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Columna
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Asalariados

Es curioso: los únicos que siguen trabajando, cada vez en mayor número y con sueldos cada vez más altos, son los políticos

Félix de Azúa
Una persona saca euros de un cajero automático.
Una persona saca euros de un cajero automático.EFE

La semana anterior me refería a la desaparición de lo complejo, lo difícil, lo que exige esfuerzo, y a la imparable simplificación de nuestras vidas. Pero junto a lo simple en las artes, la política, la universidad o las comunicaciones, faltaba una sección esencial: el trabajo.

Un amigo bancario me comentó que los bancos están ya preparando la desaparición del trato personal. Los que no tenemos más remedio que dejar nuestra nómina o facturas en los cofres de los bancos vamos a tener que trabajar para sustituir al personal de la banca. Algunas entidades han cerrado ya un buen número de oficinas y es notable que no conozcamos un análisis de ese cierre. Mi banco, por ejemplo, ha eliminado dos oficinas en el barrio y nos obliga a caminar hasta la que a ellos les interesa. Pero incluso esa dejará de atender al público y todas las operaciones las haremos con maquinitas.

Cada vez hay menos trabajo, cada vez son menos necesarios los trabajadores y los que aún trabajan se ven condenados a subsistir con sueldos cada vez más miserables y provisionales. Eso quiere decir, sencillamente, que sobra mano de obra o fuerza de trabajo, como se la llamaba antes. A medida que se expande la tecno, cada vez sobran más.

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Ante esta situación se suponía que emergería la presión de la izquierda y los sindicatos, pero no pueden hacer nada. Los sindicatos solo protegen a quien ya trabaja, como se vio con las huelgas contra la población que iba o volvía de vacaciones. Y la izquierda solo exige caprichos y antojos de minorías, copiados de los campus norteamericanos políticamente correctos. Es curioso: los únicos que siguen trabajando, cada vez en mayor número y con sueldos cada vez más altos, son los políticos. Y cada día hay más partidos de izquierdas.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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