Oculta
Me tomó del brazo, me llevó a un zaguán, a un cuchitril, a un recoveco, y yo pensé “Como antes"
Escriba con odio, amor, me decía. Escriba con rabia, use su miedo, su furia, sus pasiones bajas. Y ocúltese, amor, decía, nunca se muestre. Usted es más que eso, más que la distracción, más que el ruido del mundo. Ocúltese y escriba. No pierda el tiempo. Escriba o será infeliz, o nunca será libre. Y un día me fui. Nunca le dije adiós, ni devolví las cosas que nos dimos. Me fui porque eso no podía ser, porque cómo iba a ser, porque de qué manera. Muchos años después lo encontré en la calle. Estaba hermoso aún, ya viejo. Me tomó del brazo, me llevó a un zaguán, a un cuchitril, a un recoveco, y yo pensé: “Como antes”, porque antes siempre nos veíamos en zaguanes, en cuchitriles, en recovecos, en los años en los que él me decía venga conmigo, amor, huya conmigo, y yo le contestaba, riéndome como una hiena joven, estás loco, loco, y regresaba a mi cuarto de adolescente impune lleno de pósteres y de libros del colegio y me perdía sin dar señales de vida durante semanas, haciendo la estúpida coreografía juvenil de entonces, el bar, la disco, la plaza (mientras mantenía un cuello de hombre bajo mi guadaña), y el día en que lo encontré en la calle, después de todos esos años de no verlo, de no saber de él, no dije hola, ni cómo estás, ni tomemos un café; dije algo malo y vil y destructivo porque soy mala y vil y destructiva, porque todos somos malos y viles y destructivos, y lo dije sin ningún sentimiento, seca, como si yo fuera una plancha de metal y él un trozo de acero, dos cosas que no pudieran hacerse daño mutuamente, y él me sonrió con comprensión y malicia y a mí me dieron como tres segundos de pena y dos de rabia y nada más. Después se murió, supe por alguien. A lo mejor esto es mentira. A lo mejor no. No pueden saberlo porque no saben quién soy. Yo vivo oculta.
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