La puerta que cierra la propiedad se abre a un patio.El tacto por encima de la vista. Ese es el secreto de esta vivienda mallorquina rodeada de robles y olivos. Su dueño, el interiorista alemán Thomas Niederste-Werbeck, tenía 10 años cuando conoció la isla balear. Hace tres decidió que Hamburgo era excesivamente estresante. Cerró el despacho en el que había trabajado durante 30 años y se mudó con su marido, Frank, al microclima mediterráneo. Instalado en Artà, ha abierto un pequeño estudio en el que los muebles restaurados y los nórdicos contrastan con las piezas únicas. Para él, lo auténtico parte de la tradición y, de entre todo, se queda en lo sencillo: “Una vacuna contra las modas”. Les costó tres años dar con esta casa de dos plantas. Luego en tres meses estaba instalado en ella. El arquitecto Sergi Bastida la había diseñado con forma cúbica y un patio de acceso y la construyó con piedra de marés, típica de Mallorca. El resto: porches para que la naturaleza se cuele en el comedor y la cocina y el sol se mantenga a raya. Las habitaciones de invitados están situadas en la planta baja. Y la gran terraza del dormitorio principal, recogido en la primera planta, tiene vistas sobre el campo mallorquín.
-Producción de Martina Hunglinger
Estudio TNW design