¿A qué huele Jamie Dornan?
El actor irlandés hizo la mili como modelo y fue a la guerra como Christian Grey. De lo primero salió incólume, pero de lo segundo aún sufre secuelas. Nos acercamos lo suficiente a él para saber qué perfume utiliza
Nació en Holywood, pero en un Holywood con una ele, municipio cercano a Belfast de 12.000 habitantes que presume de tener un parque de folclore norirlandés y una pista de patinaje con bolera. “Cada año hacen un festival de blues y ponen una especie de montañita con un letrero que dice H-o-l-y-w-o-o-d”, dice Jamie Dornan (Belfast, 1982) tapándose la cara, como solo un nativo puede reírse de su propio pueblo, aunque ahora él se prodigue más por el otro Hollywood, el de las dos eles y el letrero original.
“Crecí literalmente en el agua. Bueno, no en la playa, teníamos un techo, pero tan cerca como se puede estar del agua. Y aunque me encuentre en cualquier otro lugar del mundo, si huelo el mar, me hace pensar en mi casa”, nos dice el actor. Hablamos de eso, de olores y de lo que evocan, porque Dornan es imagen del perfume Boss The Scent Private Accord.
"Me fue bien y lo respeto, pero siempre lo hacía con cierta reticencia. No volvería a ser modelo de ninguna de las maneras”
Es fácil recordar la campaña porque el spot de Drake Doremos que el actor rodó junto a la modelo Brigit Kos en Bakú, Azerbaiyán, tiene algo de intrigante. Parece una película de la que hemos pillado solo un trozo. Para el actor supone también una especie de reencuentro con antiguos jefes. En su anterior vida, cuando era modelo (y no cualquier modelo: protagonizó campañas de Dior Homme, Diesel, Calvin Klein) trabajó regularmente para Hugo Boss.
No fueron cuatro trabajos aquí y allá para costearse las clases de teatro, como han hecho casi todos los actores, sino una larga década profesional que no echa de menos en absoluto. “A ver, no es algo que uno sueñe con hacer cuando es niño… Bueno, eso no es justo. Seguro que hay gente que sí sueña con eso, pero desde luego yo no. Me fue bien y lo respeto, pero siempre lo hacía con cierta reticencia. No volvería a ser modelo de ninguna de las maneras. Cuando hago un trabajo como este, tan ambicioso, intento no verlo como una labor de modelo. Ahora, cuando toca sentarse a hacerse las fotos…”. ¿Le vienen flashbacks? “Pues sí, un poco ¡en plan estrés postraumático!”, ríe.
En eso también Dornan es más Holywood que Hollywood: aunque está dispuesto a jugar al juego con las reglas conocidas y a cumplir con las exigencias que se esperan de una superestrella como él, lo hace con un nivel de transparencia poco habitual. En todas sus entrevistas, y en esta también, se intuye que disfrutó de su papel más famoso, el de Christian Grey en 50 sombras de Grey, tanto como de una colonoscopia. Y está dispuesto a disimularlo solo lo justo.
"Cada trabajo que hago está a un millón de millas de Grey porque no volverá a haber películas así a esa escala"
“Fue una trilogía muy particular y se hizo para los fans. Todo giraba en torno a ellos, en satisfacerles. Así que es complicado juzgar las películas si uno no está inmerso en ese universo. Me parece raro hacer una crítica de ellas si no has leído los libros, porque van muy de la mano”, reflexiona.
¿Intenta conscientemente alejarse de ese papel? Todo lo que tiene entre manos parece escogido para que el público olvide que es el mismo tío que un día se sentó frente a Dakota Johnson en un restaurante lleno de gente y le dijo: “Quítate las bragas, aquí mismo”. Y a continuación se fue a pilotar su helicóptero. Ha hecho de fotógrafo de guerra en A private war, de periodista disoluto en la película de HBO Mi cena con Hervé, de uno de los alegres hombres de Robin Hood en la nueva versión del clásico y hasta de troll en Trolls 2 (pidió a Universal, productora de la trilogía de Grey, que le dejaran estar en las pelis de dibujos preferidas de sus dos hijas mayores, Elva y Dulcie).
Además, ha rodado una serie de época para la BBC situada en la Irlanda rural, Death and nightingales. “En realidad, no tengo que ser muy consciente. Cada trabajo que hago está a un millón de millas de Grey porque no volverá a haber películas así a esa escala”, explica. De esa experiencia se llevó, además de muchos dólares y un estatus que le permite “hacer proyectos independientes que encuentran financiación así” (en el momento en que suena su nombre, quiere decir), una amistad eterna con su compañera de aventuras Dakota Johnson, similar a la que todavía une a Kate Winslet y Leonardo DiCaprio, supervivientes de otro fenómeno que escapó a lo cinematográfico. Ojalá se reúnan dentro de una década, bellos y ajados, para rodar su propia Revolutionary Road.
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