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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

La moda migratoria, en cuatro tendencias

Las crisis fronterizas han provocado respuestas políticas inquietantes. Algunas están aquí para quedarse

Mette Frederiksen: madre, socialista y azote de gorrones extranjeros.
Mette Frederiksen: madre, socialista y azote de gorrones extranjeros.LISELOTTE SABROE (EFE)
Gonzalo Fanjul

A medida que el polvo de las recientes crisis fronterizas comienza a depositarse, el panorama es uno en el que las migraciones determinan el debate público más de lo que lo han hecho en el último medio siglo. Sus implicaciones directas –para los derechos humanos, la economía y la seguridad– e indirectas –como palanca de intereses más amplios– encumbran y derriban gobiernos, definen carreras políticas y moldean las sociedades que seremos en los próximos años.

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Estas son cuatro tendencias que se han desencadenado durante este tiempo, que en cierto modo se retroalimentan, y de las que costará zafarse:

1. Se impone lo reactivo. Para algunos, la llegada de migrantes es una amenaza a la seguridad y la identidad de quienes los reciben. Para otros, se trata de una emergencia humanitaria, magnificada por la rapidez con la que se diluyen las líneas rojas. La mayoría de los comentaristas han elegido limitarse a responder a la realidad extrema de unos pocos en las fronteras más calientes y publicitadas (Sur de Estados Unidos, Venezuela, Mediterráneo), antes que considerar la realidad amplia de 260 millones de migrantes cuyo potencial sigue atrapado en un modelo de movilidad del siglo XIX. La ausencia de estrategias alternativas (cualquier idea que no reduzca a los inmigrantes a las categorías de amenaza o víctima) se traduce en un fabuloso coste de oportunidad.

2. La ventana de Overton se estrecha y se escora hacia la derecha. El populismo antinmigración no está ganando la partida por sus trofeos electorales, sino por su habilidad para contaminar a los grupos políticos tradicionales y convertir en aceptable lo que antes era intolerable. La deriva xenófoba del victorioso partido socialdemócrata danés es el ejemplo más reciente de este fenómeno. España es el más cercano: los pactos con Vox impedirán cualquier iniciativa migratoria liberal de Cs y PP. Hoy la movilidad humana es percibida como un problema que debe ser combatido o evitado. Buena parte de la comunidad del desarrollo participa en este juego cuando alimenta la lógica paternalista del “hay que ayudarles a no emigrar”.

3. Corremos el riesgo de perder la ventana de oportunidad demográfica. Europa y, en menor medida, Estados Unidos, envejecen a zancadas. La pirámide demográfica, cada vez más invertida, actúa como un aspirador de atracción de migrantes, por encima de la robotización de los mercados de trabajo. El otro imán es la desigualdad (real y percibida), que espolea las aspiraciones de prosperidad más allá de cualquier valla. La incapacidad de gobernar los flujos (en vez de detenerlos) puede impedir a Europa aprovechar una ventana de oportunidad demográfica que se mantiene abierta en África pero que empieza a cerrarse en América Latina y Asia. Las oportunidades de migración segura y ordenada reducen eficazmente el atractivo de la irregularidad y multiplican los beneficios para los países de origen y destino.

4. En medio de este erial político, los brotes de creatividad se producen en los márgenes. El Pacto Mundial por las Migraciones es una de las escasísimas buenas noticias de estos últimos años. Pero su verdadero valor no es el de un acuerdo global capaz de imponerse a los Estados miembros, sino el de un terreno de juego que los participantes pueden utilizar y en el que las mejores jugadas son replicadas. Algunos de estos partidos ya se están desarrollando con éxito (y de manera discreta) en los márgenes del tablero global: el programa de migración temporal de Nueva Zelanda, los esfuerzos de Uganda por garantizar condiciones laborales dignas a los refugiados, la Iniciativa para el Fomento de la Movilidad Laboral del Centre for Global Development o la iniciativa de integración y acogida Welcoming America.

Experiencias relevantes en donde lo mejor que han hecho los gobiernos es no ponerse en medio con sus aspavientos histéricos. Tal vez por eso no salen en las noticias.

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