El amplio pasillo tiene zonas de descanso con butacas retapizadas por la propia Reale. La mesa de apoyo es también de Chehoma, y los jarrones, de la tienda Home Collection Interior.
En el extremo más meridional de Italia, en el tacón de la península salentina, la ciudad de Lecce es conocida como “la Florencia del sur”, aunque sus mayores tesoros arquitectónicos no son renacentistas, sino barrocos. En pleno centro histórico, en una calle peatonal sembrada de comercios, se alza este edificio neoclásico, levantado por Bernardino Bernardini en el siglo XVIII y restaurado recientemente por el arquitecto local Raffaele Centonze. Una pareja encargó la reforma del piso principal, este con grandes ventanales y vistas sobre la calle, a Rosella Reale. La interiorista romana presume de ser “antiminimalista” y defiende que sus intervenciones deben aligerar el pasado, pero dejarlo hablar. Eso buscaban los propietarios de esta vivienda. Querían recuperar la generosidad original de los espacios, pero necesitaban una casa cómoda. ¿Cómo actualizar sin dañar la memoria? Reale lo hizo rescatando la escala original y conectando y arropando las estancias. En ellas hizo convivir mobiliario de la familia, retapizado o restaurado, con un mundo ecléctico y limpio de cortinajes pesados. Creó un hogar práctico y contemporáneo, pero que, lejos de borrar el pasado, le da voz en una nueva conversación.