En el patio del colegio también se aprende
Los centros y la administración desarrollan diferentes iniciativas volcadas en Primaria para mejorar las relaciones, el clima social o la vinculación de los alumnos con el mundo que les rodea
Los patios dejaron de ser hace tiempo espacios ajenos a los procesos de aprendizaje donde los alumnos buscaban minutos de descanso entre balones, carreras, risas, tensiones y socialización. Hace más de 10 años que esto ha cambiado y se han diseñado por parte de directores, profesores y la propia administración, distintos planes de intervención en unos lugares donde se sigue aprendiendo entre clase y clase.
Ahora se aprovechan estos minutos para procesos de integración de los estudiantes de Primaria –de seis a 12 años–, con juegos, actividades relacionadas con la ecología y la salud, división de los patios por colores y cursos, o con programas que dan salida a las distintas aficiones de los alumnos. El objetivo es mejorar las relaciones, la convivencia y el clima social de los centros.
El origen de estos planes se sitúa alrededor de 2005, cuando la administración autonómica elaboró un proyecto piloto para que los alumnos con algún trastorno generalizado del desarrollo (fundamentalmente dentro del espectro autista), se sintieran más cómodos y seguros en los recreos a través de la creación de entornos y actividades estables y organizadas.
Lo recuerda Isabel Serrano, jefa de la Unidad técnica de convivencia y de las familias de la Consejería de Educación de Madrid. “Nos dimos cuenta de que esos planes beneficiaban a todos los alumnos”, por lo que se pasó a ser un instrumento generalizado a partir del año 2007. Así, se introdujo como medida organizativa para ordenar a los alumnos y que estos utilizaran todas las zonas del patio con juegos inclusivos, uso de las pistas deportivas y de las de juego, etcétera. Hoy ya están bastante extendidos en infantil y aproximadamente en un 30% de los centros de primaria.
Estos planes se desarrollan en el recreo de la mañana (normalmente de 11 a 11.30 horas) y en el que hay después de comer (de 13 a 14.30 horas). La etapa elegida es la de Primaria, porque como recuerda Serrano, “es la etapa en la que se producen la mayoría de los casos de acoso escolar”. “Son programas que demuestran sus beneficios en muy poco tiempo”, asegura esta experta. “Mejoran el clima social de los centros, fomentan la convivencia y el compañerismo” y se añaden como una medida de prevención dentro del proyecto del centro.
El colegio público EEUU-Huarte San Juan (200 alumnos de tres a 12 años, 16 profesores) ha implantado este año un programa de patios centrado en la actividad física y la salud (poseen el sello de Vida Saludable del ministerio de Educación). Carteles, cajones con los materiales y juegos para cada edad y curso promocionan el respeto y el compañerismo.
En el Santa Gema Galgani (1830 alumnos y 100 profesores, desde uno a 17 años) tienen un programa que organiza los recreos para resolver los problemas de convivencia que surgen en los patios y para enseñar a los alumnos a relacionarse entre ellos. “Eliminas los problemas si hay actividades. Los niños no están acostumbrados a jugar”, dice su director Antonio Portillo.
Su proyecto se basa en dos líneas con los 500 alumnos de primaria. La primera funciona desde el año pasado y persigue la ecología y la limpieza en el patio. Bajo la responsabilidad de los chicos y organizados en “patrullas verdes”, se encargan de concienciar a sus compañeros para tener un patio limpio. Cuentan con un sistema de tarjetas rojas, amarillas y verdes. Si al final de la semana hay una tarjeta por cada día, todos juntos bailan y cantan.
La segunda divide el patio en varias zonas también gestionadas por los alumnos, con juegos populares, zona de fútbol y otros deportes, juegos de mesa en la biblioteca, etcétera. Los mayores de la ESO aprovechan el tiempo del recreo para reunirse en el grupo de ciencias, debate y robótica o jugar al ajedrez.
Diez años llevan organizando los Recreos divertidos en el colegio concertado Sagrada Familia de Aranjuez (700 alumnos de uno a 16 años, 50 profesores), aunque en este caso solo para los estudiantes de la ESO. La profesora y responsable de este programa, Marga Fontseré, cuenta que ante la falta de espacio que tienen en su centro, y que obliga a los chicos a salir a la calle a la hora del recreo, decidió ofrecerles tres opciones: “Deportivos para los amantes de los deportes; cívicos para los altruistas y los que se preocupan por el medioambiente; y teatreros para los que se sienten artistas”.
Los primeros practican sus deportes favoritos en el salón de actos y en el cercano Club de Piragua Aranjuez; los teatreros representan sus obras a los más pequeños y en actos solidarios del municipio; y los cívicos colaboran con otras actividades del centro, limpian el entorno, etcétera.
“Es un programa voluntario, pero funciona muy bien, porque se apuntan unos 150 alumnos de los 180 que estudian la ESO. Estamos muy satisfechos”, afirma Fontseré.
Potenciar las capacidades que uno tiene y que a veces quedan ocultas es el objetivo de la Alfombra mágica, un momento especial que se da en el recreo de los miércoles en el colegio Santo Domingo de Algete (50 profesores para 603 alumnos de tres a 16 años).
Organizado desde hace tres años por el secretario del centro, Roberto Ríos, consiste en ofrecer a los alumnos de primaria un lugar donde cantar, bailar, contar chistes o historias, tocar un instrumento, hacer un teatro, etcétera. “Los chavales que tienen dificultades para encontrar su hueco o con necesidades educativas especiales son los que más participan”, señala Ríos.
El Ayuntamiento de Madrid organizó en la corporación anterior el Proyecto de cuidados de entornos escolares, para promover la salud y mejorar la convivencia. Lo inició con un plan piloto en tres centros escolares de la capital: el CEIP Juan Sebastián Elcano en Usera, el CEIP Daniel Vázquez Díaz en Moncloa-Aravaca y el CEIP Valle Inclán, en San Blas-Canillejas.
En este último (150 alumnos de tres a 12 años y 18 profesores) se inauguró en mayo pasado la primera fase de un proyecto de remodelación de su patio que ha cambiado un pavimento gris y deteriorado por un lugar donde reina el color y la alegría, lleno de vegetación y construido con criterios sostenibles.
“Nos pidieron que soñáramos y eso es lo que hicimos”, resume satisfecha su directora, Núria Hernández. Encajonado entre bloques de viviendas, pero con un gran patio, Hernández cuenta que “queríamos hacer algo bonito para un barrio donde hay una población algo complicada, y en donde los niños, sus familias y los vecinos nos dijeran sus ideas”. Y eso hicieron. Pusieron unas mesas donde recogieron esas ideas y “entre todos lo pensamos”.
El resultado se puede ver en las fotos de su blog y observar cómo combina mucha vegetación, flores, arbustos y árboles autóctonos que son más sostenibles con columpios, de formas alegres y de colores, todo sobre un suelo que es poroso y que está ligeramente inclinado para recoger el agua de la lluvia en unos depósitos que hay debajo. Luego este agua se puede reutilizar para regar las plantas y los árboles.
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