_
_
_
_

W. Somerset Maugham y la medicina

Siendo un estudiante en prácticas, Somerset Maugham aprendió que las emociones humanas solo se pueden explicar a la manera literaria, por ser esta la única forma de comunicarlas

Montero Glez
El escritor William Somerset Maugham, fotografiado en Londres, en 1934.
El escritor William Somerset Maugham, fotografiado en Londres, en 1934.LIBRERÍA DEL CONGRESO DE EE UU

Los límites entre ciencia y literatura quedaron fijados con la llegada del Renacimiento, cuando la ciencia se blindó a interpretaciones “poco racionales”. De esta manera, no solo quedaba fuera de las lindes el siempre perjudicial dogma religioso, sino también toda la materia invisible que soporta el peso orgánico del mundo; aspecto nada desechable cuando se trata de anticipar la incertidumbre del entorno. Dicho de otra manera, la frontera entre ciencia y literatura, en realidad, viene a ser difusa aunque se nos presente nítida como corresponde a toda frontera inventada.

W. Somerset Maugham es un claro ejemplo de tal afirmación.

En el prólogo a sus cuentos -editados por Atalanta -el escritor Vicente Molina Foix nos relata cómo Somerset Maugham apareció por Sevilla a finales del siglo XIX, tocado con un sombrero cordobés y envuelto en una capa. Acababa de publicar su primera novela, Liza de Lambeth y se acababa de graduar como doctor en la escuela médica londinense de St Thomas, en su especialidad más creativa, es decir, la obstetricia. Bien mirado, lo de ocuparse del embarazo y el parto de las mujeres es también una manera de ocuparse de la creación.

Por lo mismo, en sus diarios, Somerset Maugham señaló el valor literario de todo lo que vivió en su época como estudiante de medicina. Entre otras muchas cosas, aprendió que el dolor es a la salud lo mismo que la curiosidad al conocimiento. Viendo a hombres y mujeres morir, Somerset Maugham curioseaba en su dolor hasta comprenderlo y así poder paliarlo. Con ello, aprendió que las emociones humanas solo se pueden explicar a la manera literaria, por ser esta la única forma de comunicarlas.

Viendo a hombres y mujeres morir, Somerset Maugham curioseaba en su dolor hasta comprenderlo y así poder paliarlo

En aquellos años de aprendizaje, Somerset Maugham obtuvo su experiencia vital, la que formaría el sedimento de toda su obra desde la primera novela, la citada “Liza de Lambeth” y donde nos cuenta la historia trágica de Liza Kemp, chica de un barrio obrero londinense que trabaja en una fábrica y vive con su madre, una mujer viuda y alcohólica. Todo cambia para Liza cuando se enamora de un hombre casado.

El tema principal de Liza de Lambeth es el adulterio y su relación con la miseria económica que condiciona las vidas en los márgenes; la misma pobreza con la que Somerset Maugham entró en contacto cuando hizo prácticas de obstetricia en el suburbio londinense de Lambeth.

A partir de la publicación de esta novela, Somerset Maugham se convertirá en un escritor de éxito, dejando de lado la práctica de la medicina. A sabiendas de que hay muchas maneras de estar vivo y una sola manera de estar muerto, se dedicaría a vivir y a escribir.

Entre su producción literaria cabe destacar el libro de cuentos que hoy nos trae hasta aquí y donde brilla con luz propia el titulado Lluvia; la historia del matrimonio formado por el doctor Macphail y su esposa. Todo empieza para ellos cuando tienen que permanecer en la isla de Pago-Pago de manera forzosa ante una epidemia que les impide embarcarse. La naturaleza de los acontecimientos les obliga a compartir vivienda con una prostituta y con un matrimonio puritano e intolerante.

Las relaciones entre personajes vienen a revelar la sombreada frontera entre represión -representada por el matrimonio puritano- y libertad -representada por la prostituta. El médico no soporta la escala de valores que se traducen en la doble moral del otro matrimonio. Con tal ejemplo literario, el escritor Somerset Maugham nos viene a mostrar que ciencia y literatura van juntas, y más aún cuando se trata de oponerse a la intolerancia condicionada por la religión.

Sin duda, Somerset Maugham es la conquista del espacio literario por parte de la ciencia desde que un buen día apareció por la calle Sierpes, envuelto en su capa ribeteada, dispuesto a dejar la medicina para convertirse en escritor.

El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.

Puedes seguir a MATERIA en Facebook, Twitter, Instagram o suscribirte aquí a nuestra newsletter

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Montero Glez
Periodista y escritor. Entre sus novelas destacan títulos como 'Sed de champán', 'Pólvora negra' o 'Carne de sirena'.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_