Patxi Andión: “Pagué un alto precio por ser un indómito”
El cantante madrileño lanza el disco ‘La hora del lobicán’ para conmemorar medio siglo de carrera musical
Desde el primer segundo de escucha es meridiano que Patxi Andión ha cuidado al máximo el sonido y letras de La hora del lobicán (producido por Lemuria Música y distribuido por Warner), el disco con el que conmemora 50 años desde que lanzó el primero, Retratos, en 1969. El de ahora es un álbum delicado, al que el cantautor madrileño, de 72 años, pone el contrapunto de su voz ronca y un poco de humor ácido en las historias que cuenta. Esa hora del lobicán –expresión de tierras de lobos- es en la que, como dice la canción que da título al disco, se “confunde al lobo en can y al perro en lobo”. Es el momento de la luz incierta al amanecer y en el ocaso. “Caracteriza muy bien la época que vivimos”, dice Andión.
“Cuando los cantautores empezamos a tener importancia, los límites eran claros. Estaba Franco… si ahora rascas, algunas cosas no han cambiado tanto. Entonces ya sacaba su patita la mercantilización y hoy la cultura impuesta es de poco peso. Han cambiado las formas, pero en el fondo todo es más difuso”. Transmitido con claridad el mensaje, toca hablar de las 10 canciones de este trabajo, en el que se ha rodeado de una banda exquisita, en la que sobresale el pianista, Daniel García Diego.
“He querido buscar la máxima excelencia porque, a veces, cuando no lo he hecho luego te torturan detalles. Te dices: ‘¿Por qué no me puse más pesado en esta mezcla? Es un disco que representa lo que soy en este momento, sin otra pretensión”, subraya el también sociólogo y escritor. “En realidad, nunca dejas de escribir tu autobiografía, es difícil dejar de hablar de uno. Los que no sepan quién soy, que serán muchísimos, si escuchan este disco, sabrán quién es este tipo”. A ello ayudará la gira que comienza en Madrid el 25 de noviembre, en la sala Galileo Galilei.
También se ve en este trabajo al Patxi Andión del pasado, como en la canción en portugués compuesta a partir de un poema de Pessoa, saudade de un país con el que tiene “ligazón”. “Es una balada fado sobre una nube que está sola en el cielo. Nadie como Pessoa para profundizar sobre lo más elemental”. Mientras que Buenos días, joven remite a su vivencia en el París del Mayo del 68. ¿Son estos tiempos de inteligencia artificial propicios para la canción con compromiso? “La música es deudora de su tiempo”, apunta. “La canción protesta representa a una época y hoy la sociedad civil demanda otras cosas, presa de la usabilidad y de la obsesión por divertirse”.
Nacido en una familia que sufrió la cárcel del franquismo, él mismo padeció la censura, se exilió a Francia… Hoy se reconoce entre los cantautores desubicados cuando llegó la democracia. “Fue mi caso. Recuerdo que años más tarde, hablando con un alto representante de un partido político importante cuando participé en los conciertos de la campaña en contra del ingreso en la OTAN, me dijo: ‘Entenderás que ahora no es momento de que nos toquéis los cojones’. Pero soy indómito y por ello pagué un precio, a veces alto, relacionado con la trascendencia de mi obra, que quedó en la sombra”.
De la política, al amor. La letra de En corazón enemigo es un breve tratado del desamor: “Que es un juego del Demonio confundir amor con matrimonio”; y del divorcio, que también sufrió. "Siempre me ha llamado la atención cómo se torna la situación de dos personas que antes iban de la mano, hacían el amor y de pronto...”. Aunque para que el tono no sea dramático, le ha puesto a esta composición ritmo de tanguillo de Cádiz.
Andión no es dado a mirar atrás, pero no rehúye recordar su parón musical de 10 años en los noventa. “Me encontré en un sitio que no había proyectado. Estaba mimado por una multinacional, pero te vas amoldando a lo que te pide el éxito: las canciones que el público quiere en los conciertos, lo que le llama la atención a los comunicadores… Entonces, te das cuenta y dices: ‘No quiero esto’. Puedes hacer dos cosas, seguir en el sistema o salirte un tiempo, que es lo que hice. Y volver, si tienes cosas que decir”.
Así, el autor de La Jacinta o Una, dos y tres no se arrepiente de haber tomado esas decisiones. “Mi padre decía que uno no puede arrepentirse de lo que ha hecho, sino de lo que no ha hecho. Puede que hicieras cosas que… pero porque estás siempre atado a unas circunstancias”.
Babelia
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