Carlos Falcó y Esther Doña, el último capítulo de un matrimonio bajo sospecha
El marqués de Griñón y su cuarta esposa mantuvieron una fuerte discusión en un hotel de Madrid por la que él acabó en comisaría y denunciado de oficio por presunto delito de violencia de género
“Ante las diversas especulaciones aparecidas en algunos medios, nos alegra confirmar la vigencia y solidez de nuestra relación matrimonial y el pleno éxito de la extirpación del tumor óseo, afortunadamente benigno, que padecía Esther y que tanta preocupación e incertidumbre nos ha causado durante los últimos meses. Pedimos también comprensión y respeto”.
Así, con un comunicado en el que mezclan una grave crisis matrimonial y una de salud, han querido salvar los muebles el marqués de Griñón, Carlos Falcó (82 años), y Esther Doña, (41 años). Las palabras que tratan de alejar las dudas sobre el estado de su unión sentimental obedecen a una fuerte discusión entre ambos que ocurrió la madrugada del pasado 24 de febrero y que terminó con Carlos Falcó en comisaría con una denuncia de oficio por presunto delito de violencia de género. El incidente, desvelado este fin de semana por La Otra Crónica, comenzó en el restaurante Sushi 99 de Madrid donde el matrimonio, alojado esa noche en el hotel NH Collection Madrid Eurobuilding, decidió cenar antes de retirarse a descansar.
Los hechos han sido confirmados por el mismo marqués de Griñón a la publicación a quien contó cómo había ocurrido todo y calificó el asunto de “historia desmesurada”. Según su relato su esposa se encontraba en una “situación de ansiedad y dolor” y la disputa que comenzaron en el establecimiento fue subiendo de tono hasta provocar que decidieran abandonar el local. Sin embargo, esto no evitó que su enfrentamiento continuara en la habitación del hotel de una manera tan abrupta que sus vecinos de alojamiento decidieron llamar a la policía. A las dos de la mañana los agentes se presentaron en la habitación, se encontraron con la pareja que reconoció la discusión y se llevaron a Carlos Falcó a la comisaría de Chamartín después de recomendar a Esther Doña que presentara una denuncia. Ella no presentó ninguna demanda pero si lo hicieron de oficio los profesionales que se hicieron cargo del caso.
El marqués de Griñón ha reconocido que pasó la noche en comisaría y que por la mañana le trasladaron en coche a otras dependencias donde una jueza escuchó su testimonio y, según su versión, “le dejó libre y sin cargos”. Falcó afirma en la publicación que es la única vez que han tenido una discusión tan fuerte y que tras el suceso han superado la crisis. “Este episodio nos debe ayudar a que no nos vuelva a ocurrir algo así”. Después de vivir estos delicados momentos y siempre según la versión facilitada por Carlos Falcó, han pasado una temporada retirados en el campo, sin acudir a eventos sociales, para solucionar sus problemas. Un hecho que aparentemente han conseguido ya que el empresario vitivinícola afirma en LOC que ahora disfruta “de un matrimonio que me merezco porque he luchado mucho y soy muy feliz”.
Esta última frase tiene múltiples interpretaciones posibles pero no deja escapar que su matrimonio con Esther Doña, que cumplirá su segundo aniversario el próximo 22 de julio, ha estado bajo sospecha desde el inicio de la relación. La pareja se conoció durante una cata de vinos en Málaga y tras whatsapperar sin cuartel con ella durante un largo viaje por América apostó por una relación que casi todos miraron con recelo. La diferencia de edad entre ellos, casi 42 años, fue uno de los motivos, pero no el único. El discreto Carlos Falcó, al quien la época de su matrimonio con Isabel Preysler llegó a superar en algunos momentos por el interés mediático que desató, volvía a exponerse en público por temas ajenos a su actividad profesional. Y, sobre todo, sus cinco hijos con los que siempre ha presumido de tener una excelente relación a pesar de ser de tres matrimonios distintos, no vieron con muy buenos ojos a la nueva pareja de su padre y lo hicieron patente no asistiendo a su boda civil, que solo tuvo cinco testigos, ni a la fiesta posterior a la que asistieron 150 personas pero no contó con la presencia de sus tres hijos mayores, Manuel, Xandra y Tamara.
Después de su boda, el marqués de Griñón hablaba con este periódico y afirmaba que seguía empeñado en “vivir a su manera, como siempre me ha gustado”. Se había vuelto a enamorar y estaba dispuesto a vivir esa relación contra viento y marea. El paso del tiempo dirá qué ocurre con su matrimonio, ese por el que apostó y que hasta ahora le ha costado enfriar la relación con sus hijos y pasar una noche en comisaría.
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