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Columna
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Socios de honor

El PP no tuvo que rectificar su política para ganar. Otros le hicieron el trabajo

Antonio Elorza
Pablo Iglesias, durante la rueda de prensa del pasado 27 de mayo, en Madrid.
Pablo Iglesias, durante la rueda de prensa del pasado 27 de mayo, en Madrid. OSCAR DEL POZO (AFP)

Hay un tópico según el cual los programas políticos no se cumplen. Pero una cosa es el incumplimiento y otra que un partido político destruya con su actuación los supuestos que determinaron su propia existencia.

Es lo que acaba de suceder con Podemos, que de modo mucho más alambicado repite la jugada que en 2016 hizo posible la continuidad de Rajoy y del PP en el Gobierno. Entonces como ahora, echarles constituía el proclamado objetivo de Podemos desde la izquierda. A pesar de ello, limitándose a denunciar el pacto PSOE-Ciudadanos, puso el poder en la bandeja de Rajoy. Ahora la maniobra se ha repetido en el Ayuntamiento de Madrid, y no vale decir que ni con los votos de Madrid en Pie hubiese sido elegida Manuela Carmena, ya que la denuncia artera en El Salto contra la honestidad de su equipo, respaldada por Iglesias el sábado, ya sin posibilidad de réplica, buscó todo lo contrario. Su efecto no era solo cuantitativo, al sembrar la desconfianza en un electorado común. Más grave aun, el argumento televisado de Iglesias, de que Carmena tenía votos de sobra para ganar y había que votar entonces a una izquierda de verdad, merece figurar en una antología del cinismo político. No se atrevió a medirse con Carmena y prefirió socavar a Más Madrid, midiendo tiempos, mediante una candidatura sin posibilidades de llegar al 5%. El PP y la prioridad de cerrar el camino a la derecha, olvidados. Todo un autorretrato político.

Pablo Iglesias se ha hecho así merecedor del nombramiento de socio de honor por los populares. Algo parecido le ocurre a Albert Rivera. Nacido casi como socialdemócrata, Ciudadanos ha iniciado un periplo incomprensible, que desde el pacto de gobierno con el PSOE le ha llevado a aceptar vergonzantemente alianzas con participación de Vox, y eso sin cumplir ninguno de sus objetivos. En Madrid, gracias a Ciudadanos, tendremos Administraciones de derecha pura y dura, dependientes de un grupo posfranquista que sabe lo que quiere. Desde la campaña electoral de Andalucía, resulta penoso el esfuerzo de los dirigentes de Ciudadanos por cargar contra “el sanchismo”, mirando hacia otro lado si les mencionan a Vox.

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La actitud del PP es comprensible, por ser Vox una excrecencia suya, pero no la de este Ciudadanos, que, contra lo que afirma Rivera, no va a gobernar de veras casi nada, que actuará como asistente de Gobiernos populares, sin sorpasso alguno, y que verá su ejecutoria manchada por la presencia de Vox. En esa línea carecen de expectativas a medio y largo plazo, salvo recibir también el galardón de un PP que no tuvo que rectificar su política para ganar. Otros le hicieron el trabajo.

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