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Ciencia sin trascendencia

La baja inversión y falta de publicidad de los logros pesan en la escasa atracción de nuevo talento para el desarrollo científico

Marta Yoldi
Investigadores de Geoquímica del CSIC, en los invernaderos de muestras.
Investigadores de Geoquímica del CSIC, en los invernaderos de muestras.Paco Puentes

No se investiga poco ni a remolque en España frente a otros países, dicen los expertos universitarios. Lo que existe es un problema de inversión pública y de relevo generacional. Hay un aspecto que se considera clave en este ámbito y es la transmisión de los conocimientos y la promoción de la labor realizada. Tanto que “la difusión científica a la sociedad es muy importante para que exista una mayor inversión económica en I+D+i por parte de las Administraciones públicas”, opina Ignacio Lizasoain, vicerrector de Política Científica, Investigación y doctorado de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). “Lo investigado no sirve de nada si se queda dentro”, argumenta el vicerrector de Innovación y Proyectos Estratégicos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Javier Lafuente. Lizasoain quiere destacar igualmente que “si bien más del 60% de la investigación realizada en nuestro país se lleva a cabo en las universidades; sin embargo, la financiación que reciben estas por parte de proyectos del Plan Nacional, en general, no alcanza esos porcentajes”.

Las universidades públicas son conscientes de la creciente importancia de divulgar lo conseguido. Lafuente explica que uno de sus retos prioritarios y de la estrategia que está preparando es “que los investigadores salgan a conectar con la sociedad, expliquen lo que hacen, sepan lo que la sociedad necesita y se conecte lo de dentro con lo de fuera, además de plantear formación para crear especialistas que sepan trabajar en equipo”. Un ejemplo: poca gente conoce que los matemáticos son cada vez más demandados, que son “los tecnólogos más buscados ahora mismo”. Para este académico, los ciudadanos y hasta los poderes públicos conocen las investigaciones médicas, clínicas u hospitalarias por su repercusión social inmediata, “pero muy poco o nada de otras áreas como lo que se está haciendo en astronomía, física o energía”. Lafuente aclara que el fuerte investigador e innovador de la UAB son las áreas sociales, la biotecnología y salud, y el medio ambiente y los alimentos, lo que es casi desconocido más allá de su campus y de los ambientes universitarios. “Tenemos una Facultad de Veterinaria que se encuentra entre las 10 mejores del mundo, y eso debe conocerse en todos los ámbitos”, añade.

Fuga de cerebros

El problema del relevo generacional también tendría mejores perspectivas si hubiera más información sobre las profesiones investigadoras, su formación y sus resultados. El vicerrector de la principal universidad catalana cree que “hemos perdido una generación o incluso dos entre el personal investigador, no hay gente joven investigando debido a la falta de recursos y sobre todo de futuro, no ha habido contratos ni concursos”. Antes, la mayoría de los investigadores salían de España para formarse mejor, para adquirir experiencia en países punteros y luego aplicar lo aprendido en sus trabajos en casa. “Ahora se van para no volver”, comenta desalentado Javier Lafuente. La universidad pública “tiene la ventaja de su independencia, de que no busca resultados a corto plazo, pero, por el contrario, es un mastodonte que se mueve muy lentamente”.

La opinión pública percibe que la labor de los investigadores es necesaria, pero eso no se traduce en recursos ni proyectos

El reto de promocionar lo que se investiga y que no haya compartimentos estancos se da también en los centros privados. “La promoción de la investigación debería potenciarse desde diferentes perspectivas. Por un lado, desde la divulgación y comunicación de la ciencia, llevando a primera línea los avances en todas las áreas de conocimiento. Por otra parte, desde la promoción de los investigadores, haciéndolos más visibles para que se conviertan en referencia para los jóvenes como ocurre en la política, el deporte, la moda o el arte”, apunta Fernando de la Puente, director de ­I+­D+i de la Universidad de Navarra. Este experto lamenta que “falta cultura respecto a la comunicación científica en general”. Pero la promoción no es gratis y Fernando de la Puente lo hace saber. “Pasa por una mayor apuesta de inversión económica, ya que la investigación requiere muchos recursos, tanto de personas como de medios materiales, y sus resultados no se ven a corto plazo” afirma.

“En los países de nuestro entorno, la difusión científica es un tema clave tanto a nivel de los organismos de investigación, incluidas las universidades públicas, como por parte de las Administraciones públicas, lo que supone una inversión económica importante. Una mayor difusión de nuestra actividad implica que la sociedad entienda y comparta que la inversión realizada en I+D+i se traduce en un mayor progreso. En este aspecto, España está por debajo de los países del entorno”, explica Ignacio Lizasoain. El vicerrector de la UCM reconoce que “la sociedad valora de forma positiva que la investigación es una de las profesiones más importantes”, pero que luego esta percepción no se traduce ni en una mayor inversión pública ni en un desarrollo “de una verdadera carrera profesional”. De la Puente es de la opinión de que España no se halla en una situación muy distinta a la de otros países occidentales en comunicación y divulgación científica. “Pero sí estamos lejos en el nivel de financiación de la investigación y en recursos, sobre todo en infraestructuras científicas”.

Dado que el problema de la falta de promoción científica no es específicamente español, la Comisión Europea ha tomado cartas en el asunto y está promoviendo “un modelo de ciencia abierta”, de forma que la publicación de los trabajos, los artículos y los proyectos no se realice en revistas especializadas y que el acceso a las publicaciones sea libre. Incluso se está avanzando en que no se pague por publicar los trabajos de investigaciones o los artículos. “Publicar en abierto va a ser una revolución en los próximos años”, afirma el vicerrector de la UAB.

Objetivo prioritario del CSIC

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) “tiene entre sus objetivos prioritarios el fomento de la cultura científica en la sociedad”, informan en este organismo adscrito al Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidad. El CSIC cuenta con personal y unidades en toda España dedicados a acercar la ciencia a la población y organiza cada año cerca de 12.000 actividades de divulgación y ciencia ciudadana que llegan a más de un millón de personas. “A medida que el compromiso del CSIC con la cultura científica se ha ido consolidando se han ampliado los públicos, los espacios y los formatos de estas iniciativas”, dicen en el organismo. Algunos proyectos de divulgación del CSIC son ¿Qué sabemos de...?, una colección de libros de divulgación que incluye más de 100 títulos, Fotociencia o Ciudad Ciencia, proyecto de divulgación en el entorno local presente en más de 40 municipios.

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