La trituradora
Lo que te callas a ti mismo es lo que de verdad te quita el sueño y, a veces, la vida
Hace poco estuve en un centro de bienestar al que acuden millonarios de todo el mundo a descansar de sus supuestas vidas de amor y lujo. Las carnes ya las llevaba flojas, pero además se me desplomaron los prejuicios. Aparte de los consabidos bellos y bellas felices, vi hombres y mujeres de todo tonelaje esperando su masaje watsu o su menú ortovegano con la mirada perdida sobre sus ojeras de lémur. Serían ricos y exitosísimos, pero parecían cansados como mulas. Me lo confirmaron en la clínica. Hartos están de ver llorar en sus consultas como niños que no quieren ir al cole a adultos triunfadores en todos los gremios, con la diferencia de que el cole de los mayores es su trabajo y la vorágine en la que viven. Nada nuevo. Sabemos que el estrés devora, envenena y mata, pero nos lo negamos hasta que le vemos las orejas al lobo y, a veces, ni eso. Igual que lo que borras en WhatsApp es lo que realmente quieres decirle al otro y no te atreves, lo que te callas a ti mismo es lo que de verdad te quita el sueño y, a veces, la vida.
El rico y exitosísimo Jorge Javier Vázquez, buque insignia de Telecinco, ha sufrido un grave accidente vascular habitualmente relacionado con el estrés y el estilo de vida. Se encontraba mal, pero siguió trabajando. Aun ayer, Vázquez contestaba que el cuerpo le pide más a los amigos que le aconsejaban parar el ritmo. El caso es que le creo. Da igual que seas un ídolo de la tele o una asistenta empalmando casas para malpagar facturas. El trabajo te da la vida y te la quita, pero conviene tener un par de certezas. Nadie es imprescindible, por mucho que te hagan creértelo, y la trituradora sigue funcionando sin ti tan ricamente. Te guardan tu minuto de silencio, cantan tus alabanzas, te suben a los altares y te sustituyen por el siguiente trozo de carne con ojos. ¿Agorera? Realista. Lo dijo José Sacristán cuando enterró a su colega Fernando Guillén: “Cada vez disparan más cerca”.
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