Putin bebe champán
El presidente ruso ha cantado victoria en los preparativos de la cumbre de Osaka, al dar por obsoleto el orden liberal internacional
"Quien no se arriesga nunca bebe champán”. Así responde Vladímir Putin cuando Lionel Barber le pregunta si ha crecido su apetito por el riesgo en los 20 años que lleva en el poder. Es una larga entrevista la que el presidente ruso ha concedido al director del Financial Timesen el Kremlin, una hora y media de conversación nocturna, hasta la una de la madrugada, en puertas de la reunión en Osaka del G20, la fábrica de las imágenes del poder en el mundo.
Putin tiene motivos para brindar. El Consejo de Europa acaba de readmitir a Rusia, tras cinco años de momentánea suspensión de sus derechos de voto en castigo por la anexión de Crimea. Su país juega de nuevo en la primera fila del tablero internacional, con su presencia en Oriente Próximo y su alianza cada vez más estrecha con China, la superpotencia emergente que desafía el poder estadounidense, especialmente en la tecnología.
El sombrío dirigente ruso que calificó la desaparición de la Unión Soviética de “la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX” ha declarado ahora al diario más característico de la City que “la idea liberal está obsoleta”. La sintonía de Putin con los partidos y políticos nacional populistas de todo el mundo, desde Bolsonaro y Trump hasta Salvini y Johnson, sobre la inmigración, el multiculturalismo, los inmigrantes, el nacionalismo o la diversidad sexual, permiten leer esta entrevista como una declaración victoriosa.
Pocas horas antes de la entrevista, en Lisboa, los miembros del think tank paneuropeo, European Council on Foreign Relations, fundado por el liberal George Soros, podían escuchar la traducción académica y científica del alirón de Putin, en boca de John J. Mearsheimer, autor del libro El gran engaño. Los sueños liberales y las realidades internacionales (Yale University Press) y del artículo Unidos para fracasar. Ascenso y caída del orden liberal internacional (International Security, Vol. 43, 2019. Harvard).
Uno solo de los párrafos de este último texto proporciona la medida trágica del desafío político e ideológico al que se enfrenta el mundo: “Este orden está destinado a caer desde el principio, pues contenía las semillas de su propia destrucción. El hundimiento del orden liberal internacional horroriza a las élites occidentales que lo han construido y del que se han beneficiado. Estas élites creen fervientemente que este orden fue y sigue siendo una fuerza importante para la promoción de la paz y de la prosperidad en el mundo”.
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