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Ni una menos desde la primera infancia

#NiUnaMenos desde los primeros años es un libro que hace referencia a algunas conquistas feministas en Argentina, pero para sus coordinadoras “el movimiento de los feminismos es de carácter universal"

Manifestación en Madrid.
Manifestación en Madrid.Juan Carlos Lucas/ GETTY

Casi 50 mujeres han sido asesinadas por sus parejas y exparejas a lo largo de 2018. La cifra está a un paso de las mil desde que en 2003 se empezaron a contabilizar los casos de violencia de género. Y a ellas habría que añadir las decenas de mujeres asesinadas a manos de hombres y que no forman parte de esta estadística oficial porque no tenían o habían tenido una relación formal con ellos. Como ejemplo el terrible y despiadado asesinato de Laura Luelmo, que ha supuesto el macabro epílogo de un 2018 negro en lo que a violencia contra las mujeres se refiere.

#niunamenosdesdelosprimerosaños
#niunamenosdesdelosprimerosaños

En Argentina, para visibilizar esta violencia contra la mujer, este feminicidio, tomó forma en 2015 el movimiento feminista Ni una menos, que rápidamente se extendió por las ciudades del país y se replicó en otras naciones como Uruguay, Ecuador, Bolivia, Colombia, Venezuela, Chile, Paraguay, Italia o España. Y de él surgió en 2016 el libro colaborativo #NiUnaMenos desde los primeros años, publicado ahora en España por la editorial Maime Mujer en colaboración con las editoriales argentinas Chirimbote y Las Juanas Editoras.

“Nunca es tarde para eliminar estereotipos. Creemos que hasta el último día de nuestras vidas estaremos derribando prejuicios, pero solo es posible transformar profundamente la sociedad si avanzamos desde un piso inferior, el de la infancia”, reflexionan desde Argentina Cecilia Merchán y Nadia Fink, coordinadoras del libro.

Como ejemplo de su teoría, de que los prejuicios son más fáciles de derribar si desde los primeros años se construye una idea más justa de sociedad, ponen la conquista del derecho al voto: “Nuestras abuelas no tenían derecho a votar, mientras que nosotras nacimos sabiendo que era un derecho y ni siquiera podemos imaginar lo contrario, nos parece ridículo. Para ellas debió ser mucho más difícil la participación política que para nosotras. Seguro que durante gran parte de sus vidas creyeron que la política era una cosa de hombres”.

El “enemigo interno” del machismo

Es obvio, una realidad, que en las últimas décadas se ha avanzado mucho en materia de igualdad. Pero no lo suficiente. La prueba son los asesinatos y los casos de violencia contra las mujeres que tiñen de rojo las páginas de los periódicos. También las encuestas y estudios que demuestran que aún hoy los jóvenes replican y mantienen estereotipos y actitudes sexistas que considerábamos propias de otros tiempos.

A Cecilia Merchán y a Nadia Fink no les sorprenden estos datos: “Si bien avanzamos mucho en visibilizar y en que estemos cada vez más alerta, eso no quiere decir que se haya resuelto el problema”, sostienen. Y el problema, según las compiladoras de #NiUnaMenos desde los primeros años, es que seguimos naciendo en sociedades injustas y reproduciendo los patrones de violencia y opresión machistas. Por eso, apuntan, “es tan importante” comenzar a educar en igualdad desde la primera infancia y el rol que juega en ello el Estado, las escuelas, los medios de comunicación y las organizaciones que trabajan con infancias.

Al respecto, añade Cecilia Merchán, diputada del Parlamento del Mercosur, el libro, y de forma mucho más amplia toda la acción que llevan a cabo desde escuelas y organizaciones populares, apunta a la idea de descubrir que el machismo está muy presente e impregna todas nuestras vidas, incluso aunque nos consideremos abanderados del movimiento feminista y libres de su caspa. “Es muy simple encontrar a los enemigos externos (el FMI, las corporaciones financieras, Trump o Bolsonaro), pero nos cuesta mucho hacernos cargo de las injusticias que reproducimos en nuestras casas, en nuestros trabajos, y en nuestras asociaciones por los prejuicios que nos atraviesan. Por eso para nosotras el machismo es un enemigo interno y, a veces, mucho más difícil de reconocer”, argumentan.

Un camino largo y global

Las páginas de #NiUnaMenos desde los primeros años hacen referencia a algunas conquistas propias de las luchas feministas en Argentina, pero para sus coordinadoras “el movimiento de los feminismos es de carácter universal y nos atraviesa, con sus particularidades, a todas las sociedades”. En ese sentido, consideran que las campañas feministas que han sacudido en los últimos años los cimientos de la sociedad machista y patriarcal “han profundizado” en esa globalidad y universalidad del movimiento feminista que consideran positiva: “Es un aprendizaje que hemos hecho desde el feminismo: estar permeables y enriquecernos de las experiencias concretas que nacen en uno y en otro lado”.

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Un ejemplo de esas campañas es el movimiento #metoo, que en este 2018 se ha unido a la histórica movilización mundial del 8 de marzo. Para Fink y Merchán 2018 ha sido “muy especial” por las repercusiones y el impacto que ha tenido la ola feminista mundial. “Todas nuestras demandas que eran consideradas como “temas menores” o particulares por parte de las instituciones y organizaciones han pasado a estar en el centro de las agendas políticas para avanzar en el cuestionamiento de toda la estructura patriarcal”, reflexionan.

No obstante, y pese a la visibilidad y la notoriedad alcanzada, las autoras consideran que seguimos estando “muy lejos de contar con buenos estándares de políticas públicas acordes a la magnitud de la vergüenza y de la injusticia escondida por siglos que supone la violencia contra las mujeres”. Y al respecto comparan los presupuestos destinados a terrorismo con las partidas enfocadas a luchar contra la violencia machista. “El machismo es la inseguridad de la que nadie habla. O al menos de la que nadie hablaba hasta que se los llevó por delante la ola. Ahora tenemos que exigir políticas públicas”, reivindican.

Tienen claro que el suyo es aún un camino “larguísimo” y que no existen fórmulas mágicas para acabar con el machismo, sino un trabajo arduo para “desarmar” el modelo patriarcal, pero consideran que trabajando con niños y niñas desde los primeros años están haciendo un aporte “enorme” para desandar las desigualdades de género y los estereotipos, que no dejan de ser semillas para violencias futuras.

“Hoy, junto con jóvenes de 13 y 14 años, cantamos que somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar. Esa ya es una transformación. Pequeña, es cierto, pero poderosa: ya no tememos a las brujas, nos reconocemos en ellas como mujeres sabias y por eso (entre otras muchas cosas) perseguidas. Como el camino es largo, siempre tenemos que celebrar lo que logramos. Y en estos años hemos logrado muchas cosas que hasta hace poco parecían imposibles. Al final nosotras siempre ganamos porque no tenemos nada que perder”, concluye Merchán.

Cine y literatura como propagadores de machismo

Nadia Fink es periodista y escritora. También autora de las colecciones Antiprincesas y Antihéroes, publicadas en España por Maime Editorial como Otras Princesas y Otros héroes. Desde su posición como experta en literatura infantil ha indagado mucho en cómo la literatura y el cine han colaborado y colaboran en la producción de estereotipos de género. Su capítulo en #NiUnaMenos desde los primeros años va precisamente sobre ello.

"La mirada de ese capítulo hace un racconto de lo que viene siendo la literatura y el cine desde hace muchísimos años. Es cierto que las princesas de Disney se han adaptado un poco a nuestros tiempos y por eso tenemos a Merida, en Brave, que no quiere casarse y es fuerte y, claro, valiente; o a las hermanas en Frozen, donde se prioriza el amor filial al de un hombre; o en Enredados, donde la princesa obliga al ladrón a ayudarla a huir", enumera.

Pero hay un pero: en todos esos films, apunta Fink, siguen subyaciendo estereotipos que cuesta mucho romper. El más importante de ellos, el del aspecto físico. “Todas ellas son flaquísimas, con cuerpos adolescentes, rostros de porcelana y cuerpos que emulan a cualquier Barbie. Creemos que es el estereotipo más difícil de romper y no es para nada inofensivo”, reivindica.

Hoy en día, no obstante, sí que es cierto que la literatura infantil, sobre todo a través del álbum ilustrado, está haciendo un trabajo más amplio para romper con ese estereotipo y para fomentar la diversidad y la igualdad. ¿Es el camino a seguir?, preguntamos a la escritora. “Sabemos que trabajar sobre la imagen es fundamental en estas generaciones (y suponemos, que en las futuras). Hasta ahora la imagen era un elemento que siempre relegábamos porque sólo pensábamos en el contenido, pero las niñas y los niños actuales usan la imagen como un lenguaje más, de forma que si queremos deconstruir estereotipos y generarles cuentos que les atraigan debemos poner especial atención a este punto”, responde.

Al final, esas imágenes deben ser el antídoto contra la gran cantidad de impactos estereotipados que reciben a diario desde el cine, la televisión o la publicidad: “Desde pocos lugares se destacan los logros y la inteligencia de las mujeres, por eso hay que seguir trabajando en mostrar otros modelos de mujeres que, además, son la mayoría. Como decimos desde la editorial Chirimbote, hay que acercarles otros espejos en los que poder reflejarse”.

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