Blanca Fernández Ochoa, muchas vidas en una sola
Hallado el cadáver de la medallista olímpica, desaparecida desde el 24 de agosto. La deportista, dos veces divorciada y con dos hijos, acabó renegando del esquí y participando en 'realities' de televisión
La desaparición y fallecimiento de la esquiadora Blanca Fernández Ochoa ha vuelto a poner de actualidad a una familia que ha marcado hitos en la historia del deporte español. Que su progenitor, padre de ocho hijos incluida Blanca, fuera conserje de la Escuela Española de Esquí del Puerto de Navacerrada condicionó su afición al deporte y sus vidas. La familia se trasladó a vivir de Madrid al municipio de Cercedilla. Un entorno apropiado para que aquella numerosa prole, siempre sonriente, convirtiera la nieve en su hábitat natural y ellos mismos formaran parte del paisaje habitual de los que entonces frecuentaban la estación de esquí. Todos los hermanos Fernández Ochoa han sido hábiles sobre las tablas, pero dos de ellos, Francisco —Paquito, para la mayoría de los aficionados— y Blanca, consiguieron colocar a España en primera línea del deporte mundial cuando el país andaba escaso de referentes con resultados de élite.
Paco, que falleció en noviembre de 2006 a los 56 años a causa de un cáncer linfático, es hasta la fecha el único español que ha logrado una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos de Invierno. La consiguió el 13 de febrero de 1972 en el eslalon especial durante la competición que se celebró en Sapporo (Japón).
Blanca triunfó en la misma disciplina en Albertville (Francia), en 1992. Entonces logró el bronce y se convirtió en la primera mujer española en conseguir una medalla en unos Juegos Olímpicos de Invierno. Un éxito que llegó después de lo esperado. Cuatro años antes, en los Juegos celebrados en Calgary (Canadá), el oro estuvo al alcance de su mano, pero en la segunda manga perdió el control del esquí interior y cayó. Blanca lloró y con ella lloró todo el país, igual que celebró después la medalla de otra Fernández Ochoa, de una familia que se había ganado el cariño y el respeto de la gente.
Después de 10 años de competición en la élite, numerosos premios y esa merecida y esquiva medalla, en la vida de Blanca ha habido muchas vidas. El 18 de julio de 1991 se casó en el monasterio de San Lorenzo del Escorial con el italiano Danielle Fioretto. Él también era esquiador, fue su entrenador y se conocieron cuando la deportista española tenía solo 14 años y ambos se deslizaban por las pistas de Suiza. Aquel matrimonio no duró mucho y llegó el divorcio. Fernández Ochoa volvió a contraer matrimonio con David Fresneda, el padre de sus dos hijos, David y Olivia, de quien también se separó hace años de forma no especialmente amistosa.
Los dos hijos de la medallista olímpica están volcados en el deporte, como es tradición familiar. Ambos han practicado baloncesto, esquí, vóley… , pero desde que el rugby se cruzó en su camino se volcaron en esta especialidad. Olivia, que con 20 años estudia Medicina y es jugadora internacional con el equipo español de rugby a 7, fue precisamente el motivo por el que su madre volvió a aparecer en los medios de comunicación, cuando el pasado mes de abril acudió a apoyarla en una competición y habló sobre lo orgullosa que estaba de ella y de sus aspiraciones a ser olímpica en Tokio 2020. Ellos han sido el centro de su vida familiar, que sigue conservando ese aire de piña con el que se conocía a los Fernández Ochoa cuando estaban en la cresta de la ola.
Si sentimentalmente la vida no sonrió a la primera chica de esta numerosa familia, después de los éxitos deportivos su vida profesional también fue cambiante. Cuando consiguió la medalla, el esquí pasó a un segundo plano, casi le provocó cierta aversión y ella misma confesó que pasó varios años sin calzarse unos esquís. “Acabé quemada”, dijo en una entrevista con este periódico en 2014, “a mí lo que me gusta es el golf”. El esquí, que empezó como un juego, se convirtió en el centro de una vida que la alejó desde muy niña de la vida que quería: “Recuerdo una infancia muy dura”, dijo entonces. “Fui seleccionada para el equipo español de promesas y me enviaron con 11 años interna a un colegio en Viella, en el valle de Arán. Alejada de mis padres, de mi casa, de mis amigos. Lo pasé francamente mal, lloré mucho, hasta que arranqué y empecé a vivir”.
No le gustaba ni esquiar ni pasar frío, pero se convirtió, o se lo impusieron, en campeona. Marcado el objetivo, su reconocida capacidad de sacrificio hizo el resto. Aunque a ella le hubiera gustado seguir en Cercedilla y, a lo mejor, convertirse en veterinaria. En esa misma entrevista afirmó que era demasiado buena persona, “[por eso] me han dado tantos palos en mi vida”, dijo.
Entonces afirmó que el esquí le gustaba para practicarlo con su gente, con sus hijos, aunque a veces lo hacía con empresas en programas de incentivos. La familia tuvo una tienda dedicada a este mismo deporte que tuvo que cerrar; Blanca se apasionó por el golf y se dedicó a organizar circuitos verdes en lugar de blancos; también ha ejercido como entrenadora de electroestimulación... Pero de todas estas idas y venidas, lo que quizá más sorprenda es su participación en programas de televisión de formato reality: en La selva de los famosos, en Splash, famosos al agua y en otros formatos emitidos en la televisión vasca como El conquistador del Aconcagua y El conquistador del fin del mundo. Su argumento para justificarlo retrata su personalidad: “No sé decir no cuando me plantean un reto”.
Desde el pasado 23 de agosto Blanca Fernández Ochoa estaba desaparecida. El cariño de la gente por ella y su familia siguió intacto como ha demostrado el número de voluntarios que se presentaron a ayudar en los efectivos de búsqueda que batían la sierra madrileña. Sus familiares descartaron otra cosa que no fuese un accidente, aunque fuentes próximas a la investigación aseguraron que la medallista olímpica vivía una situación "un poco precaria". La deportista vivía con su hermana Lola, en Aravaca, porque acababa de vender su casa en Las Rozas, y cuando se percataron de su ausencia avisaron a su hija Olivia, de 20 años, que dijo a la familia que su madre había decidido irse "cuatro días a la montaña, al norte". Unas declaraciones a las que se agarraron, hasta que se resolviese su desaparición, fueron las que realizó Coral Bistuer, deportista de taekwondo y amiga personal de Blanca, que manifestó que cuando habló con ella hace unos meses le dijo que "estaba pasando el eslalon más difícil de su vida, pero que lo iba a ganar”.
Está información se publicó el 2 de septiembre y ha sido actualizada el 4 de septiembre.
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