Un nuevo método permite transportar vacunas a 40 grados
La innovación permite mantener la cadena del frío a bajo coste, uno de los mayores problemas a la hora de distribuir vacunas en las zonas más necesitadas
Uno de los principales problemas para llevar vacunas a las zonas más remotas de África es el calor. Las altas temperaturas restan (o anulan) la efectividad de estas sustancias y la infraestructura a menudo hace imposible mantener la cadena del frío. Son muchas las soluciones que se están buscando a este problema. La última la acaba de presentar un grupo de ingenieros químicos de la Universidad McMaster (Estados Unidos), que aseguran haber inventado una forma asequible de almacenar las inmunizaciones durante semanas a temperaturas de hasta 40 grados.
El método consiste en sumergir los componentes activos de una vacuna en un pequeño recipiente lleno de una combinación de azúcar y gel que se seca para sellar el compuesto. Más tarde, los médicos lo reconstituyen con agua y lo administran a los pacientes como lo harían normalmente. En ese envase, pueden permanecer durante ocho semanas o más, incluso a temperaturas elevadas, según un artículo que acaban de publicar en la revista Scientific Reports.
"Puedes gastar todo el dinero del mundo en desarrollar una vacuna, pero si queda desactivada por las altas temperaturas antes de inyectarla, no vale para nada", reflexiona Ali Ashkar, coautor del estudio y profesor de medicina molecular especializado en inmunología.
El proceso añade solo un coste monetario "marginal" a la preparación de una vacuna y elimina casi todo el costo de su transporte, que puede representar el 80% del montante total de la inoculación. Los investigadores aseguran que combinar las vacunas y los azúcares (pullulan y trehalosa) es casi tan simple como mezclar crema y azúcar en el café.
Puedes gastar todo el dinero del mundo en desarrollar una vacuna, pero si queda desactivada por las altas temperaturas antes de inyectarla, no vale para nada
Un ejemplo de aplicación de esta innovación sería la vacuna del ébola, un fármaco que puede salvar miles de vidas en zonas aisladas de África cuya conservación es un verdadero problema a la hora de su distribución.
Esta tecnología de almacenamiento ya ha demostrado su eficacia en otras aplicaciones, como un recubrimiento comestible que puede prolongar la vida útil de frutas y verduras. "Para nosotros, esta es la última aplicación de esta tecnología. Imaginar que algo en lo que trabajamos en el laboratorio podría algún día ser usado para salvar la vida de la gente es muy emocionante", señala el autor principal del trabajo, Vincent Leung.
Así, reivindican que este método es importante porque puede reemplazar la "engorrosa" cadena de frío (almacenamiento constante a temperaturas entre dos y ocho grados) que actualmente es necesaria para mantener las vacunas antivirales. El mantenimiento de la cadena de frío es una barrera importante para inocular a las personas en regiones remotas o pobres del mundo, donde la infraestructura para refrigerar y transportar las vacunas sin problemas puede no estar disponible.
Los investigadores han demostrado que el método es viable utilizando dos muestras de vacunas (el virus de la gripe y el virus del herpes simple) para inocular y probar a los ratones exponiéndolos a los virus, ya que la respuesta inmunitaria de los ratones es similar a la de los humanos. Estos materiales de almacenamiento ya están aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), lo que simplifica el camino hacia la comercialización.
Para que llegue donde más se necesita todavía harán falta más pruebas en campo y un camino que asegure que es un método válido, viable y efectivo, tal y como aseguran sus descubridores.
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