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Columna
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España no es así

A la mayoría de los españoles les siguen preocupando en primer lugar el paro, la economía y los políticos, y abajo, mucho más abajo, la inmigración y el independentismo catalán

Pepa Bueno
El presidente de Vox, Santiago Abascal (i) junto con los otros 51 diputados electos de la formación posan en la escalinata del Congreso.
El presidente de Vox, Santiago Abascal (i) junto con los otros 51 diputados electos de la formación posan en la escalinata del Congreso. ANGEL DIAZ (EFE)

No, la mayoría de los españoles no somos así. Y tenemos que repetirlo como un mantra cada vez que los dos extremos empeñados a enfrentarnos a espejos deformantes azucen el debate.

España no es el Estado opresor en el que, los presuntamente oprimidos catalanes independentistas, pueden gritar su opresión en la televisión pública estatal, en los tribunales, y en las calles masivamente, como lo han hecho en los últimos años, sin más limitación que el derecho de los demás. Saltárselos tiene consecuencias, para ellos y para todos. Los derechos individuales existen, son una conquista reciente y dramática y deberían formar sobre derechos humanos a las juventudes de Arran. Sería interesante saber cuántos independentistas catalanes se horrorizan ante las barbaridades que hacen y dicen sus representantes de todas las edades.

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España no es así. Tenemos que repetirlo cada vez que una declaración irracional y cruel de los dirigentes de Vox consiga su objetivo de provocarnos escándalo.

Hay muchos, y muchos católicos, espantados ante una extrema derecha que elige como objetivo cobarde de sus provocaciones a los más vulnerables. No deberíamos dejarnos arrastrar por el repelús que nos provoca, sino pensar que, afortunadamente, siguen siendo una minoría. Pero sería interesante también saber cuántos, entre los tres millones seiscientos mil que los han votado, están de acuerdo con que “los niños gays son una cosa así”; que España debe estudiar si abandona la declaración de derechos del niño de la ONU para desamparar a niños sin familia; o que el feminismo es un cáncer, sumando al desprecio a las mujeres, el desprecio a los afectados por una enfermedad que provoca tanto sufrimiento.

España no es así, como se ha demostrado en las urnas, pese al subidón de Vox provocado por el espejo deformante al que pretenden enfrentarnos Torra y compañía.

A la mayoría de los españoles —que no son crueles, ni totalitarios, sino que quieren su pan, su casa y la fiesta en paz— les siguen preocupando, según el CIS, en primer lugar el paro, la economía y los políticos, y abajo, mucho más abajo, la inmigración y el independentismo catalán. La ruleta rusa no da más de sí. De los políticos que deben gestionar la realidad de esta España compleja y plural de 2019 depende que los espejos deformantes acaben en el salón de casa o sigan en un pasillo.

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