Todo sobre la reforma (que se eterniza) de la nueva casa de Enrique de Inglaterra y Meghan Markle
En la muerte y en las obras en casa todos somos iguales. Tres detalles en el interiorismo han hecho que la pareja no se mudara la semana pasada a su nueva mansión en Windsor como tenían previsto: tendrán que esperar otras tres semanas
Desde que el pasado noviembre se anunciara que Enrique de Inglaterra y Meghan Markle se mudarían a una casa en Windsor, en el mismo lugar donde se casaron en mayo de 2018, la pareja, que ya espera su primer hijo para finales de abril, se embarcó en algo que muchos —y casi siempre con más pena que gloria— conocen bien: una reforma que no acaba a tiempo. Puede que no podamos tomar un té con la reina Isabel de Inglaterra, pero en la muerte y en las obras todos somos iguales.
Según contaba en enero The Sun, los royals británicos habrían fichado para el diseño de su cottage a Vicky Charle, hasta hace tres años la interiorista estrella de Soho House, puesto que dejó tras 20 años para montar su propio estudio, Charles & Co, desde el que ha llevado a cabo proyectos para algunos de los amigos de la exactriz, como George Clooney y su mujer, Amal Clooney, o los Beckham. Y, según The Daily Mail, las obras ascenderían a 3 millones de libras (3,5 millones de euros).
Frogmore Cottage, como se llama la casa, forma parte del complejo de Windsor —donde la pareja celebró la boda—, y fue construido en 1801 bajo el mandato de la reina Charlotte de Inglaterra. Originalmente se conocía como el cottage de los dos jardines, hasta que un día la reina Victoria fue allí a desayunar y al ver todas las ranas que saltaban como resortes entre la hierba a su alrededor manifestó que aquel lugar le parecía repugnante.
Aparte de hacer desaparecer la ranas, poco se sabe de la reforma —los operarios colocaron una enorme carpa blanca sobre la vivienda, como si dentro escondieran a E.T.—; pero sí ha trascendido que Meghan Markle quería que su casa tuviera el look and feel de los exclusivos clubes privados que había decorado Charles, y en donde Markle y el príncipe Enrique de Inglaterra habían tenido más de una cita fuera de la vista de los paparazzi, y envueltos por un ambiente inspirado en los años veinte y treinta con detalles que hoy son tendencia y que aportan un toque de lujo a sus salones: sofás de terciopelo o de cuero envejecido, sillones que invitan a una buena siesta, lámparas chandelier y ladrillos expuestos.
También se supo, según contaba un insider de palacio a Vanity Fair, que la pareja podrá elegir una serie de obras de arte de la colección de la reina para decorar la villa.
Todo esto debería estar ya listo para entrar, pero hay tres detalles, según contaba esta semana la comentarista de la casa real británica Emily Andrews en The Sun, que han impedido que los duques de Sussex se mudaran la semana pasada como tenían previsto. "Harry y Meghan han ido cambiando de opinión con respecto a algunos detalles del diseño y por eso han parado las obras", explicaba Andrews, y concreta cuáles son esos toques finales: "Una habitación vestidor, una estantería de obra y una cocina nueva a medida".
Un vestidor, una estantería a medida y una cocina nueva
Aunque es el sueño platónico de buena parte de los amantes de la organización, no sabemos si Marie Kondo estaría muy de acuerdo con ampliar, en lugar de reducir. Un vestidor en el que se puede entrar caminando es un lugar donde caben lo mismo unas Hunter como las que usa la reina de Inglaterra para salir de caza, o un vestido de gala. Y todo quedarán mejor organizado con una buena selección de cajas y contenedores que permiten clasificar y ver los complementos (para que no pase aquello de "¡anda, si yo tenía este cinturón!"). No debe despreciarse el poder de una casa con capacidad de almacenaje. Es una de las causas que bien valen la pena un retraso en los planes de obra.
Como tampoco debe descuidarse la cocina, considerada ya por arquitectos e interioristas como el centro de la casa. Por algo es: ¿no te habías preguntado por qué en una fiesta todos los invitados acaban en la cocina? Inspirándonos en los bocetos de la propia Vicky Charles para una vivienda particular en Reino Unido, podemos imaginarnos la del príncipe Enrique de Inglaterra y Meghan Markle con un estilo neorrústico, con madera y piedra, con un toque industrial y lo último en tecnología aplicada a los electrodomésticos, y una gran isla en la que se pueda cocinar y comer.
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