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Columna
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Desolados y engañados

La Monarquía demuestra que es muy útil para la subsistencia de nuestra democracia constitucional

Francesc de Carreras
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, este martes a su llegada a la reunión con Felipe VI.
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, este martes a su llegada a la reunión con Felipe VI.Ballesteros (EFE)

Escribo en la tarde que el Rey recibe a los líderes de Ciudadanos, PP y PSOE, a última hora de la mañana se ha entrevistado también con el de Podemos: los cuatro partidos clave de este irresponsable vodevil en el que se encuentra la política española.

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Estoy convencido de que vamos hacia otras elecciones pero la prudencia me impide afirmarlo: estar convencido no es estar seguro. Sería, sin duda, un pequeño fracaso de los políticos que son responsables del manejo de nuestras instituciones pero echando la vista atrás no se trata de un pequeño fracaso sino de un gran fracaso: el vodevil dura desde hace cuatro años.

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Hay que recordarlo. La situación no arrancó el pasado 28 de abril en que tuvieron lugar las últimas elecciones generales, no, así estamos desde el 21 de diciembre de 2015 en que se celebraron las primeras elecciones generales en las que irrumpieron en el escenario político Podemos y Ciudadanos, los nuevos partidos que parecían estar llamados a introducir aire fresco a la vieja política española ante el caduco bipartidismo. Para muchos, por razones distintas, aquellos fueron tiempos de esperanza; cuatro años después son tiempos de desolación y pesimismo. Han fallado muchas cosas, no las instituciones sino las personas que las dirigen. Destaquemos solo dos.

Primero, los nuevos partidos, por lo visto y, paradójicamente, no han entendido que se pasara de un bipartidismo a un cuatripartidismo y con ello fuera imposible, según las matemáticas, que gobernara un partido por mayoría absoluta, en solitario y sin ataduras: era inevitable pactar, es decir, renunciar. Lo que han pretendido estos nuevos partidos es que se formaran dos bloques –derecha e izquierda– con ellos al frente de cada bloque. Podemos quiso sustituir al PSOE en 2016 y Ciudadanos al PP en 2019. No han venido a reformar nada sino a consolidar lo anterior: pasar de dos partidos a dos bloques. Se han revelado no como regeneradores del sistema sino como sus conservadores. Nos han engañado.

Segundo, en cuanto al PSOE, Pedro Sánchez se ha encontrado atado a sus promesas de renovación. Ganó en las primarias prometiendo a los suyos gobernar con Podemos y los nacionalistas, no con la derecha, “no es no”. Ahora es prisionero de sus palabras, ha visto que entonces se equivocó y ante el abismo le ha entrado el vértigo: con Podemos no se va a ninguna parte. La demagogia es útil durante poco tiempo, a la larga suele ser devastadora.

Solo añadir a todas estas calamidades una alegría: la institución mejor gobernada es la Corona, el rey Felipe VI está siendo la clave de bóveda que lo aguanta todo. La Monarquía demuestra que es muy útil para la subsistencia de nuestra democracia constitucional.

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