ciudadanos con las autoridades, los ciudadanos entre sí, los políticos con los científicos, el Gobierno con la oposición, España con la Unión Europea y con el resto del mundo. En suma, aparcar las diferencias y unirnos para defendernos.
Quizás descubriremos, además, el significado del término nación, hoy tan discutido. No se trata de remontarnos a Viriato y al Mío Cid, ni de separar lenguas y territorios. Ni especular si somos una nacionalidad o una nación. Se trata de algo más sencillo: saber que nos enfrentamos a un muy grave problema, que navegamos en el mismo barco debido a que estamos bajo una ley común y que tenemos identidad de intereses pues los virus no distinguen entre ricos y pobres, españoles y catalanes, derechas e izquierdas.
Puede ser un momento para reflexionar sobre lo que nos une y lo que nos separa, distinguiendo lo esencial de lo secundario. El ejemplo que den las autoridades en este ejercicio de colaboración influirá en el futuro en otros ámbitos. Se dice: toda crisis es también una oportunidad. Quizás esta vez sea cierto.
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