20 fotos24 horas en la infanciaLaura, la vida de una mediadora de 15 añosEsta adolescente de Motril tiene en su familia a su pilar y a su vez es un apoyo en la escuela para sus compañeros, a los que ayuda a resolver conflictosGorka LejarcegiPablo de Llano Neira18 nov 2019 - 14:07CETWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceLaura en las escaleras del instituto José Martín Recuerda, donde es desde hace tres años mediadora de conflictos. “Es la solución para que los niños resuelvan sus problemas sin marcarles soluciones”, explica esta estudiante de la localidad de Motril (60.000 habitantes), en la provincia de Granada.Gorka LejarcegiLaura empieza su jornada a las siete y media de la mañana desayunando con su madre. Toma siempre un té pakistaní con leche y tostadas con mantequilla. Su padre sale de casa a las cinco de la mañana para trabajar como conductor de autobús.Gorka LejarcegiLa habitación de Laura es ordenada y está llena de recuerdos y adornos de sus cosas favoritas. Allí tiene dos imágenes de sus ídolos Freddie Mercury y Elton John. Para ella “han sido unos incomprendidos y a la vez unos genios de la música”.Gorka LejarcegiTodos los días Laura sale de casa poco después de las ocho con su amiga Gema, vecina de ella desde que nacieron. Caminan juntas hasta el instituto y tardan apenas cinco minutos en llegar. Las clases empiezan a las 8.15 de la mañana y hay una cosa que Laura odia: empezar con Educación Física.Gorka LejarcegiEl instituto José Martín Recuerda está enclavado en el barrio Huerta Carrasco, una zona humilde de Motril. Desde las aulas se pueden ver las casas de los vecinos, con sus ropas colgadas al aire, y muchas veces se cuela, en medio de una lección, el sonido de la música flamenca.Gorka LejarcegiLaura rodeada de compañeros en un descanso entre clases. Ella dice que disfruta del instituto. De las clases y de los tiempos de ocio con los amigos. Lo único que la hace sufrir aquí es su propio perfeccionismo en la época de exámenes.Gorka LejarcegiLaura se abraza a Marcos -“mi mejor amigo”, lo presenta- en medio de la clase de Educación Física. Dice que en su vida, aparte de su familia y sus “perrillas”, sus amigos son lo más importante. Pasan horas y horas juntos dentro y fuera del instituto.Gorka LejarcegiEn una esquina del vestíbulo del instituto se encuentra el cartel que explica en qué consiste el gabinete de mediación, y un buzón (arriba en la esquina derecha) en el que los alumnos pueden meter sus solicitudes para arreglar sus problemas.Gorka LejarcegiLaura y su amiga Gema, ambas mediadoras, resolviendo un conflicto entre dos niños. Él solía quitarle cosas del estuche a ella y una vez le rompió una goma. El problema se resolvió de la manera más sencilla: con unas disculpas del niño.Gorka LejarcegiLaura y otras tres estudiantes, las cuatro de 4º de la ESO, dan una charla introductoria sobre mediación de conflictos a alumnos de 1º de la ESO. El instituto ha convertido este proyecto en uno de sus puntales educativos y Unicef lo ha acreditado como Centro Referente en Educación en Derechos de Infancia y Ciudadanía Global.Gorka LejarcegiLaura con compañeros en un pasillo del instituto. Esos días el centro estaba especialmente bullicioso por los preparativos de Halloween. Según Laura, este ya se ha convertido en “el fiestón del año” para los alumnos del Martín Recuerda.Gorka LejarcegiLaura tocando la guitarra en su cuarto. Su madre, María del Mar, cuenta que desde pequeña ha hecho toda clase de actividades. Tocar y cantar son dos de sus aficiones preferidas. Gorka LejarcegiEl escritorio de Laura, algo abigarrado pero muy ordenado. Ahí pasa horas por las tardes estudiando. Es una alumna aplicada que sueña con conseguir una beca que le permita estudiar un año en Canadá o EE UU.Gorka LejarcegiPara Laura los estudios son una prioridad. Quiere llegar a ser médica “y hacer cosas importantes por la gente”. “Para eso”, dice, “el único camino es el esfuerzo, porque el talento, sin trabajarlo, no sirve de nada”.Gorka LejarcegiLaura practica voleivol tres días a la semana. Le gusta que sea un deporte de equipo. No le atraen tanto los juegos competitivos individuales ni le da una gran trascendencia a ganar o perder.Gorka LejarcegiLos fines de semana Laura tiene una cita a la que nunca falta: la visita a su abuela materna Dolores. La señora Dolores, de 81 años, se deshace en piropos a su nieta. “Es cariñosa, inteligente, es estudiosa, es responsable”, dice. Fiel asistente a misa, ni siquiera le importa que su nieta sea atea.Gorka LejarcegiLaura en la Playa de Poniente de Motril con su perro Coco, un animal pequeño y nerviosísimo que contrasta –como un ying y un yang– con la otra perra de la familia, Queen, pachorrenta. La playa es una de las cosas que más le gustan de su ciudad.Gorka LejarcegiLaura en la playa de Motril. Su apego por la ciudad es grande, aunque a veces siente que se le queda pequeña: “Mi familia más buena no puede ser, y tenemos playa y un paisaje bonito, pero a veces siento que no puedo salir, que estoy enjaulada”.Gorka LejarcegiLa cena en familia. Laura, su padre, David, su madre, María del Mar, y la perra antedicha, la pachorruda Queen, mirándonos desde una esquina de la foto como dibujada por Velázquez.Gorka LejarcegiLaura trastea con el móvil en cama. Su relación con el teléfono es contradictoria: “Lo odio y a la vez me encanta”, dice. “Preferiría, eso sí, que no todo el mundo estuviese con los ojos pegados a la pantalla y que se viviese sin mirar el móvil”.Gorka Lejarcegi