Los malos humos provocan manchas y arrugas, pero la solución podría estar ya en tu neceser
La cosmética contra la polución ha llegado para quedarse, y algunos científicos ya piden que se homologuen como los fotoprotectores
Haga falta o no, la cosmética contra la polución ha venido para quedarse. Los estragos del humo (y ahora se añade la que produce toda la aparatología tecnológica) en la piel son más que evidentes. Y si un día te la ves mustia, quizá no debas echarle la culpa a una crema inadecuada. Cuanto más avanzan las investigaciones, más científicos piden un escudo homologado que la proteja similar a los filtros solares. En ello están, aunque no sea fácil...
El problema medioambiental más importante del planeta. Así definió la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2016 la polución urbana. Y añadió que el 91% de la población vive en lugares en los que no se cumplen los niveles de referencia de la calidad del aire. No es nada nuevo el hecho de que la contaminación condiciona la salud, tanto, que es la responsable directa de más de tres millones de muertes al año en todo el mundo e indirectamente causa una de cada seis. Lo que realmente es una tendencia creciente es la avalancha de cosmética que promete limpiar y proteger la epidermis y el cabello de los adversarios invisibles que habitan no solo el exterior de las grandes urbes, sino que se cuelan en los hogares, oficinas, colegios…
Es el nuevo foco de la investigación mundial
"En los últimos 30 años, el análisis de los daños que causaban los rayos UV ha sido el protagonista de los estudios de protección y envejecimiento prematuro de la piel. Ahora creo que la contaminación del aire tiene el potencial de mantenernos ocupados durante las próximas décadas", afirma Jean Krutmann, una de las mayores eminencias mundiales en la investigación de cómo los malos humos se están llevando por delante la juventud de las pieles, además de causar otras patologías graves.
El problema es más serio de lo que podemos imaginar, porque la contaminación no solo está presente cuando se aprecia una inmensa boina negra sobre el cielo de una gran ciudad, una imagen cada vez más habitual. "Proviene de muchas fuentes, desde los rayos UV, pasando por el nivel de ozono, la emisión de gases, el humo del tabaco, la basura industrial, los productos de limpieza, el tráfico, las pinturas…, y de agresores mucho más tecnológicos y actuales como la luz azul que emiten las pantallas de los dispositivos electrónicos, ya sean móviles, televisiones, ordenadores o tablets", alega Sandra Burgos, directora de formación de Clinique, firma pionera en analizar su impacto en la piel.
Este tipo de contaminación tiene su propio vocabulario, con términos muy largos y complicados que la ciencia química reduce a siglas, como hace con la tabla periódica, para facilitar así el trabajo en los laboratorios y el de los investigadores. Las que más afectan a la piel son seis reconocidas internacionalmente.
Las partículas emitidas especialmente por el diésel causan inflamación que, al convertirse en crónica, hace que las enzimas encargadas de activar la reparación decidan degradar el colágeno. Flacidez asegurada.
Las primeras, las HAPs o PAHs (Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos), son micropartículas que provienen en su mayoría de la quema de combustible, en especial de los motores diésel. Pueden llegar a ser 20 veces más pequeñas que un poro y, debido a su naturaleza lipídica (grasa) afín a la piel, son capaces de atravesar la barrera cutánea.
En segunfo lugar están las ROS (Especies Reactivas de Oxígeno), y oxidan todas las células que se les ponen por delante.
En tercer lugar, los COV (Compuestos Orgánicos Volátiles), que son el azufre, monóxido de carbono (CO2), ozono y otros metales pesados generados por la industria y los tubos de escape de todo tipo de vehículos, incluidos los aviones (los más contaminantes).
El NO2 (Dióxido de Nitrógeno), el cuarto de la lista, es un tipo de COV presente en el humo del tabaco, pinturas, barnices, polvo e incluso en algunos desodorantes en spray. Según un estudio publicado en Journal of Investigative Dermatology en 2016, realizado por Jean Krutmann, catedrático de Medicina Medioambiental de la Universidad Heinrich Heine y director del Instituto de Investigación de Medicina Medioambiental Leibniz, ambos en Düsseldorf (Alemania), este dióxido se asocia significativamente con la aparición de lentigos (manchas), sobre todo, en las mejillas.
Por último, están el PM (Material Particulado), que puede adherirse a moléculas más grandes, y la HEV (High Energy Visible Ligth), la luz azul proveniente de las pantallas de los dispositivos electrónicos; esta aumenta la generación de radicales libres que favorecen la aparición de pequeñas arrugas y flacidez, además de reducir los niveles de vitaminas E y C y el aporte de oxígeno, causantes del aspecto apagado y cetrino.
Estos son sus devastadores efectos
"A largo plazo, las consecuencias de las exposiciones reiteradas a ambientes contaminados con altos niveles de radiación conducen a un envejecimiento prematuro de la piel, y la fotoexposición a la aparición de cáncer cutáneo", afirma Agustín Buendía Eisman, profesor titular de Dermatología de la Universidad de Granada y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
Además, diversos estudios científicos han demostrado que aumenta la sensibilidad cutánea y agrava gran parte de las patologías. "Como efecto inmediato, destacan la opacidad, deshidratación, textura rugosa y una sensación de tener una película de arena y polvo que hace que surja la necesidad de lavar el rostro a menudo", concreta Burgos, de Clinique.
The Impact Pollution on Skin and Proper Eficacy Testing for Anti-pollution Claims Cosmetics (El impacto de la contaminación en la piel y las pruebas de eficacia adecuadas para las reclamaciones contra la contaminación), uno de los estudios más recientes (enero de 2108), realizado por científicos del departamento Ciencias Biomédicas de la Universidad de Malmö, Suecia, ha destapado otro miembro de la piel altamente perjudicado por la polución ambiental: la barrera cutánea y su diminuto ejército de billones de bacterias y microbios conocidos como microbiota o flora cutánea. Su equilibrio y diversidad es fundamental para tener una epidermis sana y protegida, tanto que después del archiconocido manto hidrolipídico, se considera el segundo escudo protector de la piel. Pues bien, el estudio concluye que la polución es uno de los factores externos que más le afectan negativamente, ya que, en presencia del ozono, la micobiota se reduce hasta en un 50%.
"La contaminación, además, multiplica los efectos de la radiación ultravioleta provocando fotocontaminación", Agustín Buendía (miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología)
Hay más. Al parecer, altera su equilibrio, disminuyendo su biodiversidad y haciendo que las bacterias buenas cedan su residencia a las patógenas. El estudio también ha demostrado que las micropartículas HAPs o PAHs son capaces de taponar los poros creando las condiciones perfectas para que crezca la propionibacterium acnes, bacteria responsable del acné.
La cadena de desastres no acaba aquí: según Krutmann, "ya se ha demostrado que las PM 2.5 [siglas de Material Particulado, de tamaño minúsculo] atraviesan fácilmente la piel y causan una gran variedad de impactos". Algunas activan los melanocitos, aunque no reciban rayos UV, que generan un exceso de melanina y, por lo tanto, manchas, generalmente en la zona de pómulos y mejillas. Otras estimulan a los mensajeros que hacen proliferar los vasos sanguíneos y ocasionan rojeces, irritaciones y rosácea.
La química Frauke Neuser, científica sénior de Olay, ha realizado estudios que demuestran que la piel de los habitantes de las áreas contaminadas está mucho más deshidratada, y que las PM emitidas por los vehículos diésel, principalmente, causan la inflamación de las células cutáneas. Cuando esta se hace crónica, las enzimas encargadas de activar la reparación epidérmica se vuelven hiperactivas, y en vez de ayudar a generar más colágeno lo deterioran o eliminan, dando lugar a la laxitud (flacidez), líneas de expresión y arrugas. Por último, a este cóctel de reacciones se une el estrés oxidativo provocado por los radicales libres, que no son exclusivos de la polución, pero sí aliados íntimos. El envejecimiento prematuro está servido. Y la investigación y el negocio cosmético, también.
La solución, probablemente, esté ya en su neceser
Hace más de 25 años que los laboratorios Clarins lanzaron el primer cosmético cuya fórmula contenía un complejo antipolución. A la firma francesa le siguieron otras como Dior, Shiseido, L’Oréal, Chanel, Institut Esthederm… Hoy la cosmética anticontaminación se ha convertido en un fenómeno que inunda las vitrinas de perfumerías y salones de belleza. ¿Es realmente necesario utilizar productos específicos o se trata solo de una maniobra de mercadotecnia para generar una demanda superflua?
Cuanto más avanzan las investigaciones sobre los daños celulares que provoca la polución, más son las voces que abogan por encontrar un escudo eficaz y homologado en todo el mundo, como se hizo con los filtros solares, que guíe al consumidor. "No hay que olvidar que la contaminación multiplica los efectos de la radiación ultravioleta de forma catalítica, lo que los dermatólogos denominamos fotocontaminación", recapitula Buendía Eisman, de la AEDV.
En una década es muy probable que aparezca un nuevo índice en las etiquetas, como el SPF, que certifique que las micropartículas contaminantes no penetren ni agredan a las diferentes células cutáneas. Hoy, las empresas tienen libertad para diseñar sus propios ensayos clínicos y pruebas para demostrar la eficacia de sus fórmulas. Sin embargo, existen laboratorios independientes, como Symrise —uno de los mayores proveedores de ingredientes cosméticos del mundo—, que trabajan codo con codo con expertos en diversas disciplinas (dermatólogos, químicos, cosmetólogos…) con el fin de establecer estándares y modelos homologados de prueba que garanticen la eficacia de los principios activos anticontaminantes.
"Está claro que la polución afecta a la piel de una manera negativa. Y es un problema en Asia e India, donde apenas ven el sol. Tenemos suerte de que en Europa no lo sea tanto…", Frauke Neuser (científica sénior de Olay)
Este laboratorio registró en 2015 SymUrban (benzylidene dimethoxy dimethy lindanone), el primer neutralizador soluble en aceite, "una molécula que puede hacer el trabajo de escudo y que se puede incluir en todo tipo de cosméticos, desde cremas antiaging hasta lociones para las manos o champús", explica Krutmann. Sin embargo, los propios científicos reconocen que aún queda un reto importante por delante para conseguir productos capaces de proteger específicamente contra el envejecimiento ambiental.
Y mientras la ciencia alcanza sus metas, hay expertos que no creen que sea necesario reemplazar los cosméticos habituales por unos específicos que palíen la acción contaminadora: que basta con mantener una rutina de higiene y protección adecuada a cada tipo de piel y utilizar activos y texturas que contrarresten la acción de los radicales libres alimentados por los secuaces contaminantes.
Así, el dermatólogo Buendía Eisman destaca el valor de "las vitaminas C y E, que combinadas poseen un efecto sinérgico que aumenta su acción antioxidante". Además, es partidario de utilizar a diario filtros solares UVA y UVB ("actúan como un escudo protector frente a la radiación solar y la contaminación, evitando el factor multiplicador que tienen unidos sobre la piel") y de texturas antiadhesión que limiten la absorción de las partículas contaminantes y los gases que transportan ("porque forman una barrera protectora no oclusiva que las retiene en la superficie y se eliminan a posteriori con la higiene adecuada").
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