El justiciero de los hijos ilegítimos de los famosos
El letrado Fernando Osuna ha ganado 140 demandas de paternidad, entre ellas a Julio Iglesias y El Cordobés. Ahora se enfrenta a Gento y a Eto'o
El abogado Fernando Osuna se ha convertido en el azote de los famosos que no reconocen a sus hijos. En la última década ha ganado unas 140 reclamaciones de paternidad. Sus victorias más sonadas han sido contra el cantante Julio Iglesias y el torero Manuel Benítez, El Cordobés. Pero Osuna también ha logrado que sean reconocidos los hijos de Rafael Ruiz (del grupo Los del Río) o del fallecido aristócrata José Leoncio González de Gregorio y Martí, marido de la duquesa roja. Ha presentado demandas de filiación contra el histórico extremo izquierdo del Real Madrid Paco Gento, de 86 años, el delantero camerunés Eto'o —que hace unos días no se presentó al juicio señalado en Madrid por la reclamación de su supuesta hija Erika, de 20— o el músico venezolano Carlos Baute. Y en septiembre logró la exhumación por orden judicial de los restos del escultor Mariano Benlliure, muerto en 1947, para comparar su ADN con el de su presunta nieta Lucrecia.
Osuna, de 65 años, un hombre de formas educadas y verbo rápido, mantiene una larga relación simbiótica con los medios de comunicación -—desde 2017 es, además, tertuliano en La Mañana de La Primera—. Y con el tiempo él mismo ha alcanzado cierta fama. Cuenta que no hace mucho, al llegar a Sevilla, se subió a un taxi y al reconocerlo el conductor exclamó: “¡Olé, olé, olé, qué bien lo está usted haciendo defendiendo a toda esa gente indefensa!”. Así es como él se ve: un protector de los débiles frente a los poderosos.
Osuna proviene de una familia acomodada de Écija, en Sevilla. Su padre era abogado, pero se dedicó sobre todo a dirigir la explotación de las dos fincas, más de 100 hectáreas de olivo y cereal, que su esposa había heredado. En 1981 abrió un bufete en Écija, al que le siguieron otras sedes en Sevilla, donde vive, Huelva, Badajoz y Madrid. Hoy tiene seis despachos en los que trabajan 18 letrados. Está casado y tiene tres hijos: la mayor es diseñadora de moda y posee tiendas en Sevilla, Madrid y México y los otros dos son abogados. Ha corrido 20 maratones y, dos veces, los 101 Kilómetros de Ronda, una prueba organizada por la Legión que, asegura, en 2003 terminó en 14 horas y una década más tarde, en 19.
Hace 15 años representó a 1.800 mujeres que denunciaban haber sufrido graves secuelas por tomar el fármaco Agreal, comercializado por Sanofi para contrarrestar los sofocos de la menopausia. La justicia desestimó casi todas, pero el abogado ganó un puñado de querellas en el Tribunal Supremo, se dio a conocer y se especializó en reclamaciones por negligencias médicas.
La reorientación de su carrera empezó poco después, el día que un vecino de Écija se sentó frente a su mesa y le dijo: “Soy hijo de un terrateniente que no me ha reconocido. Él tiene mucho dinero y yo soy un muerto de hambre, y quiero saber si me corresponde algo”, rememora. “Conseguimos testigos y pedimos al juez que exhumara el cadáver del padre, pero había sido incinerado. Me costó la misma vida convencerlo de exhumar a un tío, pero la prueba de ADN salió positiva, el caso salió en los medios y empezaron a venir personas que querían presentar demandas”.
Las historias que le cuentan suelen tener en común, afirma, grandes dosis de machismo y clasismo. “He tenido casos de empleadas del hogar que iban a las ciudades, se quedaban embarazadas del dueño de la casa o de su hijo y, además de despedirlas, no querían saber nada de ellas. Y de mujeres a las que en los sesenta y setenta sus familias repudiaron por haberse quedado embarazadas, y se vieron en la calle y solas”, señala.
Osuna asegura que ha ganado demandas contra empresarios, aristócratas y políticos relevantes, cuyos nombres no está autorizado a revelar. También ha cosechado derrotas. La más conocida fue la demanda de una mujer, criada en un orfanato, que sostenía que era hija de Juan March. El cadáver del financiero mallorquín fue exhumado, pero la prueba de ADN resultó negativa. Osuna lo considera gafes del oficio.
También cree justificado que sus clientes contraten detectives para que sigan a sus presuntos progenitores y encuentren pruebas, si es necesario, en sus bolsas de basura. “Los famosos tienen abogados muy buenos, pero cuando consigues una muestra de ADN que refleja la filiación al 99%, el padre ya puede llevar 200 testigos que lo que vale es la evidencia científica”.
El abogado recibe un porcentaje variable (sugiere que inferior al 10%) de la herencia que consigue el cliente. Pero llegar a ese punto desde que se presenta la primera demanda cuesta fácilmente 10 o 15 años. Por eso ve interesante la propuesta que ha recibido Javier Santos para vender ya los derechos que eventualmente puedan corresponderle de la herencia de Julio Iglesias.
El grupo de inversores mexicanos con los que están en conversaciones todavía no han concretado su oferta, pero el letrado afirma que ascenderá a una pequeña porción de lo que Santos podría recibir legalmente en herencia —la vigésimo séptima parte del vasto patrimonio del artista, por otra parte difícil de estimar—. Él considera lógica la rebaja, teniendo en cuenta que asumen el riesgo de que la Audiencia de Valencia, el Supremo, el Constitucional o la justicia europea revoquen la declaración de paternidad dictada en octubre por el juez José Miguel Bort.
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