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El auge de las ‘Áreas libres de niños’ como reclamo para mejorar la clientela

Un bar de Vigo cuelga un cartel con este lema en su terraza y vuelve a poner sobre la mesa el debate de si los padres deben o no llevar a sus hijos a los locales

Faro de Vigo
Carolina García

"Área reservada libre de niños, disfrute de la tranquilidad y el paisaje", este es el cartel que ha colgado el restaurante Beach Escola Vao, en Vigo, según informan medios locales. Y no es algo anecdótico, cada vez más locales huyen del ajetreo de los más pequeños y deciden apostar por la calma y el disfrute de sus productos solo para los adultos, a pesar de la polémica que desatan entre los padres, que también quieren ir a los bares con sus retoños. En este último caso, la advertencia solo se refiere a una zona del local.

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Aún así, muchos usuarios han abierto el debate en Twitter, ¿tiene razón el dueño, o es más importante el derecho de los niños? Entre los comentarios de la noticia hay distintas versiones. Mientras unos defienden la decisión del local argumentando cosas como: “Bueno, creo que es genial, no tengo hijos, ni quiero tenerlos, porque no tengo que soportar que nadie toque las bolas mientras tomo algo en silencio", mientras a otros les parece innecesaria la medida: “Se trata de respeto... si en vez de poner “libre de niños” pusieran “libre de ruidos” sería más comprensible para todos y no tendría que ofender... porque tanto pueden molestar los niños gritando y corriendo, como los adultos vociferando o la música “ambiente” para todo el barrio”. Y la decisión de este local no es única.

Desde hace meses se han conocido casos en los que dueños de bares y restaurantes llaman a que la gente acuda a su establecimiento sin sus retoños, al considerar que estos no los vigilan lo suficiente. Este fue el caso de un bar de Murcia en el que su dueño optó por hacer una advertencia: “Todo aquel niño que esté sin supervisión materna o paterna en este bar pasará a ser propiedad del bar y será vendido como esclavo”, se podía leer en un cartel escrito con tono jocoso y colocado en la puerta del local. Era el grito de socorro del regente del bar murciano Venus, ubicado en Cieza, localidad de casi 35.000 habitantes, harto de la indisciplina de sus pequeños clientes y "la falta de supervisión de sus progenitores". Según Manuel M. Villalba, los padres consumían mientras su prole “hacía la vida imposible a los demás”. El mensaje terminaba con un: “Avisaos estáis, no queremos luego malos rollos [sic]”.

Hace unos meses, otro bar en Salamanca también colgó un cartel en que indicaba: “Está prohibido entrar con juguetes en el local” o “No se puede cambiar a los niños en el aseo”. Eran parte de una serie de normas que hizo públicas y colgó en la pared el bar Livingstone, con el fin de regular la entrada de menores en su local. Ante la publicación, muchos padres y ciudadanos criticaron abiertamente “unas reglas que discriminan claramente a los pequeños y a sus progenitores”. Ante la polémica, finalmente, el bar decidió retirar las prohibiciones.

Comportamiento de los padres y los niños en bares y restaurantes

El auge de las áreas libres de niños es una realidad. ¿Pero a quién están dirigidas? Según explica por correo Rafael Guerrero, director de Darwin Psicólogos y autor del libro Educación emocional y apego. Pautas prácticas para gestionar las emociones en casa y en el aula, “generalmente este tipo de zonas están dirigidas a parejas que no tienen hijos y que buscan la tranquilidad”: “Es legítimo que existan estos espacios. Es verdad que un niño genera más ruido y movimiento que un adulto, pero son niños, y como tal debemos darles oportunidades para que aprendan. Sabemos que son movidos, inquietos, habladores, necesitan de nuestra ayuda y esto puede inquietar o molestar a algunos comensales”.

En ocasiones, continúa el experto, “los padres no tienen estrategias para enseñar a sus hijos a comportarse en un restaurante, en la mesa, a aprender a esperar a que te sirvan el plato, etc. Esto, a veces, es vivido por algunas personas como muy estresante, motivo por el cual buscan hoteles y restaurantes libres de niños. No creo que la culpa sea de los padres, si acaso, podemos hablar de responsabilidad. En la variedad está el gusto”.

Normalmente, según mantiene Guerrero, la mesa es el lugar donde comenzamos a socializar a los niños: “Aprender hábitos saludables de alimentación, a respetar turnos, la tolerancia a la frustración, a establecer una buena comunicación emocional, a solucionar y hablar de conflictos, etcétera”. Aunque, según indica, es fundamental respetar y tener en cuenta la edad y el ritmo de desarrollo del niño: “No podemos pretender que el niño de 2 años se quede quieto y sin moverse durante toda la comida”. Además, es fundamental no tratar de adaptar al niño a nuestro horario y deseo, sino al revés.

Guerrero señala que existe una excesiva laxitud por parte de los padres en el cumplimiento de normas y límites que deben cumplir los niños: ”Se respaldan en la idea de que los niños son así y ya aprenderán con el tiempo”.

Por último, para Guerrero, es muy beneficioso para los adultos que tengan su propia independencia de vez en cuando y hagan planes independientemente de sus hijos: “Hay personas que no tienen hijos que no empatizan con los padres que sí que los tienen, motivo por el que no pueden entender lo difícil que es educar. Creo que hay tiempo para todo y que deberíamos ser más tolerantes con los niños. Están aprendiendo”.

Consejos para convivir con calma en un restaurante

  • hablar con ellos de lo que más les ha gustado del día, que nos cuenten cómo les ha ido el cole y también que nos hablen de sus amigos y profesores
  • Por otro lado, los padres deben hablar también de su día, de las alegrías y conflictos ir generando una buena comunicación emocional
  • Los niños pueden pintar, jugar a veo-veo, tres en raya, etc. Apostar por los juegos tranquilos para entretenerse mientras empieza la comida y que no moleste a los demás comensales. De esta manera también trabajamos la empatía, teniendo en consideración a los demás.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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