Cómo comer con cero ingresos
El economista italiano Orazio Attanasio analiza cómo personas emparentadas tienden a ayudarse cuando uno de sus miembros está en dificultades económicas
Las familias extensas, que incluyen allegados de hasta segundo y tercer grado, pueden convertirse en una herramienta crucial para hacer frente a las dificultades económicas, sobre todo en los países en desarrollo. Pero, para garantizar la compartición del riesgo es fundamental que circule la información entre miembros de la red, asegura el profesor Orazio Attanasio (1959), titular de la cátedra Jeremy Bentham de Economía en el University College de Londres.
El economista italiano, que estuvo en Madrid para participar el pasado martes en la XIV Conferencia de la Asociación Económica Europea y la Fundación BBVA, también estudia intervenciones para mejorar el desarrollo de los niños pobres en países en desarrollo. Los retos en este ámbito, sostiene, siguen siendo muchos, desde la falta de evidencia a la posibilidad de escalar las iniciativas o el diálogo con la clase política.
Pregunta. ¿Cómo comparten el riesgo los miembros de las redes familiares extensas?
Respuesta. En general, compartir el riesgo entre familias es muy importante sobre todo en países en desarrollo, porque no tienen la infraestructura, la red de seguridad contra los choques. Y, en muchas ocasiones, la intervención del Estado también escasea. Cómo lo hacen depende del contexto y de la situación. Hay maneras muy obvias, como por ejemplo las transferencias de dinero, así como canales mucho más complicados: provisión de alojamiento, servicios de distinta naturaleza… En nuestras investigaciones, intentamos medir el nivel de compartición del riesgo, utilizando una información sobre los choques que reciben las redes y analizando el consumo, lo que determina el bienestar de la familia.
El género importa a la hora de determinar quién controla el dinero. Tiene mucha relevancia sobre cómo se va a gastar
Hay unos trabajos muy interesantes en India que indican que las castas desempeñan un papel muy importante a la hora de compartir riesgos. Hace algunos años, nuestra investigación nos llevó a un pueblo de México rural, donde hablamos con una mujer de más de 65 años. Le preguntamos con mucho detalle cuántos frijoles comía, cuánto arroz, cuánto pollo. La señora se acordaba de todo y daba información muy precisa sobre la cantidad y el gasto. Después le preguntamos por sus ingresos y dijo: ‘Cero’. ¿Los de su marido? Cero. ¿Y los de sus hijos? Más de lo mismo. Su primo, su hija… sus familiares le habían ayudado. Medir esta información desde el punto de vista estadístico es muy complicado. No se trata solo de saber cuánto dinero le han dejado, puede ser que la prima le haya regalado unos tomates, que otra persona le ayudara con un trabajo en el campo…
P. ¿Qué papel desempeña la información en este proceso?
R. Para garantizar la compartición del riesgo es importante que circule la información entre miembros de la red. Por ejemplo, tú y yo somos pobres y llegamos a un acuerdo para ayudarnos de manera mutua y compartir los ingresos. Para que este pacto funcione, son necesarias dos cosas. Una es que haya información. Si yo no sé cuál es tu ingreso y un día vienes a pedirme ayuda porque te ha ido mal, tengo que contar con la posibilidad de averiguar lo que te pasó. La otra cosa es que este tipo de acuerdos tiene que poderse aplicar. ¿Qué pasa si vienes a decirme que tienes problemas y te contesto que ya no me importa?
P. ¿Por qué algunas familias extensas tienen mejores estructuras de información que otras?
R. En el contexto que estamos estudiando en Tanzania, vemos que muchas veces las divergencias en la cantidad de información compartida ocurren con la migración. Si voy a trabajar a un pueblecito aquí cerca, es mucho más fácil para ti saber qué me pasa. Si voy a trabajar a otro país, será más complicado. El gran problema es establecer qué determina estas variaciones.
P. ¿Cómo influye el género?
R. No hemos realizado muchos estudios en este sentido. Pero en muchos programas, las transferencias condicionadas se entregan a la madre. El género importa a la hora de determinar quién controla el dinero. Tiene mucha relevancia sobre cómo se va a gastar. Durante uno de los viajes a México, participé en varias reuniones de madres que recibían subsidios. Si les preguntabas por qué les entregaban el dinero a ellas y no a los maridos, te miraban como si estuvieras completamente loco. Decían que ellas sabían mejor cuáles eran las necesidades de la familia, en cambio los hombres se gastarían el dinero en cerveza.
P. La compartición de riesgo no es la única parte de su investigación. En los últimos años, ha trabajado también sobre intervenciones para mejorar el desarrollo de los niños pobres en países en desarrollo.
Si uno mira el desarrollo de unos niños de seis meses de varios estratos sociales, apenas hay diferencias. Si volvemos a mirarlo a los tres años, la zanja es enorme
R. Hemos estado trabajando sobre intervenciones que intentan mejorar la estimulación temprana de los niños de uno o dos años. La primera infancia es una etapa muy importante. Si uno mira el desarrollo de unos niños de seis meses de varios estratos sociales, apenas hay diferencias. Si volvemos a mirarlo a los tres años, la zanja es enorme.
Realizamos estudios en Colombia y ahora tenemos uno muy grande en India. Hace 30 años, se llevó a cabo una intervención con un fuerte impacto en Jamaica, con resultados de largo plazo sobre los ingresos de los que entonces eran muchachitos. Sin embargo, aún existen muchas incógnitas. Por ejemplo, no sabemos cuál es la mejor edad con la que empezar, cuál es el modelo que funciona mejor…
Ahora estamos intentando trasladar todo lo aprendido a un pueblo de Inglaterra. Los servicios sociales se dieron cuenta de que les llegan casos de adolescentes conflictivos que cuestan mucho dinero a las arcas públicas y entendieron que sería más rentable intervenir en la primera infancia. Me parece un enfoque de miradas muy largas.
P. ¿Cuáles son los retos para el futuro?
R. Primero hay que identificar algo que funcione en un contexto específico, adaptada a la cultura y al entorno en el que los niños viven. Esto lleva trabajo. Otro reto muy importante es el de la escalabilidad de los programas. El tercero es el diálogo con la administración. Los que toman decisiones son los políticos, pero su horizonte es mucho más corto de los impactos que pueda tener una intervención.
Hay mucho interés hacia este tema en los últimos años. Esto es positivo, pero también hay un riesgo grande. Si uno hace las cosas porque están de moda y las hace deprisa, las hace mal y entonces no habrá impactos de larga duración. Sabemos que es posible construir modelos que funcionan, pero hace falta más evidencia.
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