Cosas que agradecer a Trump
Los nuevos lideres primero rompen algo y después, con suerte, acceden a gesticular para arreglarlo
![Donald Trump y Emmanuel Macron en la cumbre del G7 celebrada en Biarritz.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/IBAIVFY76ZK3VUAKQKRHHPCOBE.jpg?auth=f882c89b5383d87044f20ad01da72d76af549e9eb0214186a0be6f106b0fb473&width=414)
La estrategia es muy vieja, pero en estos días se ha puesto de moda en una secuencia curiosa por la cadencia con que se repite: los líderes populistas de nuevo cuño primero se hacen fuertes; después crean el problema; entonces culpan al enemigo del fatal desarrollo de los acontecimientos, y, por último, acceden desde el torreón del castillo a gesticular para solucionar lo que han roto escaleras abajo.
La comunidad internacional parece obligada a celebrar que Trump no insultara a nadie en la cumbre del G7, que no se enfadara cuando se produjo la sorprendente visita de un ministro iraní, y que haya accedido a una posible reunión con el enemigo. Celebremos que el presidente esté dispuesto a retomar el diálogo para un posible acuerdo que él mismo abandonó. Celebremos que acceda a retomar negociaciones con China, a la que soliviantó. Y celebremos que Bolsonaro, que ha recortado a hachazos los recursos para prevenir incendios y deforestación, prohíba por decreto quemar Brasil durante dos meses. Celebremos que envía aviones militares para apagar un fuego que ha avivado. ¿Ven cuántas razones tenemos para celebrar?
Al fin y al cabo, Yavé ordenó a Abraham sacrificar a su primogénito y solo después de que mostrara la sumisión necesaria, transformó su autoritarismo en magnanimidad. Y si el patriarca del Génesis también celebró el cambio de humor de su Dios y que Isaac sobreviviera gracias a su generosidad, cómo no vamos a celebrar nosotros, pobres ciudadanos comunes, que Bolsonaro apague incendios y que Trump se sienta indulgente con los rivales a los que antes ha humillado.
Hasta aquí las celebraciones. Porque no todos lo han conseguido.
Boris Johnson está aún en la primera fase, la de romper la baraja y negar el agua y el aire a quienes opinan distinto que él. Conquistado el poder sin pasar por las urnas, ha socavado el Parlamento y ahí aún no hay nada que celebrar. Tal vez nunca llegue su magnanimidad.
Y no todo es fiesta en la mitología populista. El aprendiz de todos ellos, Matteo Salvini, ni siquiera pudo hacerse fuerte en el torreón. Sus aliados se han unido a sus rivales en una finta que merece un brindis por la genialidad italiana. Lo que viene siendo un tiro por la culata. Ya ven, no todo van a ser alegrías en el reino del Señor.
Sobre la firma
![Berna González Harbour](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F942b1f0e-a7f9-4a2b-99b6-705b5e46ffdb.png?auth=5ba0bda8c72b811d831013b2f1f3afd294d96182af6bed7ebf2f75c54334327f&width=100&height=100&smart=true)