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Columna
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Refundación en precario

El escueto mensaje sobre Cataluña del programa confirma el miedo de PSOE y Podemos a entrar en una cuestión que será recurrente durante la legislatura

Josep Ramoneda
Oriol Junqueras pasa junto a Pedro Sánchez en el Congreso.
Oriol Junqueras pasa junto a Pedro Sánchez en el Congreso.PABLO BLAZQUEZ (Archivo AFP)

El programa de Gobierno presentado por PSOE y Podemos, un documento de 49 páginas, sólo contiene dos líneas de referencia explícita al proceso soberanista: “Abordaremos el conflicto político catalán impulsando la vía política a través del diálogo, la negociación y el acuerdo entre las partes que permita superar la situación actual”. Y una alusión genérica a nuevos foros bilaterales “cuando se trate de dirimir un asunto de interés específico”, que apunta a la mesa de diálogo acordada con Esquerra Republicana. Puede parecer sorprendente en una investidura pendiente del voto de Esquerra Republicana, pero ésta es la razón de tanta parquedad.

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Del texto presentado por PSOE y Podemos se deduce que ERC se compromete estrictamente a facilitar la investidura, que hay una firme voluntad de que el conflicto regrese a la vía política y que el pacto de izquierdas llega con el propósito de cambiar las prioridades de la agenda de Gobierno de modo que la cuestión catalana no sea el monotema de la política española. El horizonte de la futura coalición de izquierdas es la refundación de la socialdemocracia, dentro de los parámetros del marco europeo. La respuesta a la precarización del trabajo, la cuestión ecológica, la revolución feminista, la defensa de los derechos sociales y de las libertades básicas después años de radicalismo penal, la cuestión de la vivienda, o la justicia fiscal constituyen una enmienda radical a los gobiernos de la derecha con propósito firme de derogar sus leyes más abusivas.

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No es extraño que la derecha haya respondido a coro al grito de “España por una investidura”. Parte del bloqueo de la cuestión catalana se debe a que en la derecha española y en el sector fundamentalista del independentismo hay demasiada gente que ha hecho del bloqueo, de la normalización de la anormalidad, su modo de vida y de la dialéctica de confrontación un espectáculo eficaz para ocultar las fracturas y los estragos de la nueva economía.

El escueto mensaje sobre Cataluña del programa de Gobierno confirma el miedo de PSOE y Podemos a entrar en una cuestión que inevitablemente será recurrente durante la legislatura. Arriar la bandera de la confrontación es positivo, pero no basta. Si a ello añadimos el largo y proceloso camino para llegar al pacto de gobierno —cargado de incongruencias, cálculos equivocados y frivolidades varias (la repetición electoral entre ellas)— quedan muchas dudas sobre la solidez de los cimientos del que será el próximo Gobierno, si ERC quiere.

La primera coalición presuntamente de izquierdas del régimen del 78, llega en un momento en que el ciclo neoliberal está agotado y las reformas son imprescindibles antes de que estalle la calle. Pero lo hace con la derecha en pie de guerra, instalada en la dialéctica de la confrontación patriótica, con una mayoría precaria y con liderazgos muy tocados, marcados por la desconfianza. El buen político es el que es capaz de captar la oportunidad y aprovecharla.

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