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Cambio de sexo en ratones para comprender por qué las mujeres viven más

Un experimento muestra que el doble cromosoma X prolonga la vida tanto de ratones con testículos como de los que tienen ovarios

Un hombre y una mujer, ambos de avanzada edad, sentados en el centro de Sevilla.
Un hombre y una mujer, ambos de avanzada edad, sentados en el centro de Sevilla. Paco Puentes

En todo el mundo, las mujeres viven más que los hombres, independientemente de su cultura o estatus socioeconómico. En casos extremos, como en Rusia, la diferencia llega a los 12 años; en España se queda en algo menos de seis. Detrás de estas diferencias se encuentra la mayor temeridad de los varones a partir de cierta edad. Durante los primeros años de vida, las causas de la muerte de niños y niñas son enfermedades similares, pero a partir de los 10 años, los accidentes de tráfico, los ahogamientos y más tarde los enfrentamientos violentos hacen que los niños mueran más. Sin embargo, incluso cuando se tiene en cuenta el mayor consumo de alcohol y tabaco o la mayor tendencia a ponerse en riesgo de los hombres, las mujeres son más longevas.

Esta diferencia entre sexos, compartida por la mayoría de animales, es aún un misterio. Según explica Manuel Collado, jefe del laboratorio de Envejecimiento, Cáncer y Células Madre en el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (Idis), “se asumía que la disparidad se debía a las hormonas y a las gónadas [testículos y ovarios] y a sus distintos efectos sobre el organismo”. De acuerdo con esta hipótesis, las hormonas sexuales masculinas perjudicarían al sistema inmune e incrementarían el riesgo de problemas cardiovasculares y los estudios con animales indican que castrar a los machos prolonga su vida. En humanos, este efecto se observó en individuos internados en instituciones psiquiátricas estadounidenses a los que se castró. Quienes fueron sometidos a esta cirugía vivieron de media 14 años más y se observó que cuanto antes se extrajesen los testículos, mayor era el efecto sobre la esperanza de vida. En otro estudio con registros históricos sobre las vidas de eunucos de la dinastía Joseon en Corea, se encontraron resultados similares.

Extirpar los testículos puede prolongar la vida, tanto en humanos como en animales

En esta búsqueda por encontrar la fuente de longevidad femenina o el rasgo masculino que acorta la vida, un equipo de científicos de la Universidad de California en San Francisco ha ideado un ingenioso experimento que se acaba de publicar en la revista Aging Cell. En él emplearon ratones genéticamente idénticos a los que dividieron en cuatro grupos. Por un lado, machos y hembras convencionales en los que ellas tenían dos cromosomas X y ovarios y ellos un par XY y testículos, y por otro, híbridos con el par de cromosomas X y testículos o el par XY y ovarios. Los ratones con dos cromosomas X y ovarios fueron los que más tiempo vivieron, pero esa misma combinación también evitó una muerte prematura a los que tenían testículos.

La autora principal del artículo, la investigadora de la UCSF Dena Dubal, reconoce que no comprenden aún el modo en que el segundo cromosoma X reduce la mortalidad durante el envejecimiento, pero sus resultados se añaden a muchos otros que apuntan a un efecto protector de un segundo cromosoma X. El cromosoma Y contiene unas pocas decenas de genes, como los que hacen que se desarrollen los testículos o crezca la barba, pero nada aparentemente fundamental. El X tiene cientos y todos los seres humanos necesitan al menos uno para vivir. Tener dos copias de una herramienta esencial para la supervivencia puede proteger frente a los peligros de la existencia, entre ellos, tener una mutación perniciosa en el cromosoma X. En el caso de las hembras, la expresión del gen averiado se silenciaría y la copia del segundo cromosoma compensaría el defecto. Mientras, los machos sufrirían los efectos del error al no tener copia de seguridad. No obstante, los autores no descartan que suceda lo contrario y sea alguna actividad del cromosoma Y la que sea perjudicial.

Dubal plantea que la mayor relevancia de la figura materna en la supervivencia de las crías puede favorecer también un impulso a su longevidad. “Cuando vives más, puedes asegurar el bienestar de tus crías y quizá incluso de las crías de tus crías”, señala. Estudios como el suyo, pueden empezar a desentrañar los mecanismos que expliquen la diferencia.

Algunas revisiones, como una publicada por investigadores de la Universidad de Alabama en la revista Cell Metabolism en 2016, apuntan a las propiedades antioxidantes y antiinflamatorias de los estrógenos, una hormona femenina. Tanto la inflamación como el daño oxidativo se han relacionado con el envejecimiento en la edad avanzada y también se ha observado la capacidad de los estrógenos para reducir el colesterol malo, una sustancia que incrementa el riesgo de problemas cardiovasculares.

Junto a estos beneficios, la longevidad de las mujeres tiene una contrapartida negativa. Aunque viven más, parece que tienen peor salud que los hombres. Los datos de los países avanzados indican que van más al médico, toman más medicamentos, pierden más días de trabajo por razones de salud y pasan más días hospitalizadas. Una posibilidad que podría explicar estos datos es que las mujeres le presten más atención a su salud y sean menos reticentes a ir al médico, pero algunas medidas objetivas de bienestar también han obtenido resultados peores para ellas en países de todo el mundo e incluso en sociedades indígenas como los Tsimane bolivianos. Los estudios sobre los procesos de envejecimiento, que quieren comprender las bases de las diferencias de longevidad entre sexos para aplicar las ventajas a todos, también intentarán hacer frente a esta paradoja.

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