Entre el compromiso y el escándalo: por qué Patxi Andión fue el ídolo masculino que necesitaba España
El actor y cantautor ha muerto a los 72 años de edad en un accidente de tráfico en Soria. Repasamos una carrera donde alternó el cine más taquillero con la canción protesta y abrió las puertas a un nuevo tipo de ídolo para las masas
Durante los años sesenta y setenta, el galán español clásico respondía al perfil que habían establecido personajes como Juan Luis Galiardo, Máximo Valverde o Espartaco Santoni. Un hombre recio, hirsuto y con ciertos comportamientos que, a pesar de su pretendida sofisticación, rozaban en más de una ocasión lo ordinario. En el otro extremo estaban los galanes cómicos. Actores como Alfredo Landa o José Sacristán que, aunque cumplían esa fantasía de “los hombres simpáticos y que me hacen reír”, lo cierto es que no cumplían con el canon de belleza de la época. Así fue el star system de España hasta que llegó él: Patxi Andión, que acaba de fallecer a los 72 años.
'La otra alcoba' tuvo graves problemas de censura, institución que continuaba vigente a pesar de haber muerto el dictador unos meses antes, y tal vez por eso, también fue un gran éxito de taquilla que deparó a Andión fama y otro momento clave de su vida: un romance con Amparo Muñoz
Nacido en Madrid en 1947 pero criado en el País Vasco, Andión también era recio, hirsuto y de voz profunda pero, a diferencia de los anteriores, tenía un toque desastrado que resultaba enormemente chic. Además, lejos de ser un hombre permanentemente duro y desafiante, hacía gala de cierta sensibilidad pues, no en vano, también era cantante con conciencia social. Su disco de debut, Retratos (1969), era una galería costumbrista por la que pasaban gente como ese amigo bohemio llamado Rogelio, el mendigo Esteban que se ganaba la vida de feria en feria, el perro Pipo “que murió solo” o La Jacinta, una prostituta que trabajaba en las tabernas del puerto “cuando el mundo se hace sueño”.
Definitivamente, Andión era el ejemplo de que un galán diferente, comprometido hasta el punto de tener que marcharse una temporada a Francia por su colaboración con organizaciones clandestinas de izquierdas y con ideas progresistas era posible. Así lo demostró en películas como El libro del buen amor (1975), que aunque se podría incluir dentro del cine del destape, no dejaba de estar basado en un clásico de la literatura española. También fueron trabajos relacionados con la literatura Libertad provisional (1976), en la que actuaba junto a Concha Velasco e interpretaba a Manolo, un buscavidas creado por Juan Marsé, autor del guion, o Asesinato en el comité central (1982), en la que encarnó al detective Pepe Carvalho en una trama que planeaba asesinar al mismísimo Santiago Carrillo.
No obstante, la película que le haría realmente famoso fue La otra alcoba (1976), de Eloy de la Iglesia, una cinta que fue criticada por igual por los afines a la dictadura y por sus detractores. Para los primeros, el filme era una crítica panfletaria a una burguesía en la que claramente se veían reflejados; para los segundos, un fétido producto de explotación en el que solo se buscaba el morbo de ver a Amparo Muñoz desnuda.
Además, La otra alcoba tuvo graves problemas de censura, institución que continuaba vigente a pesar de haber muerto el dictador unos meses antes. Tal vez por este revuelo, la película fue un gran éxito de taquilla que deparó a Andión fama y otro momento clave de su vida: un romance con Amparo Muñoz que los llevaría a casarse meses después. Lo que no habían conseguido ninguno de los demás galanes que habían coincidido con la actriz, lo había conseguido ese nuevo actor que se salía de lo convencional. Se podría decir que el tan mentado “hombre nuevo” de los sesenta y setenta se parecía mucho a Andión.
Otro de los grandes papeles de Andion fue del de Ernesto 'Che 'Guevara. Lo interpretó a principios de los ochenta cuando la ópera rock de Andrew Lloyd Webber se estrenó en España en el Teatro Monumental de Madrid
Otro de los grandes papeles de Andión fue del de Ernesto Che Guevara. Lo interpretó a principios de los ochenta cuando la ópera rock de Andrew Lloyd Webber con letras de Tim Rice se estrenó en España en el Teatro Monumental de Madrid dirigido por Jaime Azpilicueta. Le acompañaba en el papel de Evita Paloma San Basilio y, durante los ensayos y tiempos muertos, el actor comenzó a desarrollar la profesión a la que se dedicaría al dejar los escenarios: la docencia universitaria.
“El lunes tengo un examen y estoy aprovechando entre función y función”, le explicaba Andión a una atónita redactora de ABC en 1981, que no salía de su asombro al verle con los apuntes de Antropología Social. En esa época, el artista al que siempre le había gustado desarrollar diferentes actividades, ya estaba un poco cansado del mundo del espectáculo.
“En cuanto a los circuitos comerciales en el mundo de la canción, no pienso volver a ellos”, explicaba Andión al periódico madrileño porque, continuaba, “no soporto cantar en un lugar donde la gente está tomando copas y no le importa nada mi mensaje. Me gusta el contacto directo con el pueblo”.
Prueba de ello eran sus colaboraciones con asociaciones de vecinos o con colectivos sociales, ambientes en los que estaba más cómodo, aunque no cerraba la puerta a otras actividades artísticas como la que desarrollaba en ese momento, como el teatro.
El contrato de Hollywood para hacer el papel de Che en Evita llegaría, pero sería para Antonio Banderas, no para Andión que, para entonces, había concluido sus estudios y se había retirado del mundo del espectáculo para dedicarse a escribir y dar clases de Comunicación Audiovisual, Producción, Realización y Operaciones Artísticas en la Escuela Universitaria Politécnica de Cuenca de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Solo volvería a actuar en ocasiones puntuales, como en el caso de la serie de televisión La virtud del asesino (1998) o por el cincuenta aniversario de su carrera musical en noviembre de 2019, que conmemoró con una actuación especial en Los Conciertos de Radio3.
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