“La cebolla y el pimiento tienen mucho azúcar. ¿Por qué no hacer dulces con ellos?”
Se declara poco amante del dulce, pero Montse Abellá ha hecho de la repostería su arte. Reivindica que sus elaboraciones son la traca final de una experiencia gastronómica.
Si un chef son sus platos, Montse Abellá (Cambrils, 43 años) es pureza e intensidad. Es aceite, pimienta, sal, cítricos y avellanas, sus cinco ingredientes favoritos. Es el sabor de las naranjas y limones de la casa de su infancia. El de las verduras de su herencia como hija de campesinos. “Me cuesta mucho hacer algo que no me guste a mí”, señala. Y a ella, nombrada en 2019 mejor repostera por la Academia Internacional de Gastronomía, lo que le gusta es provocar, abrir la mente de sus comensales a base de postres poco ortodoxos. Quien se sienta a la mesa de Santceloni, en Madrid, y deja hueco para el final se encuentra con un nabo infusionado en crudo en regaliz y una teja de pimiento rojo para acompañar el café. Eso sí, el último postre, que sea de chocolate. “La cebolla es la verdura que más azúcares tiene junto con el pimiento. ¿Por qué no poder jugar con ello?”. Por qué no. Un desafío que Abellá lanza al aire una y otra vez cuando habla de su manera de entender la gastronomía y, en especial, la pastelería, pese a que a veces tenga que lidiar en un primer momento con las reticencias de los clientes. “A veces miran los postres y piensan: ‘A esta chica se le ha ido”.
Abellá no cuenta con un pasado familiar ligado a la restauración. Ni siquiera veía a su madre trajinar entre fogones cuando era pequeña. La vocación le vino de no sabe dónde —cuenta que en las visitas al dentista arrancaba las páginas de recetas de las revistas—, pero recuerda con exactitud el primer día en que elaboró un plato con sus propias manos. Con 10 años metió unas manzanas en el horno y a su padre le pareció que aquel primer postre era “maravilloso”. Después probó a añadir azúcar, coñá y canela, y descubrió que su finalidad en la vida era “provocar y hacer que la gente disfrutase”. Una misión en la que lleva embarcada desde los 14 años, cuando ingresó en la Escuela de Hostelería y Turismo de Cambrils, donde estudió para después dar el salto a Suiza con una beca. “Vieron que era una mujer que quería hacer cocina y me la concedieron”, comenta convencida.
Ella fue una excepción en un mundo, el de la alta cocina, hasta hace poco casi reservado a los hombres. Algo que, en su opinión, forjó en parte su carácter estricto —“o te cuadras, o te cuadran”, apunta—, aunque, reconoce, se ha ido “dulcificando”. “Soy de campo y trabajaba en una cocina sola con 40 chicos. Los primeros días, cuando llegaba, me daban tres besos todos. A los 15 días, cuando me solté con el francés, les dije: ‘Hasta aquí. Me dais la mano como a los demás”, recuerda sobre su aterrizaje en el restaurante de Michel Guérard. Allí aprendió una disciplina férrea y el respeto absoluto a las jerarquías. “El oficio de cocinero es el más militarizado después del militar”. Ella, confiesa, de no haber sido chef, probablemente hubiese acabado en el ejército.
Cuando finalizó el periplo francés regresó a la que era su casa, al desaparecido Can Fabes del fallecido Santi Santamaría, a quien define como “generoso, como un padre”, y con quien aprendió a mimar la materia prima, las temporadas y a los productores. Tres pilares de los que nunca se ha desvinculado y que hoy rigen Santceloni, el restaurante de dos estrellas Michelin y tres soles Repsol al que llegó hace 19 años con su marido, el chef Óscar Velasco, y en el que, ante la sorpresa de su pareja, escogió liderar la parte dulce, muchas veces relegada a un segundo plano. “La cocina es más intuitiva. La pastelería es muy rigurosa. Siempre les digo a todos los cocineros que aprendan algo de pastelería, que si lo hacen serán unas bestias pardas. No todos los cocineros pueden ser pasteleros, pero sí todos los pasteleros pueden ser cocineros. Es la parte más compleja, por eso mucha gente no la quiere, les da miedo”. Ella, formada principalmente en cocina, vio un reto. “Somos el último recuerdo cuando te vas de un restaurante. La traca final”.
Resulta casi imposible que la inspiración sorprenda a Abellá con la guardia baja. Fuera del horario de trabajo —comienza sobre las nueve de la mañana—, es probable que la encuentre con un libro de cocina entre las manos o recorriendo un mercado durante las vacaciones. En casa de los Velasco-Abellá, hasta los viajes en familia se planifican en función del paladar. “A mí no me vas a encontrar en un resort. Primero reservamos los restaurantes y luego ya el resto”.
A las 12.30, una alarma interrumpe la conversación. Una más de las muchas que marcan los tiempos en su vida. “Es la de las mousses”, exclama. El ritmo en cocina, a la vista desde la sala y hasta ahora casi en completo silencio, se acelera gradualmente conforme se acerca el servicio de comidas. Antes, como si se tratase de un perito, Abellá repasa una por una unas cortezas crujientes de trigo. Las que no lucen impecables se descartan. En la alta cocina no hay cabida para las imperfecciones y aquí se piensa en la tercera estrella, aunque el verdadero sueño de Abellá queda en dirección contraria a ella: tener su propia casa de comidas.
Horchata de avellanas y mousse de chocolate 70% con aceite de oliva
Ingredientes
Para 5 personas
Mousse de chocolate
- 93 gramos de chocolate guaraja 70%
- 93 gramos de aceite de oliva virgen extra
- 54 gramos de yemas de huevo pasteurizado
- 93 gramos de azúcar
- 80 gramos de claras de huevo pasteurizado
Horchata de avellana
- 40 gramos de azúcar
- 40 gramos de avellanas
- 300 gramos de agua templada
- 2 gramos de gelatina
- Avellanas caramelizadas
- 50 gramos de avellanas picadas en trozos desiguales
- 50 gramos de azúcar
- 50 gramos de agua
Gelatina de brandi y miel
- 75 gramos de brandi
- 2 gramos de gelatina
- 25 gramos de miel
Instrucciones
1. Mousse de chocolate 70% y aceite
Fundir el chocolate y juntarlo con el aceite de oliva virgen extra. En el robot de cocina y con las varillas, montar las yemas junto con los 43 gramos de azúcar hasta que doble el volumen. Una vez lista la mezcla, añadir al chocolate anterior, mientras montamos las claras con los 50 gramos de azúcar. Una vez al punto de nieve, juntar las tres elaboraciones, mezclando suavemente. Dejar reposar y guardar en frío.
2. Horchata de avellanas
Triturar el azúcar y las avellanas tostadas pero frías, y cuando ya tengamos el praliné, añadir el agua templada y seguir triturando todo junto. Hidratar la gelatina en agua fría y añadir a la mezcla aún templada. Retirar y dejar enfriar.
3. Avellanas caramelizadas
Cocer los trozos de avellanas junto al azúcar y el agua durante 5 minutos. A continuación, escurrir y tostar en el horno a 180 grados, removiendo de vez en cuando hasta que queden dorados. Sazonar ligeramente con sal.
4. Gelatina de brandi
Hidratar la gelatina en agua fría. En un cazo, poner la miel, el brandi y la gelatina previamente escurrida. Templar la mezcla solo hasta que la gelatina se disuelva, no pretendemos que cueza y evapore el alcohol.
Colar la mezcla y guardarla en la nevera para que se enfríe y coja cuerpo.
Para terminar, hacer dos quenelles de mousse de chocolate con una cuchara. A continuación, disponer las avellanas crujientes por el plato y una cucharadita de moca de la gelatina de brandi. Servir la horchata bien fría justo cuando se vaya a llevar a la mesa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.