La familia real británica, a medio gas en la misa de Navidad
A la tradicional ceremonia del día 25 de diciembre no han acudido ni Enrique de Inglaterra y Meghan Markle ni el marido de la reina, Felipe de Edimburgo
La misa de Navidad que cada año celebra la familia real británica en la finca de Sandringham es un buen medidor para saber cómo están las cosas entre los Windsor. Si 2017 supuso la llegada de Meghan Markle (cuando aún no estaba casada con el príncipe Enrique) y 2018 fue la confirmación del buen ambiente que se respiraba entre la exactriz y su cuñada, Kate Middleton, este 2019 era el momento para comprobar las presencias y las ausencias. Destacaban sobre todo las de tres: los duques de Sussex, Enrique y Meghan; el marido de la soberana, el duque de Edimburgo; y el príncipe Andrés, tercer hijo de Isabel II. De todos ellos el único que ha asistido es este último, el duque de York, pero en un discreto segundo plano.
Ni los duques de Sussex ni su hijo, Archie, de siete meses, han acudido al servicio en la iglesia de Santa María Magdalena. En noviembre ya avisaron de que se iban a tomar seis semanas de descanso y se iban a alejar de sus tareas profesionales. Han pasado un tiempo en California con Doria Ragland, madre de Markle, y ahora han estado también en Canadá, como desveló el primer ministro del país, Justin Trudeau, en un mensaje en Twitter.
Uno de los más esperados era el príncipe Andrés. El tercer hijo de la reina Isabel II suele acudir a la misa de Navidad acompañado de sus dos hijas, Eugenia (que el año pasado llegaba por primera vez acompañada de su marido, Jack Brooksbank, con quien se había casado en octubre) y Beatriz, que en septiembre anunció su compromiso con el financiero italiano Edoardo Mapelli Mozzi. El joven italiano también acudió al servicio religioso, algo que, hasta hace poco, solo estaba permitido para los consortes una vez que se casaban.
En esta ocasión, Andrés ha llegado a la iglesia con su hermano Carlos, antes de que lo hicieran su madre y el resto de la familia, y ha entrado a la iglesia por una puerta diferente. Tampoco acompañó a la reina a la salida de la celebración religiosa, manteniendo lo que la BBC ha calificado como "un perfil bajo".
Era una incógnita si este año el duque asistiría, ya que a finales de noviembre la casa real anunció su retirada de la vida pública a causa del escándalo del pedófilo estadounidense Jeffrey Epstein, en el que está implicado al haber mantenido una estrecha relación de amistad con el magnate. Sin embargo, iba a seguir participando de los actos familiares, como sería esta muy observada celebración religiosa.
Además, por vez primera asistieron a la celebración religiosa los dos hijos mayores de Guillermo y Catalina, los príncipes Jorge y Carlota. A falta de su hermano, el pequeño Luis, se convirtieron en las estrellas de la pasarela a la que cada año asisten multitud de ciudadanos de la zona para saludar a la familia real y hacerles entrega de flores y mensajes. Una de las imágenes que dejó la mañana fue la de la princesa Carlota, segunda hija de Guillermo y Kate, agarrada a un flamenco rosa hinchable que le regalaron los asistentes.
Ya el año pasado no acudió a la misa Felipe de Edimburgo, el marido de Isabel II. A sus 98 años, el duque ya estaba en Sandringham la semana pasada. Sin embargo, fue ingresado en un hospital de Londres el pasado viernes a causa de una afección pasada que tenían que volver a tratarle. La mañana del 24 de diciembre, tras cuatro noches en la clínica, fue dado de alta. Este año, por tanto, su delicada salud le ha vuelto a impedir hacer una aparición con toda la familia en el acto central de los Windsor por Navidad.
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