De las elecciones andaluzas a la lucha migrante
Muchos hablan de los inmigrantes, pero pocos piensan en soluciones válidas. El único debate en la política y en el espectáculo mediático es si pueden desembarcar o no en territorio europeo
Hace varias semanas se celebraron las elecciones al Parlamento de Andalucía, y el resultado nos impactó a todos, aunque a algunos menos que a otros. Los profesionales que formamos parte del aglomerado mundo de la extranjería y las migraciones hemos visto que el discurso racista ha estado siempre presente en la España y la Europa democráticas. Mientras que en algunos despachos se firmaban manifiestos con palabras garantes de derechos, igualdad y libertad de todos los seres humanos, en otros se debatía cómo crear muros, fronteras y barreras para limitar los derechos de los ciudadanos considerados de segunda y de los extranjeros. Con ciudadanos de segunda me refiero a aquellos extranjeros de nacimiento que han vivido el proceso de naturalización, es decir, han solicitado la nacionalidad y la han conseguido. Estos “nuevos” españoles se creen igual en derechos y libertades que los demás españoles pero, el día a día, marca las diferencias.
No es que los partidos derechistas hayan nacido en las mencionadas elecciones, más bien se han ganado la gente. ¿Cómo lo han hecho? La respuesta es más sencilla de lo que la gente piensa: estos partidos han empezado a utilizar un lenguaje cercano y coloquial, situaciones cotidianas para justificar propuestas políticas y, por último, criticar. Al ser humano, desgraciadamente, le sale natural el hablar de los demás. Aquel de ustedes que esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Y, por cierto, hay que aclarar que partido derechista hay más de uno, aunque los otros intenten maquillar su ideología con el fin de abarcar el mayor número posible de electorado. Utilizan argumentos tan descarados como el que dice: “no soy racista, solo soy ordenado”. Frases típicas de las redes sociales de los racistas. Que nos digan los grandes partidos políticos qué están haciendo con los inmigrantes y qué es lo que está haciendo con los migrados. Se me olvidaba dar un apunte, es muy importante diferenciar la gente que viene de la gente que está; un inmigrante es el que viene y un migrado es el que vino una vez, pero vive un presente de estabilidad y sedentarismo.
Es obvio que el tema migratorio se ve hoy en día hasta en la sopa. Muchos hablan de los inmigrantes, pero pocos son los que piensan en soluciones válidas. El único debate que tiene cabida hoy en día en la vida política y en el espectáculo mediático es si pueden desembarcar o no los inmigrantes en territorio europeo.
Ya quedó muy anticuado hablar de soluciones en los países de origen. Creo, sinceramente, que esa solución se dejó de lado porque ningún Gobierno quería ponerse el mono de trabajo y poner los puntos sobre las íes a las grandes empresas de piedras preciosas o minerales, las grandes farmacéuticas, las grandes empresas armamentísticas y, ahora, las grandes empresas alimentarias. De las necesidades básicas de los seres humanos se ha creado un monopolio internacional que tiene la competencia, el poder y el derecho de poner el precio que deseen, dar el servicio a quien elijan o expropiar los recursos naturales a los ciudadanos autóctonos de esos países.
Hace tiempo que los Gobiernos dieron el brazo a torcer, y parece que los expertos también empiezan a seguir el ejemplo. Siempre nos quedamos en los derechos, pero nunca llegamos a los deberes. Los deberes de los inmigrantes, los deberes de las empresas... Y los deberes como seres ciudadanos de este planeta global.
Que nos digan los grandes partidos políticos qué están haciendo con los inmigrantes y qué es lo que está haciendo con los migrados
Ya basta de tratar al otro como un ser inferior. Hoy hay demasiado discurso bienquedista. Los tuiteros buscan ser trending topic, los periodistas buscan lectores, los expertos buscan clientes y, mientras tanto, los inmigrantes buscan justicia. Los inmigrantes han utilizado todos los medios para reclamarla: pelear, luchar, morir, huelgas de hambre, demandas a los organismos internacionales, películas, libros... Pero de todo lo que han hecho, la única herramienta realmente válida es la migración, es el cruce de fronteras; es el acercamiento y la invasión de la intimidad de los demás.
Me explico, porque esta frase puede dar para cuatro ideologías: la única forma de hacer visible la situación de las personas en algunos países es salir de sus países, salir de las imágenes de los telediarios y aparecer en las calles europeas. No quieren pelear ni robar, solo quieren justicia. Quieren que su país deje de ser un trivial donde el que gana es el que mejor se lo monta.
Estoy totalmente seguro de que si a los inmigrantes se les ofreciese una solución pacífica en sus países, no vendrían o el porcentaje sería un mínimo histórico. La gente puede aguantar que le roben en su casa, pero no puede permitirlo eternamente.
Es hora de tomarnos el mundo en serio y dejar de estar guiados por la codicia; el que es pobre quiere ser rico y el que es rico quiere serlo más aún. Los inmigrantes son la imagen viva de nuestros abuelos que se dejaron la piel, y algunos la vida, para conseguir una vida digna. Los inmigrantes intentan hacer lo mismo, pero su protesta es en los países occidentales porque justamente son empresas de esos países las que manchan de sangre sus tierras y corrompen sus Gobiernos.
Los inmigrantes no nacieron como viajeros. Nacieron como luchadores.
Los inmigrantes no nacieron luchadores. Aprendieron a mirarle a la cara al sufrimiento.
Los inmigrantes no nacieron valientes. No les quedó otra.
Los inmigrantes viven la muerte. Nosotros somos moribundos en vida.
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