Este cineasta ha visto todos los vídeos chungos de YouTube por ti
Romain Gavras es ese hijo de Costa Gavras que ha tomado el discurso político de su padre y lo ha convertido en delirio pop. ‘El mundo es tuyo’, su segunda película, disponible en Netflix, es el motivo perfecto para que nos hable de porros, Foucault, rusos que se pegan y su gran amor/odio: YouTube
Habida cuenta de la beligerante trayectoria de su octogenario padre, Costa Gavras, dueño de una categoría propia dentro del cine político, el camino más fácil para Romain (Atenas, 1981) habría sido honrar el currículo de su progenitor. Pero Romain (Atenas, 1981) es puro delirio pop. Estamos en una pequeña terraza de Cannes, a tiro de piedra de La Croisette. El realizador ha presentado allí su segunda película, El mundo es tuyo, un cruce improbable entre la ópera bufa y la comedia negra que tritura y escupe arquetipos a cascoporro.
Uno de ellos es el del personaje interpretado por Isabelle Adjani, la madre lianta y dominante. No sin antes asegurarse de que la aquí firmante no trabaja para la prensa francesa, Romain confiesa entre risas que se inspiró en la suya propia. El de Vincent Cassel, un calzonazos cincuentón obsesionado con los illuminati, tampoco le quedaba muy lejos: “Tengo amigos que aún viven con sus padres y se pasan el día fumando porros. Y están a tope con esos rollos conspiranoicos. A poco que navegues por YouTube te encuentras un documental sobre reptiles con el triángulo de los illuminati, y en el siguiente sale Michel Foucault, mi filósofo favorito, hablando sobre el tema. Internet es exactamente eso: la niebla mental de nuestra era. Saltas del discurso más brillante a la teoría más estúpida. En mi película, a Vincent se le activa el radar cada vez que ve un triángulo. Y muchos jóvenes funcionan igual. Internet ha despertado el espíritu crítico, pero también ha hecho que muchos asuman como tal lo que no son más que un montón de absurdeces y fake news. Ese batiburrillo hace que hoy sea mucho más difícil identificar la verdad, más aún con el adoctrinamiento de los medios. Vale, esto ha sonado muy Donald Trump”.
“Tengo amigos que aún viven con sus padres y se pasan el día fumando porros. Y están a tope con esos rollos conspiranoicos"
No cabe duda de que la cultura digital ha hecho mella en este xeniall, que insiste en poner a YouTube en el meollo: “Es un cajón de sastre en el que hay casi de todo. Ves a gente loquísima de todo el mundo, desde un ruso peleando contra bulldogs en mitad de la nieve a una chica saltando en un círculo de fuego. Me ha dejado muchas veces sin pegar ojo, pero también ha sido fuente de inspiración. Por ejemplo, esos vídeos en que algunos niños se graban pegando a otros, algo que he querido incorporar a esta película”.
Lo que Romain no cuenta es que, igual que él tiene su opinión sobre este canal, por allí también tienen la suya sobre él. Para muestra, su videoclip Born free para M.I.A., una alegoría de la exclusión sociopolítica que, con su enjambre de hostigados pelirrojos, situaba en el lugar de los apestados a cualquiera que quisiera sentirse aludido. La crudeza de las imágenes en las que estos saltan por los aires a manos de las fuerzas del orden lo mantiene, ocho años después, en la lista negra de una plataforma que, obviamente, también le ha dado mucho.
“Rodar un videoclip es totalmente diferente a hacer una película. Necesitas agudizar el ingenio para condensarlo todo en cinco minutos. La gramática visual es muy distinta, pero me gusta mantener una identidad común entre ambos formatos. Mis películas son muy musicales”. Probablemente, ese nexo también tiene algo que ver con lo que él llama hiperrealismo: “En El mundo es tuyo quería centrarme en los actores, porque ya llevaba siete años sin hacer cine. Ese tono de comedia conduce al extremo ciertos rasgos de carácter, del día a día, que eran muy importantes. La película juega con esa adulteración de la realidad, en la que los actores acatan como normales actitudes que se exageran hasta resultar cómicas”.
¿Referentes? “Para mí las buenas comedias son las del cine italiano clásico: Monicelli, Fellini… Son un zeitgeist de su tiempo. Pero esta no es una película social ni de denuncia. Notre jour viendra [su ópera prima, una justiciera vuelta de tuerca de Born free] era más real”. A falta de una filmografía más dilatada, toca quedarse con esa convicción: a los marginados también les llegará su día.
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