Batalla en todos los frentes
Más allá del teatro, tocaría pensar en España y en Europa. ¿Hay alguien todavía dispuesto a hacer política con esa prioridad? ¿O siquiera a hacer política?
En el PSOE hay, como había, dos corrientes: quienes creen que, en este escenario, conviene ir al pacto llamado constitucionalista para fortalecer al país; y quienes creen que hay que seguir adelante por la izquierda rompiendo el bloque independista. Los unos creen que la doctrina de Ramón Rubial de “primero España, después el partido, y después cada uno…” pasa por el mensaje de Manuel Valls contra los indepesy contra Vox; los otros, que no es lo responsable porque unirse a la derecha llevaría a una polarización más insoportable. El pulso, con todo, no trata tanto de lo mejor para España como de lo mejor para el partido socialista. Por lo demás, hablar de pulso es ilusorio; hay una línea dominante a pesar de algunos críticos. Y ésta no se destila en los órganos cada vez más debilitados de los socialistas sino en La Moncloa… de modo que el partido, con el encargo de la investidura de Pedro Sánchez, mantiene su plan; y envía señales claras a Esquerra Republicana de Catalunya de que demorarse es peligroso. No será tan sencillo.
El escenario líquido ha adquirido un punto cenagoso tras el pronunciamiento del pasado jueves del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE). Con tantos polvos, solo puede haber lodo. Los independentistas han tirado de su engrasadísimo aparato de propaganda para reverdecer el victimismo y recuperar su leyenda negra sobre la justicia española a la que el president Quim Torra desafía de nuevo… Entretanto, los ultramontanos centralistas venden que Europa quiere una España débil. Cuando Alfonso Ussía escribe “Puta Europa”, expresa un sentimiento real de mucha gente. La extrema derecha, como Carles Puigdemont, defiende y ataca a la Unión Europea según le vaya. Al cabo, unos y otros son nacionalistas, o nacionalpopulistas, y Europa les importa una higa.
Para los otros sí que debería ser un asunto prioritario. Pero hay tantas variables que eso parece aún lejos. Esquerra sabe que una repetición electoral llevaría a gobernar a las derechas, pero Puigdemont torpedea a ERC en Cataluña; Ciudadanos espera la carambola pero el Partido Popular ve con temor este caldero emocional propicio para la extrema derecha...
En el teatro de operaciones, según el lenguaje militar, hay batallas en todos los frentes: en el eje izquierda-derecha, en el eje centro-periferia, entre la derecha, en el independentismo… Pero en el teatro de operaciones hay también mucho teatro, en lenguaje escénico, con gestos sobreactuados y faroles.
Cuando Junqueras proclama ahora “Nada de lo que hicimos fue un delito. No solo era legítimo, sino legal. Nos hemos ganado el derecho a volver a intentarlo…”, se dirige al exvicepresident Oriol Puigdemont, no al presidente en funciones Pedro Sánchez, al que anima a seguir negociando. Voxear el Spexit —la salida de España de la Unión Europea; la versión española del brexit— ensancha el campo a partidos como Vox. Cuando Pablo Iglesias y Alberto Garzón rajan ásperamente del Supremo, ¿se entiende que sus europarlamentarios votarían contra el suplicatorio español? Eso es lo que debería quitar el sueño al presidente Sánchez. ¿Se lo quita? Todo es muy líquido, pero, más allá del teatro, tocaría pensar en España y en Europa. ¿Hay alguien todavía dispuesto a hacer política con esa prioridad? ¿O siquiera a hacer política?
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