Que levante la mano quien no haya buscado el cálido tacto de la piel de su pareja en las frías noches de invierno. Y aquel a quien no se le haya congelado la libido al notar unos gélidos pies bajo las sábanas. No cabe duda de que existe cierta relación entre la temperatura ambiental, la corporal y el deseo: a más calor, más ganas, y con el frío, menos motivación.
Un equipo de investigadores de Hong Kong y Colorado quiso demostrarlo, y sus conclusiones fueron claras: ante las bajas temperaturas preferimos ver una película. Y aquí viene la sorpresa: no queremos un metraje cualquiera, si es romántica, mejor. Hasta un videoclub les da la razón: los días de temperaturas polares se alquilaban más cintas de amor. Gurús de Hollywood, atentos, que llega la conclusión de los autores: "Esta investigación ofrece implicaciones para la industria del cine. Los estudios harían bien estrenando las películas de amor en invierno".