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Columna
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Frases para recordar

Como era de suponer, quien más se aplicó fue Santiago Abascal, aunque no le saliera todo lo redondo que cabía esperar

Jorge M. Reverte
El líder de Vox, Santiago Abascal, en el Congreso.
El líder de Vox, Santiago Abascal, en el Congreso.OSCAR DEL POZO (AFP)

Sic transit mapa mundi. Qué frase tan buena para decirla mientras se hace girar un globo terráqueo.

Resulta curiosa la tentación, casi nunca vencida, que asalta a muchos políticos que se estrenan en el Parlamento por hacer cuanto antes alguna frase para la historia, no vaya a ser que algún acontecimiento imprevisible haga imposible después ponerse a ello.

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En tiempos de startups, no estaría de más poner una en marcha para suministrar a algunos representantes del pueblo su frase, de modo que pudieran dedicarse, los afectados por este síndrome, a hacer política, descuidados ya de labor tan importante. Como era de suponer, quien más se aplicó fue Santiago Abascal, aunque no le saliera todo lo redondo que cabía esperar, seguramente porque, por mucho que se empeñara Albert Rivera, no se entrevé todavía una conspiración antiespañola que ponga en riesgo la patria. Quedó claro, en todo caso, que los electos de Vox están dispuestos a impedir que España quede roja o rota después de que Sánchez haya pasado por aquí. Pero sin frase.

Recuerdo una formación del Frente de Juventudes. Un jefe de centuria explicaba la frase del día a unos somnolientos chavales: “Al pie de la montaña y al retumbar del cañón”. Como se puede imaginar, la cosa no tenía arreglo. No había manera de hacer que aquello tomara una forma inteligible. Eso le puede pasar a Abascal por mucho que hurgue en el desván de las hipérboles en busca de fórmulas tan gastadas como la argentina “muero contento porque hemos batido al enemigo”, que vale para todos los enemigos pero carece de credibilidad.

En eso era mucho mejor otro argentino, un dictador, el general Rosas, que gustaba de decir: “Res, non verba”, y lo traducía a continuación al castellano: “La vaca no habla”. Nadie chistaba. Esa es una de las grandes ventajas de ser dictador. O sea, que tenemos un representante del franquismo que anda por la vida sin tener frase para ser recordado durante la larga posteridad. Ni frase ni, afortunadamente para él y para los demás, actos.

Esto le quitó épica a la sesión de la fallida investidura de Sánchez. Y creo que estuvo muy bien, porque los socialistas podían haber sacado pecho leyendo el listado de su contribución con sangre a la victoria de la democracia sobre el terrorismo. Quienes les acusaron de pactar con los terroristas se olvidaron de pequeñeces como esa. Otra vez será. Sic transit…

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