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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El reloj de la vetocracia

Sánchez ha ensayado una coreografía calculada para simular un movimiento de hecho estático, dando vueltas sobre sí mismo

Teodoro León Gross
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, este martes en la cumbre en Bruselas.
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, este martes en la cumbre en Bruselas.PIROSCHKA VAN DE WOUW (REUTERS)

La fecha elegida para la sesión de investidura es toda una paradoja: se ha fijado bajo la lógica del fracaso. Una vez calculada la fecha idónea para la repetición de elecciones —domingo 10 de noviembre— se establece el calendario. ¿Es un modo de intimidar a los partidos para que se rindan a la evidencia y le faciliten la investidura? En alguna medida sí, seguro. No cabe descartar que Sánchez y su equipo calculen que la repetición despejaría algo más las cosas, aunque siempre supone un riesgo ir a las urnas, con la participación desincentivada, y quizá la derecha tendiendo a reunificarse con la naturalidad del mercurio líquido.

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El 4 de marzo de 2016, Sánchez usó una expresión que tuvo cierta fortuna: "Poner en marcha el reloj de la democracia". Se trataba de afear a Rajoy que se abstuviera de hacer su trabajo, con un abstencionismo táctico para que se pudriera el escenario e ir a una repetición. Contra la parálisis, Sánchez fue a la investidura tras pactar con Ciudadanos. Hay que ver cuánto ha envejecido todo en tres años. Sánchez ya lleva más de dos meses marianeando. Tres años después, lo que está en marcha es el reloj de la vetocracia.

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Más allá de la liturgias elementales, se ha asentado la vetocracia, concepto introducido por Fukuyama en El fin de la historia que remite a una debilidad del sistema: la capacidad de los partidos políticos y otros actores para bloquear el funcionamiento de la democracia en función de la defensa de sus intereses particulares. Probablemente, más que un agujero negro del sistema, es un factor de cultura democrática. Pactar se convierte en drama; de modo que el reloj de la democracia se para por los vetos. Podemos veta lo que no sea un Gobierno de coalición que el PSOE sí veta. Ciudadanos veta una abstención, como el PP, que veta todo lo que no sea 'no es no'. Se da a entender que el PNV veta a Podemos en ministerios, como también hacía Coalición Canaria que de hecho veta al PSOE por los pactos insulares. Y Puigdemont veta a España. La trama de vetos bloquea la salida.

Sánchez ha ensayado una coreografía calculada para simular un movimiento de hecho estático, dando vueltas sobre sí mismo. Hoy mismo se anuncia otra ronda de contactos, tras las rondas de contactos destinadas a escenificar que existen rondas de contacto, que no es lo mismo que negociación. Sánchez y los suyos, a quienes se les ha llenado la retórica con la expresión "hacer política", no han planteado ninguna oferta concreta para facilitar la investidura o pactarla. Tampoco se ha visto, por contrapartida, un planteamiento por parte del resto de partidos, más allá de la exigencia de Podemos de entrar en el Gabinete. Lo único sólido en este escenario líquido son los vetos... y nada hace pensar que de aquí al 23 de julio se desbloquee.

El 28-A se leyó como un marco de mayor estabilidad, pero se ha logrado pervertir la aritmética parlamentaria con una lógica endemoniada. La vetocracia partidista ha conducido a la parálisis y ha devuelto las cosas al punto de partida. Ahora hay tres opciones y una alternativa: o desveta Ciudadanos, o desveta Podemos, o desveta Sánchez... o la alternativa es elecciones el 10 de noviembre, San Noé, y a ver qué especies se salvan en el arca de las urnas con la que estará cayendo por el diluvio del cabreo universal de los españoles.

Sobre la firma

Teodoro León Gross
Málaga, 1966. Columnista en El País desde 2017, también Joly, antes El Mundo y Vocento; comentarista en Cadena SER; director de Mesa de Análisis en Canal Sur. Profesor Titular de Comunicación (UMA), licenciado en Filología, doctor en Periodismo. Libros como El artículo de opinión o El periodismo débil... Investigador en el sistema de medios.

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