El crepúsculo de los dioses: por qué Al Pacino y Robert de Niro llevan 25 años malgastando su talento
‘El irlandés’, la última película de Martin Scorsese, reúne de nuevo en la pantalla a dos mitos del séptimo arte defenestrados, durante décadas, del primer nivel de Hollywood
Su condición de leyendas vivas es tan indiscutible como su trayectoria. Uno, Robert De Niro, es el mejor intérprete de la historia del cine según los datos de un estudio británico. El otro, Al Pacino, ostenta papeles inolvidables suficientes como para cimentar sobre ellos una fe religiosa. “Yo no creo en Dios, creo en Al Pacino”, repite un evangelizado Javier Bardem. Pero las últimas décadas no han sido fáciles para sus beatos. Pacino (Nueva York, 1940) y De Niro (Nueva York, 1943) se reencuentran de nuevo en la gran pantalla en El irlandés, lo nuevo de Martin Scorsese que se estrena el 15 de noviembre en salas y el 27 del mismo mes en Netflix. Considerada por la crítica como una de las mejores películas de lo que va de año y segura contendiente en la temporada de premios, también es vista como el canto de cisne de dos estrellas que llevan décadas malgastando su legendario talento en el purgatorio del streaming. Con una filmografía reciente repleta de thrillers policiacos con aspiración a sobremesa y comedias calificadas por algunos críticos como "cargantes", ¿qué han hecho mal los intérpretes este siglo para estar más cerca del Razzie [premios a los peores del año] que del Oscar?
"¿Cómo de grandes pueden ser las deudas de De Niro? Creo que tiene un par de exmujeres, el restaurante Nobu y el festival de Tribeca, no es tanto… ¿En qué gasta el dinero entonces? Pacino también hace bastante basura", criticó Anjelica Huston sobre la trayectoria de los dos
Desde que comenzaran su carrera allá por la década de los sesenta, Al Pacino y Robert De Niro suman 16 nominaciones a los Oscar. En los últimos 26 años, sin embargo, entre los dos solo han conseguido una, la merecida por De Niro como Mejor Actor de Reparto por su papel en El lado bueno de las cosas. A tenor de las alabanzas recibidas con su último filme, la sequía puede estar cerca de concluir. El irlandés narra la historia de Frank Sheeran (De Niro), un asesino a sueldo al que se le atribuyen más de una veintena de crímenes relacionados con el hampa y que supuestamente acabó con la vida del célebre sindicalista Jimmy Hoffa, interpretado por Pacino. En una entrevista concedida a EL PAÍS, reconocen que el proyecto “completa un círculo profesional” que empezó en 1974 al compartir cartel –que no escena– en El Padrino II.
Su última colaboración hasta la fecha, que data de 2008, no levantó la misma expectación. En Asesinato justo reivindicaron el cliché más manido de Hollywood al dar vida a dos policías a punto de jubilarse que tratan de resolver un caso pendiente. El filme fue un fracaso de taquilla y crítica, cuyo comentario más indulgente firmaba Peter Travers para Rolling Stone: “Alguna gente piensa que a De Niro y Pacino es genial verlos incluso leyendo la guía telefónica. Pues bien, traigan esa guía”. El dúo se arrepintió tanto de haber puesto su cara en el thriller que, según sostienen, fue el detonante que les llevó a empeñarse en adaptar El irlandés, un guion que vagó durante años por los cajones de los grandes estudios sin lograr financiación.
Pero Asesinato justo no es la única película de la que pueden avergonzarse en la última década. Pacino ha protagonizado proyectos que no solo no llegaron a estrenarse en salas comerciales sino que son cuestionables incluso como sonido de ambiente durante la siesta. Ni el más fanático puede defender títulos como Policías de Queens, Jack y su gemela, Tipos legales, No somos animales, Corrupción y poder, Los piratas de Somalia o El juego del ahorcado. De Niro, aunque con algún éxito de cartelera más como Los padres de ella o la reciente Joker, tampoco puede presumir de tener buen ojo para seleccionar roles. En su haber figuran potenciales clásicos de videoclub de otra década como Caza humana, La gran boda, Plan en Las Vegas, El encargo, Bus 657: El golpe del siglo o Dirty Grandpa, una recopilación de chistes presente en todas las listas de lo peor del año.
La trayectoria reciente de estos dos mitos ha sido carne de debate en la industria. En 2015, un artículo de The Guardian le pedía de manera explícita a De Niro la jubilación definitiva. “Creo que tiene algún tipo de adicción al trabajo severa”, sostenía John Patterson, que comparaba la agonía de su carrera con la de Pacino: “Su declive no ha sido menos doloroso de presenciar”.
Otros compañeros de generación –Gene Hackman, Sean Connery o Jack Nicholson– sí lo hicieron y actrices como la ganadora del Oscar Anjelica Huston creen que deberían tomar nota. “No me gustaría ver a Jack [Nicholson] haciendo Los padres de ella. ¿Cómo de grandes pueden ser las deudas de De Niro? Creo que tiene un par de exmujeres, el restaurante Nobu y el festival de Tribeca, no es tanto… ¿en qué gasta el dinero entonces? Pacino también hace bastante basura. Él es más experimental, pero Bobby [De Niro]… no recuerdo la última película que haya visto de él en la que pensara que estaba haciendo un gran trabajo”, declaró la intérprete en New York Magazine.
En este tiempo, Pacino y De Niro han concentrado sus mayores esfuerzos en los filmes que se distribuyen directamente en plataformas de streaming, compartiendo hogar con intérpretes como John Travolta, Meg Ryan o Burt Reynolds. Aunque esto del VOD (Vídeo Bajo Demanda) suene contemporáneo, periodistas como Nick Hasted de The Independent creen que el fenómeno se ha repetido durante décadas. “Cuando gente como Burt Lancaster y Robert Mitchum cumplieron los cincuenta se fueron de Hollywood para hacer westerns y thrillers en Europa, allí donde podían mantener el lustre de un nombre que habían perdido en casa. Hoy, cuando la nobleza de Hollywood pierde su reino taquillero, se exilian en este tipo de filmes del streaming”.
La industria cinematográfica poco tiene que ver hoy con la que un día alzó a dos neoyorquinos que aparecieron como un relámpago en presumiendo de método. Para toda una generación de cinéfilos, apostar por cualquiera de los dos es tan complicado como elegir entre Pelé y Maradona o Lennon y McCartney. Han compartido vidas paralelas, una amistad “cercana” y, a tenor de su promiscuidad laboral, también la forma de encauzar los últimos años de su carrera. “Mi único mantra es ‘sigue trabajando”, confiesa Pacino, descartando que la obligación económica sea un factor a la hora de aceptar papeles. Vulture denomina a Pacino como “un adicto al trabajo, un genio”, alguien dispuesto a hacer siempre lo que le dé gana sin importar el qué dirán. “Ha hecho tantas películas malas que te preguntas por qué habrá accedido a hacerlas. Y después recuerdas las obras maestras y se lo perdonas todo”, sentencia la publicación.
Entonces, como se preguntaría Norma Desmond en la película de Billy Wilder El crepúsculo de los dioses, ¿son las estrellas las que ya no son tan grandes o son las películas las que se han hecho pequeñas? En el panorama actual el auge de las producciones de superhéroes y las franquicias familiares ha asfixiado a los dramas de presupuesto medio en los que pueden brillar este tipo de actores. El propio Martin Scorsese ha protagonizado recientemente titulares controvertidos por su defensa a ultranza de una forma de entender el cine en peligro de extinción y los ejecutivos de los grandes estudios sostienen que “los dramas clásicos de Hollywood continuarán evaporándose” de las carteleras.
Al respecto de este cambio de paradigma también reflexionaba la actriz Illeana Douglas (compañera de reparto de Robert De Niro en películas como Uno de los nuestros) en el podcast del escritor Bret Easton Ellis. “El ambiente que se creaba para interpretar y hacer una obra de arte ya no existe. Me refiero a la atmósfera en la que Marty [Scorsese] hacía que todos los miembros del equipo se quitaran sus relojes y si De Niro pillaba a alguien mirando la hora le gritaba. Ahora debe de ser un reto trabajar cuando apenas tienen una hora para hacer las tomas… y si a nadie le importa nada, ¿por qué va a importarte a ti? De verdad creo que De Niro sigue teniendo ese talento, al igual que el resto de grandes actores, pero hay que crear la atmósfera correcta para ellos”.
¿Y quién sino Scorsese para atender la reclamación de Douglas? En pleno 2019, el mismo año que la megalómana Vengadores: Endgame revienta la taquilla internacional, cuatro septuagenarios pueden presumir de liderar otro de los estrenos más esperados del curso. A Scorsese (76), Pacino (79) y De Niro (76) se les ha unido otro de los suyos, Joe Pesci (76). En El irlandés interpreta al jefe de la mafia de Pensilvania, Russell Bufalino, un papel que ha rechazado en decenas de ocasiones. “Lo único que me contesta es ‘que te jodan”, explicaba De Niro. La trayectoria de Pesci es diametralmente opuesta a la de su colega en Casino. La alergia al glamur de Hollywood le hizo abandonar su carrera en su punto culminante y para la posteridad quedará el discurso de aceptación de la estatuilla al Mejor Actor Secundario (por Uno de los nuestros) que sintetizó en un conciso, “es un privilegio, gracias”. En los últimos 20 años solo ha dejado el retiro para hacer tres papeles menores y un anuncio autoparódico de una chocolatina. Pero la sempiterna insistencia del trío terminó persuadiendo a Pesci para volver a ponerse delante de la cámara.
Cuando, después de 210 minutos, el negro funda la pantalla y aparezcan los títulos de crédito de El irlandés, muchos pensarán que han sido testigos del crepúsculo de dos dioses y de una forma de entender el arte que ya no volverá. Sin embargo, y para fastidio de otros cuantos, ni Pacino ni De Niro piensan en la jubilación a corto plazo. Como Morgan Freeman, Clint Eastwood o Woody Allen, estas leyendas apuestan porque la muerte les pille trabajando, aunque sea en los platós de películas que no recomendarían ni a su peor enemigo. Más que nada porque, según De Niro, no sirven para otra cosa: “No sé qué haría si no interpretara. No me siento viejo cuando me miro al espejo así que supongo que seguiré adelante”. Y a los cinéfilos que les preocupe el legado mancillado… bueno, siempre les quedará el botón de rebobinar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.